¿Hay una deuda buena y otra mala? El autor explica las razones de endeudarse en tiempos de déficit fiscal.
Autor: Martín Tetaz
Es importante comprender que la deuda es la contracara del déficit fiscal y que cuando un país entra en recesión lo mejor que puede hacer es financiarse afuera porque si usa el ahorro local, deja menos disponible para la economía doméstica y derrumba la inversión en su propia casa.
Publicado en El Día el 6 de noviembre de 2016
Jorge es un típico laburante de clase media. El primer día hábil la
empresa le deposita los $25.000 pesos de su sueldo, que rápidamente se
reducen a $15.000 porque tiene la cuota del auto y el colegio de los
chicos en débito automático. A duras penas achica los días para que
alcancen al salario y con alguna que otra changa adicional llega
estoicamente al 28.
Cuando cree que está a punto de alcanzar la meta, un sobre naranja se
cuela por debajo de la puerta y lo deja sin aire; son los $2.500 de
patente, que como se paga mes por medio, por algún extraño diseño de
nuestro sistema cognitivo no alcanza el estatus de gasto regular y cae
frecuentemente en el olvido… hasta que llega la boleta.
Por suerte Jorge tiene una suegra generosa, con más pensión que
necesidades, que lo convence de aceptar su colaboración para pagar los
gastos del auto, con la excusa de que el rodado en realidad le sirve más
a su mujer que es la que en última instancia lo usa nueve de cada diez
veces. El tema se resuelve con un préstamo tan flojo de papeles como
flexible en materia de cuotas y plazos.
Pero, un momento. ¿El dinero del préstamo fue efectivamente a pagar los gastos del auto?
Lo concreto es que Jorge gastó más de la cuenta y aunque la mamá de su
mujer le diga que el dinero que le adelanta es para el auto, no sabemos
qué consumo habría postergado en caso de haber tenido que ajustar el
cinturón.
Los billetes son todos iguales y por lo tanto, aunque mantengamos
cuentas mentales separadas pensando que con la plata de mi trabajo pago
el colegio de los chicos y con la de mi mujer se paga el supermercado,
al fin de cuentas es el mismo dinero y la división de cuentas a cargo de
cada uno resulta una ilusión.
De manera que Jorge, lejos de haber estado a punto de sufrir la
bancarrota por culpa de la patente, estuvo al borde de llevar sus
finanzas a la banquina por su comportamiento poco austero en general,
que lo hizo gastar más de la cuenta, sin que pueda saberse cuál fue el
gasto responsable del cuasi default.
La tendencia habitual es a buscar la causa, contigua temporal y
espacialmente a la consecuencia, pero cuando nos quedamos sin dinero a
fin de mes, bien podría deberse a haber gastado de manera displicente
los primeros días, cuando el dinero sobraba y nada hacía parecer que
acabaríamos pasando penurias.
Sólo un registro minucioso y sistemático de cada ingreso y cada gasto,
puede hacernos ver dónde está la debilidad de nuestras finanzas y
ayudarnos a planificar mejor nuestra economía doméstica.
Deuda buena y deuda mala
Por la misma razón tampoco tiene sentido pensar que cuando los
gobiernos contraen deuda, la plata debe ir a un fin específico, porque
si fuera para hacer puentes, por ejemplo, el Ejecutivo pagaría con los
dólares de la deuda esa obra de infraestructura y los pesos que antes el
Tesoro destinaba a puentes, quedan ahora liberados para gastarlos en lo
que quiera, incluyendo gasto corriente.
Entonces no es posible determinar el destino de cada forma de
financiamiento y la práctica habitual de decir que con los impuestos se
paga tal cosa y con la deuda otra cosa, es en realidad una fantasía
contable.
Pero, además, aunque fuera posible determinar que el endeudamiento no
es en realidad para hacer nuevas obras sino para tapar el agujero del
déficit corriente, tampoco eso tiene nada de malo. Al contrario; la
deuda sirve también para suavizar los ajustes en momentos recesivos. Si
el gobierno estuviera obligado a gastar solo lo que recauda de impuestos
en cada momento del tiempo, pues cuando la economía se contrae se vería
obligado a reducir salarios o echar personal, profundizando la crisis.
Justamente, lo que planteaba con buen tino John Maynard Keynes 85 años
atrás, es que los gobiernos deben contribuir con políticas contra
cíclicas, endeudándose y gastando más en las crisis, para contraer el
consumo y pagar las deudas durante las expansiones en la actividad
económica.
En este sentido es importante comprender que la deuda es la contracara
del déficit fiscal y que cuando un país entra en recesión lo mejor que
puede hacer es financiarse afuera porque si usa el ahorro local, deja
menos disponible para la economía doméstica y derrumba la inversión en
su propia casa.
Por eso es razonable, aunque discutible, el planteo de la ortodoxia en
el sentido de pedir un ajuste fiscal clásico que reduzca fuertemente el
rojo de las cuentas públicas, porque sin déficit no hay deuda, pero
resulta esquizofrénica la crítica por parte de los defensores del
mantenimiento del déficit fiscal y mucho más si los que se rasgan las
vestiduras con el crecimiento de la deuda son los que generaron el
actual desbalance en las cuentas públicas.
Link http://www.eldia.com/opinion/deuda-para-gasto-corriente-o-para-infraestructura-178040
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