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jueves, 30 de enero de 2014

CARTA A LA PRESIDENTE. JULIO BÁRBARO



IMPERDIBLE - LA CARTA DE JULIO BÁRBARO A LA PRESIDENTE - 

 

SEÑORA PRESIDENTA,

Con todo respeto quiero expresarle que me disgustó su discurso. Después de tantos días en silencio hubiera esperado que su aparición fuera distinta, algo nuevo y con grandeza. Pero Usted prefirió repartir culpas antes de asumir responsabilidades. Me dolió escucharla cuando decía hablarles a todos los argentinos mientras se ocupaba solo de arengar a su pequeño y bullicioso auditorio. El General abarrotaba de obreros la Plaza y Usted se conforma con amontonar funcionarios y empleados públicos en el patio de las Palmeras. Estimada Presidenta, Usted ha reducido nuestra fuerza política a una hinchada agresiva de un club de las divisiones inferiores. En lugar de convocar a la unidad nacional invita a la agresión y al resentimiento a un puñado de militantes que imaginan ocupar el espacio del pueblo. Me causa asombro su apasionada dedicación a deformar el pasado para adaptarlo al presente. Que invite a las Madres y las Abuelas no modifica el pasado de Néstor ni el suyo ni el de su cuñada: gente ausente durante la dictadura y dedicados a acumular riquezas. Demasiadas propiedades ocupan el lugar de los tiempos heroicos. Ustedes jamás reivindicaron ni tuvieron actitudes dignas cuando gobernaron Santa Cruz y mucho menos durante la dictadura. Darle un espacio a la izquierda en el gobierno no los convierte en luchadores sociales. No son dueños de un pasado digno de respeto y eso exige que se olvide de reivindicar como propias dignidades demasiado ajenas. Su discurso resulta contradictorio. Dice convocar a todos cuando expresa definiciones que solo pueden abarcar a unos pocos, dice convocar al amor cuando solo se expresa incitando al odio, exagera su supuesto lugar de victima cuando todos soportamos su gobierno como un gran victimario. Dice que le molestan los medios que la critican cuando gasta fortunas en financiar a los que se dedican a aplaudirla. Señora Presidenta, los discursos no modifican las realidades. La sociedad vive con dolor y desesperanza la agonía del supuesto modelo que Ustedes instauraron con mucha alharaca y escasa capacidad de ejecución. La moneda se devalúa al mismo nivel que vuestra ineficiencia se delata, han destruido hasta la energía y son demasiados los que han quedado a oscuras. Y frente a todo eso Usted les falta el respeto como si el dolor de las falencias fuera una simple exageración del periodismo. Hoy los medios hegemónicos son los del oficialismo y las carencias más urgentes son mayoritarias. Usted nos habla como si los errores fueran un detalle y el gobierno nadara en el éxito. Demasiado relato para tan doliente realidad. Señora Presidenta, nunca me quejé de su silencio, solo que su aparición me obliga a añorarlo. El intento de juego de palabras con “desaparición” fue realmente desagradable. Cuando el dolor de los desaparecidos lastimaba Ustedes no se dieron por enterados. Tengan al menos respeto a ese pasado digno del que carecen, y del que nadie puede sentirse propietario. Beneficiar heridos de guerra no los convierte en dignos participantes de la contienda. La desmesurada presencia de la corrupción no se oculta con pretensiones revolucionarias. No son dueños ni de la humildad de los militantes ni de la pobreza de los trabajadores. Todo, Señora Presidenta, termina siendo una absurda deformación de la realidad. Me molesta que acuse de mentir a sus adversarios cuando no ve la viga en el ojo propio. Es el gobierno y su grupo el que más ha faltado a la verdad. Fueron Ustedes los responsables de privatizar YPF y resulta atroz que nos quieran hacer sentir responsables a todos. Ustedes fueron esenciales al neoliberalismo como para que hoy lo definan como verdugo. Ustedes carecen de las virtudes y el testimonio para trascender en la historia, cuando se retiren del gobierno los argentinos necesitemos duplicar nuestro esfuerzo para cubrir las deudas que vuestra codicia e ineficiencia nos dejen en la retirada. Su discurso me volvió a la memoria la convocatoria a la Unidad del General y los “imberbes” que imaginaban el triunfo en la confrontación. Me pareció que Usted reivindicaba aquel error de los expulsados. La política, Señora, está mucho más allá de la consigna y el griterío, y es entre adversarios que se respetan y no entre enemigos que se provocan. En su discurso Usted le devolvió energía y agresividad a sus seguidores, pero pagó el enorme costo de la desesperanza de los que no confían en su palabra. Hoy son mayoría. El retorno de su discurso nada aporta a las necesidades de nuestra realidad. Solo delimitan el tiempo que necesitamos para poder construir una alternativa distinta y digna. Su discurso nos incito a buscar en la política una instancia superadora. Solo en ese punto puedo encontrar algo que recuperar.

miércoles, 29 de enero de 2014

Meteofotos de enero de 2014


Meteofotos de enero de 2014

El 2014 comienza y le damos lugar a las primeras meteofotos (y videos) del año. Se trata de las primeras fotos 
que vale la pena ir recopilando y archivando de los eventos meteorológicos que voy teniendo la suerte de 
registrar en el mes de enero.

Empezamos con estas fotos realizadas en San Fernando del Valle de Catamarca la noche del 10 de enero. Día de 
formación de múltiples tormentas que trajeron la ansiada precipitación* luego de tantos días de intenso 
calor  y falta de lluvias. 
*(La precipitación acumulada, registrada en la zona centro-norte de la ciudad de SFVC fue de 64 mm  
desde las últimas horas del 10 de enero hasta el 11 de enero por la mañana)

Por la tarde el calor y la humedad eran un gran caldo de cultivo para la formación de cúmulos en el Valle 
Central de Catamarca↓

Por la noche, desde la zona del dique El Jumeal, una cortina de precipitación sobre la ciudad↓

La única foto de un rayo que pude captar esa noche, de una gran tormenta que tomó el SE del Valle 
Central↓

Se observa una descomunal cortina de precipitación hacia esa zona del valle↓

Dos fotos tomadas el 11 de enero↓



A continuación, algunas fotos tomadas en Aconquija, departamento Andalgalá.
(En unos días publicaré una entrada con fotos paisajísticas que tomé en el lugar)

El 17 de enero fue un día de formación de tormentas en Aconquija. Una toma de un cúmulo al
 mediodía↓

Luego se formó una intensa tormenta ese mismo día por la tarde, con fuertes truenos y gran cantidad de 
precipitación acumulada. 
Observen este video en donde se puede apreciar escenas de la lluvia y de la crecida del río↓ 


A continuación, fotos luego de la tormenta.↓ 

También, una leve crecida del río Del Campo↓

La mañana del 18 de enero el pueblo amaneció con la hermosa vista de la Sierra del Aconquija con sus cimas
 nevadas. (En realidad la precipitación que se acumuló en la cima fue producto del desarrollo de esas

celdas convectivas, por lo que es posible que el tipo de precipitación haya sido en forma de granizo 
y  luego en forma de nieve. Recordemos que esas cimas se encuentran por encima de los 5000 msnm, por lo que las nevadas en época estival no son nada poco común)


El 18 de enero por la tarde, una pequeña celda de tormenta que sólo dejó cortinas de precipitación
 hacia la Sierra de Aconquija. Fotos tomadas en El Alamito↓ 

19 de enero: nubes orográficas cuya formación depende de esta gran estructura montañosa que es la 
Sierra  de Narváez↓

El 20 de enero amaneció el pueblo envuelto en una espesa niebla, es decir, nubes estratiformes al ras del suelo. Al ascender hacia la montaña era posible superar el nivel de las nubes y poder observar esta especie de "colchón 
de nubes" como muchos lo llaman↓



El 23 de enero de 2014 fue un día bastante caluroso en la provincia de Catamarca, incluso con altos niveles 
de humedad. Condiciones prefrontales que fueron preparando el terreno para lo que pasaría a la tarde y noche 
con la llegada de un frente frío que venía avanzando por el centro del país.
Antes de la puesta del sol, se comenzaron a gestar focos de tormenta hacia la zona occidental de la Sierra
Ambato. Poco a poco esta situación se comenzó a generalizar y el área de tormentas a ampliarse, afectando 
finalmente a casi toda la gran Sierra de Ambato, de Sur a Norte, en toda su extensión, comenzando por el 
flanco occidental de la misma para luego terminar afectando el oriental.
Por la noche, alrededor de las 22:00, se formó una celda de tormenta justo sobre la zona del Cerro El Manchao,
 célula que se posicionó en la divisoria de aguas de las cuencas hidrográficas que nacen en este cerro tanto en
 la vertiente occidental como en la oriental. Esta tormenta se caracterizó no sólo por su intensa actividad 
eléctrica, sino por su gran pluviosidad en un corto período de tiempo.

Como podemos ver en el mapa abajo, están marcadas las cuencas hidrográficas del río Ambato (hacia el este) y el río que pasa por Siján (hacia el oeste)
Nota: No todos los cursos de agua marcados en estas cuencas son permanentes, pero sí se activan en situaciones de alta
 pluviosidad como  la generada por la tormenta del 23 de enero. Esas profundas quebradas son el drenaje natural de las 
 montañas y el agua (y otros materiales) que fluye a través de ellas se dirige hacia los cursos de agua permanentes más
próximos.
El gran acumulado de lluvia produjo un alud de lodo que afectó la localidad de Siján, ubicada al oeste de la 
Sierra Ambato, y una crecida histórica del Río Ambato (podemos ver la importancia de su cuenca
hidrográfica en la cartografía) que hizo que el mismo arrastrara no sólo material fino como sedimentos sino también rocas de gran tamaño río abajo que arrasaron con las viviendas y demás construcciones a la vera del río. 
Lamentablemente hubo un número de víctimas que no pudieron escapar a tiempo de la repentina crecida del río.

Desastre en Siján:  (ver fotos por Ají Buttowski). 
Desastre en El Rodeo: (ver fotos por Martín Bustos). 

En mi caso, me encontraba en la ciudad de Catamarca, lugar desde donde se tiene una buena vista hacia la Sierra de Ambato hacia el oeste. Pude lograr algunas fotos de lo que fue esta situación.

Empecemos con un pequeño video en donde se puede ver la caida de un rayo en la zona de la Sierra Ambato,
 al SO de la ciudad. Contiene 33 cuadros desacelerados para poder apreciarlo mejor↓

 
 
Pude realizar las siguientes tomas↓
Fotos tomadas al mediodía del 29 de enero que muestra la cara Este del cerro El Manchao (tomadas desde San
 Fernando del Valle de Catamarca) con una capa blanca de lo que pudo haber sido caída de granizo, graupel y
hasta nieve. En la parte superior, en la zona cercana a la cima, aun se puede visualizar un velo difuminado, se 
trata de una cortina de precipitación sólida, probablemente graupel↓

Los espero por mis dos páginas en facebook↓



FUENTE: http://naturalezaypaisajesdecatamarca.blogspot.com.ar/2014/01/Tormentas-Enero2014.html

VIDEOS DE EL RODEO DESPUES DEL ALUD













RÍO AMBATO AÑO 2013




POR EL ALUD PERDIÓ A SU ESPOSA Y SUS DOS HIJAS PEQUEÑAS.

 Gerónimo Ahumada habló con Segunda Mañana de Canal 26 y relató el trágico momento que le tocó vivir junto a su esposa Romina Silva y sus hijas, Daiana y Agustina Ahumada, el pasado jueves cuando los cuatro llegaron, para pasar dos días de vacaciones, en la villa veraniega que sufrió el alud.

 Para ver videos del Señor Ahumada entrar a:
http://www.26noticias.com.ar/catamarca-el-alud-mato-a-mis-dos-hijas-y-a-mi-esposa-184231.html



 

Gerónimo Ahumada, contra todas las posibilidades que la lógica avala, fue arrastrado por el alud que impactó en El Rodeo y salió airoso para contarlo. La masa de agua, piedra y barró lo llevó a 4 kilómetros del lugar donde había acampado, en el Balneario Municipal. En la correntada perdió a sus dos hijas y su esposa pero el logró sobrevivir luego de una tortura que, en teoría, un cuerpo humano no debería soportar.
Esta es su historia, relatada en primera persona.

Testimonio del horror y la supervivencia Señales
No quedé internado días ni nada. Es bastante largo de contar todo, mi desgracia, recuerdo cada cosa. Esto no es ganas mías de ser protagonista de nada, ojalá no hubiese sido protagonista, esto no es ganas de tener radio ni nada. (...)Simplemente tengo la necesidad de contar algo. Algún día voy a tener contarlo con lujo de detalles. Por lo pronto te voy a contar a grandes rasgos.
Nosotros somos de acá, fuimos por desgracia ese día para pasar ese día en familia. Llegamos con muchos percances en el camino que quizás hoy pensándolo frío eran señales de que no debíamos ir porque nos pasaron tantas cosas. Perdimos el colectivo, salió antes de tiempo porque estaba lleno, esa fue la primera cosa.
Nos quedamos a esperar el segundo que salía a las dos horas. (...)
Al llegar a la Amengual, antes de que el colectivo gire para ir hacia la Ocampo el colectivo se rompe. Entonces la miro a mi señora y le dije “parece que se rompió el colectivo”, todos le decían cosas al chofer. Nos tuvieron media hora en el calor. Por eso le digo (...), mirando hacia atrás uno dice lo más lindo hubiera sido bajar y decir “por algo pasa esto, me vuelvo a casa”. Si uno lo hubiera sabido. Así comenzó toda esta pesadilla.
Habremos llegado cerca del mediodía llegamos a El Rodeo. Nos hicimos amigos de una gente en el viaje. Nos sacamos fotos con ellos y las subimos a Facebook. Paramos en el Camping Municipal. Fuimos al río, fuimos a la pileta, pude jugar con mis hijas y pasar los últimos momentos con ella.
La verdad es que nadie jamás llegó al Camping. Escuché rumores de que un baqueano había llegado a avisar y nadie le dio bolilla. Eso no es cierto, a menos que alguien nos haya ocultado esa verdad. Espero que no sea así por el cargo de conciencia para esa persona.
(...) Después se cortó el agua primero. La gente estaba ofuscada porque tenía que ir a sacar agua del canal para bañarse. Había que ir a sacar con tachos, los baños estaban llenos. Fue una odisea bañarse, para mi señora y mis hijas. Tuvieron que esperar y hacer cola por una hora hasta que lograron ducharse las tres.
(...) Luego empezó a aproximarse una tormenta pero nunca llovió en El Rodeo. Amenazaba y amenazaba pero no llegaba nada.
Yerba volcada
Mi señora tenía miedo de los truenos, era muy temerosa con esas cosas. No quiso quedarse ahí y se sentó en el quincho del negocio del Balneario donde está la mesa de pool. Había mucha gente jugando al pool y escuchando música fuerte. Conseguí tres sillas, las hice sentar y les dije que se quedan quietas, que yo ya salía de bañarme. Entonces salí de ducharme, me fui a la carpa y la luz se cortó. No me veía las manos, porque estaban tan oscuro y es campo, no había ni luna siquiera al estar nublado.
(...) Habrán sido las 11 de la noche, entonces salgo de bañarme, y les digo “me voy a la carpa a cambiarme y vengo, y vemos qué hacemos, si nos vamos a verlo a Abel Pintos, o nos vamos a hacer algo a la villa, o nos vamos a dormir a la carpa”.
Se cortó la luz de vuelta, todos se asustaron y ya se había cortado el agua. Caían rayos cerca pero agua no como para decir que va a caer una tormenta, y se veía que para el cerro era la cosa. Entonces me voy a la carpa, las dejo seguras dándoles todas las indicaciones, de paso fui a buscar una linterna.
Cuando entro en la carpa y busco la linterna, vuelco sin querer un paquete de yerba. Mientras estaba juntando la yerba, noto que empiezo a vibrar el suelo. Pero vibraba como loco, parecía un temblor, eso parecía un temblor, un sismo y cada vez más fuerte. Yo por instinto dije “se viene una creciente”. Fue horrible el temblor.
Pegué un salto con el cierre apenas abierto de la carpa y vi a unas mujeres que estaban charlando, y había unos hombres que habían llegado recién y gente durmiendo en el interior de las carpas y entonces les grito “me parece que es creciente”. Las chicas me miran y me dicen “no, deben ser los truenos”. “No”, les digo, “eso es una creciente, sentí como vibra todo, yo me voy, es una creciente”.
Y salí corriendo y ellas cuando vieron que yo corrí lo tomaron en serio, o será que escucharon también el bramido, quizás a mí lo que me ayudó fue estar solo y en silencio dentro de la carpa.
Estampida
Entonces empezaron a correr y miré detrás mío ya venía mucha gente corriendo, osea me habían hecho caso. Pero como le digo, habrá quedado no sé cuanta gente, había gente grande. Lo primero que hice fue ir corriendo a buscar a mi esposa y mis hijas, habrán estado a unos cienmetros. Deben ser los cien metros más rápidos que corrí en mi vida, yo soy pesado, tengo 112 kilos (...) pero corrí tan rápido, no sé, descalzo. En dos segundos estuve donde estaban ellas.
Cuando toda esta gente que estaba en la cantina nos ven venir corriendo se pararon todos estirando el cuello como diciendo “qué pasa” y seguramente ellos no sabían nada porque por la música y por el ruido y la charla quizás no habrán escuchado la vibración de la tierra, no la habrán sentido y nunca la iban a sentir quizás ya teniéndole encima. Yo me acuerdo clarito cuando iba llegando, todos parados mirando, entre esos mi señora y por atrás mío yo me daba vuelta y todos venían corriendo, un montón de gente, y eran ya gritos desesperados de mujeres, varones, “para dónde vamos”, se gritaban y se ayudaban. Entonces yo la hablo a mi mujer y le digo “Romi, vení le digo”. “¿Qué pasa?” me grita. “Creciente”, cuando me escuchan todos empezaron a gritar y entraron en pánico todos lo que estaban en la cantina también y cada uno a correr con sus familiares.
Le pedí una de las chiquitas a mi mujer, la alcé en brazos para que corramos más rápido. Y empezamos a correr, y yo a calcular en los segundos que tenía cuál era el lugar más seguro.
“Miro a la izquierda”
Mi instinto me decía que busque un lugar alto, y se me ocurría que seguir derecho hacia abajo era suicidio, tratar de seguir para buscar porque había un puente, pensé “no me va a dar tiempo” y miro hacia la izquierda. Está el camping hacia la derecha y yo miro hacia la izquierda y veo en diagonal a las piletas las luces de una casa, que yo durante el día nohabía visto.
Recién por las autoridades, supe que era de Sergio Díaz. Cuando veo las luces de la casa le digo “vení, vení”, mi mujer me dice “nos subamos al árbol”, había un sauce, un árbol bien grande. Le digo “no, porque nos va a caer un rayo arriba del árbol”.
Yo había escuchado que lo más aconsejable cuando hay tormenta eléctrica es buscar techo, y yo hice caso a eso. Le digo “vení a esta casa”. “¿Y si nos retan?”, me dice. “No, si esto es una emergencia”. Llegamos a la casa a los gritos, la hice pasar primero a ella, le pasé las chiquitas por arriba del alambrado.
Entonces empezamos a golpear desesperados las ventanas hasta que abrieron asustados. Nos atendió la mujer del dueño de casa. Era él, su señora y su hija pequeña de cinco años.
Nos dice asustado: “¿Qué pasa?”. Entonces mi señora les dice “por favor, ayuda” y yo les digo “Viene creciente”. Es como que desconfiaban y me dicen “¿seguro?”. “Sí, si no me cree recibame las chiquitas nada más y dejame afuera pero recibime las criaturas”, les dije.
“No, no, no”, dijo el hombre y abrieron las ventanas y salió el hombre y fueron muy amables, no nos corrieron, no nos dijeron nada. Nos abrieron las puertas, nos hicieron pasar y el hombre con todo, el hombre era pura serenidad, se lo veía bastante seguro de sí mismo.
El preludio
En eso me dice el hombre “Vení, quedate tranquilo pero vení a mirar una cosa, vos solo”. Me llama para el porch de la casa, me dice “mira allá abajo” y me señala. Entonces yo miro horrorizado y era un río que cubría todo el camino por donde habíamos venido, todo el camino lateral del camping por donde un transita para llegar a las carpas.
Era un río negro, turbio, que arrastraba autos como si fueran juguetes. Eso me quería mostrar el, ahí me creyó que venía una creciente. Me dijo “mirá, allá va”, y me lo decía como si fuera algo lejano que no nos tocaba nunca. Y me acuerdo clarito la figura de una camionetita que la llevaba dándole tumbos y las alarmas sonando y las arrastraba como si nada y otros autos más.
Ahí recuerdo haber visto gente que llevaba, no veía con tanto detalle. Entonces le digo “Dios mío, ¿para acá no va a llegar la creciente, amigo?”. Y me dice “no, acá no llega, tranquilo, vení ayudame a abrir puertas y ventanas, vamos a tranquilizarnos”, con toda serenidad. Entonces le empiezo a ayudar. En lo que abrimos puertas, abro una puerta del fondo de la casa
Resignación
Le dije “por acá pasa agua” y me dice “no, no, esa no entonces, cerrala”, y la cerramos. Eso me pareció llamativo. A los segundos veo que empieza a colarse agua por debajo de las puertas, y él se apuraba a abrir para que el agua corra. Ya era agua negra, con barro, agua espesa y le digo “amigo, usted me dijo que para acá no llegaba”. Ahí me acuerdo que él empezó a perder la serenidad y la seguridad que había mostrado. Ahí empezó a dudar si estábamos bien ahí, él también tenía su familia en juego, lógicamente, no era sólo la mía.
Entonces la mujer de él nos dice “te juro que esto nunca nos pasó”. Entraba más agua negra pero todavía no nos llegaba a los tobillos y la mujer decía “Sergio, ¿qué hacemos?”. El hombre empezó a perder la calma, estaba igual que yo, iba y venía de un lado al otro, estaba desorientado. Entonces le pregunto qué era lo más alto que tenía ahí y me dice “el techo”.
“A ver, vení, veamos cómo está afuera”, me dice. Cuando nos paramos, siendo que unos minutos atrás había estado mirando abajo la creciente que pasaba lejos, nos paramos en el umbral porque era ya un río afuera. Hasta la casa había subido el agua. El tipo me mira y no me voy a olvidar la cara de resignación, ahí se entregó y me dice “ya es tarde hermano, no podemos hacer nada”. “No”, le grité, “vos me dijiste que no llegaba acá”.
Pero él se dio cuenta que sí llegaba, y me dijo que era imposible salir. “Nos lleva si salimos, nos quedemos acá”. Ahí yo me ocupé de mi familia, las mujeres estaban en la habitación de ella. Entonces yo le empecé a gritar para quedarme con ellas y calmarlas. Ahí se corta la luz. Busqué una habitación y nos metimos en el baño. No teníamos linterna ni nada porque no logré sacar nada de la carpa, salí corriendo solamente.
El ventiluz
Yo la tenía agarrada de la cintura a mi señora, ella tenía agarrada a las criaturas. Nos paramos y le digo “acá hay un ventiluz”. Era chico, alargado, de madera gruesa y pesada. Yo pensé que el agua iba a subir hasta cierto punto y después iba a desocupar la casa y listo. Es aguantar. Entonces con mis manos rompí el ventiluz a trompadas, no sentía dolor. Entonces pensé que por ahí íbamos a respirar.
Recuerdo que en vez de mermar, todo aumentaba. No aplacaba, yo pensaba que tenía que pasar pero era más violenta la entrada de agua. Se escuchaban piedras que entraban rodando, parecía que se caía una loma y las piedras entraban a la casa, chocaban las paredes. Se reventaron los vidrios.
Yo las sostenía a ellas tres. La mujer detrás mío gritaba el nombre “Sergio”, no sabía si lo había arrastrado la corriente. Ella lo llamaba desesperada y pedía que alguien ayude a su hijita.
Adentro crecía más el agua y ya las iba a tapar a mis hijas también. El agua ya me daba en la cintura a mí. Todo se ponía más violento, el agua seguía subiendo. En el piso se acumulaba más arena y yo me acercaba más al techo. Y le dije “andá escalando”, y ya estábamos todos a la altura del ventiluz. Los azulejos empezaron a despegarse, eran como disparos, capaz por la presión del agua. Creo que me pegaban en el cuerpo, no recuerdo haber sentido dolor. Todos rezábamos a los gritos. Mi hija, la más grande me acuerdo que decía “No, Dios, por favor, ya está”, pedía y pedía por la ventana.
La correntada
(...) Le dije a mi mujer al último que nos larguemos porque me llegaba el agua al cuello, yo ya las estaba sosteniendo sobre el ventiluz. Le dije “me ahogo como una rata, nos larguemos los cuatro pero no nos soltemos. Agarra bien las chiquitas, nos agarremos bien y tenemos una esperanza afuera”. Ella se resistía y yo le decía, “dale, confía en mí”.
Todos agarrados. Nos largamos del ventiluz, caemos al agua, y nos arrastró la correntada en bajada, porque la casa estaba en alto. En eso que nos llevaba la correntada me di un golpe con un árbol, o una piedra, no sé.
El golpe me las arrebató de las manos, ahí fue cuando yo las solté, por el golpe, sino jamás las hubiera largado. Cuando recibí el golpe no quedé inconsciente y manoteé para el lugar donde estaban pero no había caso. Me pasó ropa de alguien u otro cuerpo y pensé que era una de ellas y quise agarrarla.
4, 100
Ahí me empezó a arrastrar el agua a mí. Y ahí fue una pesadilla de golpes y de luchar para sobrevivir. No había manera de nadar, pararse o agarrarse. El instinto me llevaba a agarrarme de cosas, y si lograba agarrarme de una rama la misma agua me quitaba con la potencia y la violencia que tenía.
Habré chocado no sé en cuantas piedras, tengo cortes profundos, golpes, tengo moretones más grandes que una pelota de fútbol en la espalda. Tengo raspones profundos, me duele pararme, me duele acostarme. Estoy muy golpeado de los pies, tengo hinchado, me arrancó pelo de la cabeza. Me dejó como si me hubiesen rapado con una máquina.
A todo esto, era barro que me entraba por la boca, me tapaba y no me dejaba respirar. Yo de alguna manera lo iba expulsando y a veces los mismos remolinos me llevaban al fondo y me sacaban a flote. Y cuando salía a flote aprovechaba para escupir el barro que tenía en la garganta, no sé en lo pulmones, y me volvía a llevar al fondo, por un costado y otro. En un momento me clavó en unas raíces o un árbol, no sé que era, ahí ya creí que me moría porque no me podía soltar. Y luché tanto que me logre zafar con el último aire.Ya tenía tan tapada la garganta que me entraban como hilitos de aire para apenas aguantar. Era casi imposible respirar. Seguían los golpes y no paraba. En ese momento yo me enojaba con Dios y le decía “conmigo no vas a poder, a mí no me vas a llevar”, mil cosas decía en mi delirio y estando consciente. Gritaba enojado y después ya le suplicaba con cambios de ánimo ahí y en plena consciencia de cada cosa que pasaba. Por momentos le decía “ya está, por favor te lo pido, listo, perdón”, porque lo tomaba como un castigo. Hablaba y tragaba agua.
Y así, según dicen, fueron cuatro kilómetros de lucha. Porque los policías decían que me encontraron. Para mí fueron 100. 
Hecho fortuito
Para peor, tengo conciencia de cada golpe que me di. En un momento me agarré de una piedra grande pero el agua era tan fuerte que la movía de a poquito y me agarró la mano con otra piedra. Los párpados los tenía llenos de barro, como borra de café. En el río había relámpagos y podía ver algunas cosas.
Llega un momento en que por un hecho fortuito, una suerte, la creciente agarró por la derecha río abajo y hacia la izquierda había pasado. Yo me quedé agarrado ahí.
Entonces cuando caigo en ese lugar me agarré fuerte y me sentía seguro. Quería pararme pero sentía que se me iba a salir la rodilla para el costado. Entonces logro acomodarme arrastrándome, me hacía frío, me vi y estaba desnudo. Pensé que tenía las piernas quebrajeadas, sentía que me crujían los huesos en todo el trayecto. Pensaba “pierna quebrada”, hasta eso calculaba. Por esas cosas de la vida levanto la cabeza y veo un hombre parado al lado mío. Creo que no me había visto a mí. Yo le grité “ayuda”. Me dijo “¿quien sos?” y le respondo que soy Gerónimo. Me dice “vamos a la civilización”, pero le digo que no me puedo parar, le pedía agua. Él me dijo que iba por ayuda, chiflando, y demoró una hora. No lo volví a ver al hombre, pero sé que no había sido arrastrado por la corriente. 
“Gerónimo”
Gritaba y gritaba, acostado sobre una piedra en declive que estaba calentita como el capot de un auto. Ya me estaba quedando dormido cuando sentí que mi mujer me gritó, fuerte como despertándome. Gritó “Gerónimo”, me asustó y me desperté. Como cuando uno hace fiaca en la cama y ella me hablaba bien las primeras veces pero después al último entraba y me hacía asustar y me gritaba “Gerónimo”. Cuando ella gritó no pensé en apariciones, o almas, pensé “sobrevivió y me está viendo”. La buscaba girando la cabeza pero no la encontraba. En un momento giro la cabeza y veo unas linternas de LED, como que ella me despertó para que la viera. Intenté gritar pero no me salía nada, hasta que logré pegarles dos gritos y vi las luces que se movían como si vinieran corriendo.
Cuando llegaron se pusieron contentos, me felicitaban porque había sobrevivido. Entre los dos como pudieron me levantaron y me llevaron un trecho largo hasta una camioneta, me decían que no tenían camilla, cruzamos un alambrado y después llegamos. Me dieron agua, tomé medio litro, escupí tapones de barro. 
El futuro
En el hospital me bañaron, me lavaron, me hicieron radiografías. No tengo fracturas, nada, me duele todo pero la doctora Dorado del hospital me dijo que no tenía nada.
Tenía la esperanza de que ellas se hubiesen agarrado de algo. Cuando me dijeron que había muerto mi hija mayor fue un dolor enorme para mí. Estuvimos de velorio ese día, después al otro día me dicen que habían encontrado el cuerpo de mi hija más chiquita, eso me partió el alma. Otra vez velorio, otra vez sepelio. Y después me dicen que encontraron a mi señora. Preferiría que me torturen todos los días, que me operen sin anestesia el corazón, que me saquen las entrañas pero que me devuelvan a mis tres amores vivos.

fuente: http://www.elesquiu.com



Casa donde se refugió con su familia al salir corriendo