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jueves, 22 de febrero de 2018

“Un sátiro suelto en Santa Cruz”

por Federio Andahazi

El escritor repasó la historia un terrible personaje patagónico.

Federico Andahazi: “Cuando las aguas se calmaron y parecía haberse tratado de un hecho aislado, sucedió lo que muchos temían: un segundo ataque, idéntico al anterior, sembró el pánico en Río Gallegos”


Primera parte (Para escuchar)

Alfredo (Leuco), hoy traigo un episodio increíble de nuestra historia reciente, uno de esos capítulos que todavía no llegaron a los escritorios de los historiadores, pero que son imprescindibles para comprender cómo se escribe la historia.


Varias veces mencionamos en este programa los fallos de Eugenio Zaffaroni, puntualmente, el caso Tiraboschi. Recordemos que gracias a ese fallo vergonzoso, Zaffaroni decidió atenuar la condena a un violador de una menor porque la abusó con la luz apagada. Bueno, hoy te invito a descubrir a otro personaje, un abogado muy famoso, de la misma catadura, que cuando te diga de quién se trata, te vas a sorprender.
La historia es así:una destemplada mañana patagónica de 1982, al gélido viento de la tranquila ciudad de Río Gallegos se sumó el frío de una noticia que congeló la sangre de la población: una adolescente había sido violada en las afueras de la ciudad. Los diarios y los propios vecinos comentaban el hecho con justificada alarma. No era frecuente que en Santa Cruz sucedieran ataques sexuales. A las versiones periodísticas se agregaban otros datos escalofriantes: la ferocidad de la agresión y el aspecto siniestro del violador que ocultaba la cara debajo de una pavorosa máscara negra. Los padres de las adolescentes estaban aterrados.

Cuando las aguas se calmaron y parecía haberse tratado de un hecho aislado, sucedió lo que muchos temían: un segundo ataque, idéntico al anterior, sembró el pánico en Río Gallegos. La noticia pasó a la primera plana de los diarios y los conductores de los noticieros hablaban del tema con indignación. La víctima, otra mujer joven, relató que el violador, igual que en el primer caso, tenía la cara cubierta.
El jefe de policía local y sus colaboradores intentaban llevar calma. Pero a los pocos días, el misterioso personaje volvió al ataque. Se trataba del primer violador serial de Río Gallegos y los medios lo bautizaron como “El sátiro del pasamontañas”.

De acuerdo con uno de los relatos, el violador amenazaba a sus víctimas con un arma semejante a la que usaba la policía. Por otra parte, no dejaba de resultar llamativa la impunidad con la que actuaba el “sátiro”. Muchos vincularon estos dos hechos y dirigieron la mirada a la propia policía. Sin embargo, una nueva aparición del violador parecía desmentir estas sospechas: el sátiro del pasamontañas había abusado de la ahijada de un ex jefe de la Policía de la provincia. Fue la gota que colmó el vaso. Pocas horas después, con todas las fuerzas movilizadas, por fin, lograron atrapar al violador. Cuando el indignado jefe policial que había jurado vengar el honor de su ahijada arrancó de un tirón el pasamontañas que cubría la cara del criminal, la sorpresa fue mayúscula. ¿Quién era el célebre sátiro? Se trataba del oficial Gómez Ruoco, Segundo Jefe de la Policía Federal de Río Gallegos.

El caso llegó a la justicia. La acusación quedó a cargo del Dr. Rafael Flores, un abogado honesto que había sido detenido en los comienzos de la dictadura militar en 1976 junto a un compañero de militancia. Sin embargo, el propio Rafael Flores se ha ocupado de aclarar que jamás fue funcionario de la dictadura, que su participación en el juicio fue como fiscal ad hoc, recordemos que esto transcurría en 1982.

Me dijo Rafael Flores, quién entrevisté cuando escribí la “Historia sexual de los argentinos”, que “desde que existe Poder Judicial organizado sucede que, en algunos casos, los jueces, defensores y fiscales no pueden actuar por una variedad de razones. Si no se los puede reemplazar por otro funcionario se sortea un abogado de la matrícula para que actúe ‘ad hoc’; esto constituye una carga pública. En aquellos años, con una estructura pequeña de la justicia de Santa Cruz, todos los abogados del foro actuábamos varias veces reemplazando a los defensores y fiscales. Obviamente eso no nos transformaba en funcionarios.”

Cuando lo entrevisté para la reconstrucción de este episodio, Rafael Flores recordó que debió tomar el caso contra sus deseos: “Justo faltaba una semana para que empezara la feria. Pero como no había fiscal disponible, tuve que aceptar”.

Rafael Flores, como fiscal, ejerció una acusación impecable contra el policía violador, destacando la gravedad de los delitos contra las menores. No le tembló el pulso al elevar su índice acusatorio, ni temió por su integridad al inculpar a un alto funcionario policial de la dictadura militar, un represor que hacía trabajos de Inteligencia. De hecho, un tiempo antes, el propio Rafael Flores había sido objeto de un torpe intento de espionaje por parte de Gomez Ruoco.

Alfredo, hasta acá tenemos el frío de Santa Cruz, varias menores ultrajadas, un violador serial que se ocultaba detrás de un pasamontañas y resultó ser, nada menos, un subjefe de la policía. Del otro lado había un fiscal honesto que había sido detenido junto a un compañero de militancia en los inicios de la dictadura allá por 1976, y ahora estaba decido a mandar a este violador a la cárcel. Pero todavía nos falta saber quién fue el abogado defensor del violador y saber cómo terminó este juicio que mantuvo en vilo a la tranquila Santa Cruz allá por el año 1982. No vas a poder creer el final de esta historia que parece una novela policial.

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FUENTE: https://radiomitre.cienradios.com/un-satiro-suelto-en-santa-cruz-por-federio-andahazi/

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