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domingo, 18 de septiembre de 2011

Las penurias ocultas de los pobres de EE.UU.

NUEVA YORK.- En el corazón de Brooklyn, en una plaza en medio de gigantescos monoblocs, Carla Spencer envía mensajes de texto desde su teléfono mientras espera que uno de los chicos que cuida salga de la escuela.
Carla vive en uno de los siete edificios que la rodean, que conforman los Jardines de Lafayette, un complejo de los que aquí se conocen como projects, viviendas públicas cuyo alquiler no tiene nada que ver con los del resto de la ciudad: Carla paga 237 dólares por el departamento donde vive con su abuela, de 89 años, y su hijo, de 13. El Estado la ayuda también con la compra de alimentos, y le brinda cobertura de salud.
Carla es una madre soltera afronorteamericana de 50 años, y uno de los 46,2 millones de personas que viven en la pobreza en Estados Unidos.
Terminó el secundario, pero nunca fue a la universidad, y ahora gana 600 dólares por mes cuidando chicos. En su casa, su hijo, que va al secundario y quiere ser ingeniero, juega con la PlayStation. Ella y su abuela ven televisión por cable. "Es duro", afirma, cuando se le pregunta cómo es vivir en los monoblocs. "Ahora está tranquilo, pero si venís a la tarde, a lo mejor tenés que esquivar un par de balas", completa.
Ser pobre en Estados Unidos, el país más rico del mundo, no es lo mismo que ser pobre en la India, en una de las naciones de los países del Cuerno de Africa o la Argentina. Pero igual hay penurias. En Nueva York, donde el costo de vida es más alto que en Arkansas o en Iowa, se sienten un poco más. Aun así, la mayoría de los hogares pobres tiene, por ejemplo, un horno de microondas o un aire acondicionado, bienes que aquí son muy baratos y que hace años eran considerados de lujo. Ahora, los más ricos poseen aviones, casas de veraneo e Internet por banda ancha. Y en la tierra del sueño americano, mejores oportunidades.
"Asumiendo que una persona tiene lo suficiente para comer y un lugar para vivir, algo que muchos que viven en la pobreza tienen gracias a la asistencia del gobierno, lo que más se sufre es la privación relativa; ver a todos caminar por ahí con un iPhone", grafica Dalton Conley, sociólogo de la Universidad de Nueva York.
Al elevar el desempleo, la recesión que siguió a la crisis financiera global creó casi nueve millones de nuevos pobres. Muchos no tienen trabajo. Otros, como Carla, trabajan, pero no ganan lo suficiente.
La pobreza alcanza a todas las edades y todas las etnias, pero golpea más a los afronorteamericanos (el 27,4% es pobre) y a los hispanos (26,6%), porque, entre ellos, la desocupación es más alta, y el nivel de calificación es más bajo. Uno de cada cinco menores de 18 años (22%) es pobre.
Aquí, ser pobre significa tener problemas para pagar las cuentas a fin de mes, conseguir vivienda, educación y salud -que es muy cara-, antes que no tener luz o agua, o pasar hambre, como puede ocurrir en la Argentina o en otros países. Con todo, la mitad de los hogares pobres enfrentaron "inseguridad alimentaria" en algún momento del año último, según el Departamento de Agricultura, lo que significa que tuvieron problemas para adquirir suficiente comida.
En las calles, se ve gente pidiendo ayuda y también sin techo: en 2010, casi 1,6 millón de personas pasó al menos una noche en un albergue, según cifras del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano.
Si una persona gana menos de 950 dólares por mes , es, según la Oficina de Censos, pobre. Ese dinero puede provenir de un trabajo, o del seguro del desempleo.

Las ayudas

En cualquier caso, hay tres ayudas claves del gobierno federal que no están incluidas: las "estampillas para comida", que, en rigor, no son estampillas, sino una tarjeta de crédito -Carla recibe 200 dólares todos los meses, que le alcanza para sus costos del supermercado si lo gasta bien, según aclara-; una deducción impositiva al impuesto a las ganancias para trabajadores de bajos ingresos; y Medicaid, un programa de salud.
Los únicos que no reciben beneficios o asistencia del gobierno son los 11 millones de inmigrantes indocumentados.
Medicaid cumple un papel muy importante. Claro que hay que encontrar un médico que lo reciba. Si se logra eso, tiene atención médica y cirugía, si lo necesita, y cobertura dental, si tiene chicos", apunta Arloc Sherman, del Centro de Presupuesto y Prioridades de Política.
Isabel Sawhill, especialista del Instituto Brookings, dijo que si una persona trabaja a tiempo completo, recibe todos los beneficios y tiene una familia pequeña, puede llegar a forcejear para llegar a fin de mes, pero no es pobre. Pero al igual que Conley, Sawhill hizo hincapié en la "privación relativa", al afirmar que, si bien los pobres en Estados Unidos pueden estar mejor ahora que antes y mejor que en otros países, igual sufren la desigualdad.
"No tenemos muchas oportunidades o movilidad social en Estados Unidos, como le gustaría creer a la mayoría de la gente. Tenés que escoger bien a tus padres", sintetizó Sawhill.
Aquí, los jóvenes de familias ricas tienen más posibilidades de graduarse en la universidad, aún si obtienen peores notas que los jóvenes de familias humildes, según un análisis del Instituto de Política Económica. "Hay un buen trabajo de contención, pero no hacemos un gran trabajo a la hora de sacar a la gente de la pobreza. Ese es otro tema", concluyó Conley.
Carla Spencer está convencida de que su hijo puede eludir la realidad que le tocó vivir a ella y protagonizar el "sueño americano", que, para muchos, está muerto. "Creo que la situación de cada uno es diferente. Pero creo que se puede mejorar. Creo que él puede romper con la pobreza", afirma. Las estadísticas, por ahora, dicen que es más probable es que su hijo y otros chicos en una situación como la de él no lo logren..

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