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domingo, 3 de enero de 2016

Detrás del relato, la realidad



Sacando lo erróneo de la cifras, malas sumas y restas, y su incongruencias, lo cierto es que el estado destruido por un relato altamente corrupto y delictivo es lo que ha quedado en evidencia en todo este tiempo, no quiero ser agorero pero nadie o solo unos pocos fanáticos irracionales niegan que serán muchos hechos más  los que nos informen sobre una realidad que antes nadie quería ver por conveniencia, falsas antinomias bien explotadas y sobre todo porque muchos creían y creen que es un ídolo o buen gobernante aquel que gasta y gasta sin importar que cada días quedará menos, ni se repone, ni se alienta el mayor ingreso productivo y creían y creen que con los malandras fabricando billetes a trochimoche alcanzaba para que la gran mentira perdurara y los korruptos sigan llenando sus bolsillos a costa de la ignorancia colectiva propalada en los medios billetes tras billete durante años, con la obsecuente plana gubernamental de las provincias presta a someternos y sacar sus provechos personales y una muy interesada “dirigencia” en mantener privilegios que de otra forma o trabajando jamás lograrían. 

Detrás del relato, la realidad
En la larga década kirchnerista, Santa Cruz fue la provincia más favorecida en el reparto de fondos de la Nación. Y podría seguir siéndolo de acuerdo con el Presupuesto nacional 2016 que Cristina Kirchner le dejó listo a Mauricio Macri: entre los proyectos de inversión y las transferencias de capital que tiene previsto realizar el Estado este año, cada habitante de la provincia patagónica recibirá unos $21.315, seguido muy de lejos, con $11.158, por Tierra del Fuego. En los últimos lugares del listado figuran Córdoba ($1.650) y Santa Fe ($1.355).
En los últimos tres años de gestión, el gobierno repartió más de $20.480 millones a las provincias para el tendido y el mantenimiento de rutas, la obra pública en general, la urbanización de villas, la edificación de escuelas y otras inversiones de capital.
En ese rubro, las provincias gobernadas por el FV ocuparon los 17 primeros puestos entre los distritos que más fondos recibieron. En términos absolutos, la provincia de Buenos Aires fue la más beneficiada y la siguieron Chaco, Tucumán y Misiones.
Pero si se mide la transferencia de fondos por habitante, la mayor beneficiada fue Santa Cruz. Cada persona recibió $ 2.850 por año en promedio durante el último mandato de Cristina, 30 veces más que la ciudad de Buenos Aires y 38 veces por encima de Córdoba.
Santa Cruz es, además, de acuerdo con datos del INDEC de 2014, la provincia con mayor proporción de empleos públicos del país, con 48,6% del total de la jurisdicción. Es decir, 1 de cada 2 trabajadores santacruceños recibe su sueldo del Estado provincial.
Hay un caso emblemático. Caleta Olivia, ese lejano pueblo adonde emigraron durante años los catamarqueños –especialmente de Tinogasta- que fueron en búsqueda de trabajo y prosperidad, es el municipio más subsidiado de Argentina. Tiene actualmente un padrón de 6.500 empleados, sobre una población de 70 mil habitantes. En San Fernando del Valle de Catamarca, con más de 160 mil habitantes, la planta de empleados municipales no supera los 3.000. Y no es precisamente Catamarca un buen ejemplo de bajo empleo público.
Sin dudas, para soportar semejante nivel de clientelismo, la provincia del ex matrimonio presidencial necesitaba contar con enormes favores del Estado nacional.
Cara de piedra
El martes pasado, la flamante gobernadora de Santa Cruz, Alicia Kirchner, trazó un panorama alarmante de la situación en que encontró a la provincia. Dijo que sobre un presupuesto de 25.000 millones de pesos, este año tendrá un déficit de 4.600 millones. Explicó que "los ingresos se ven ampliamente superados por los egresos”; que existen "escuelas con los techos caídos, problemas de electricidad, desagües que rebasan”. Y concluyó: "Estamos en presencia de un Estado permisivo, desorganizado, muy crítico”. Tan es así, que si no hubiera sido por el apoyo del Gobierno nacional, la provincia "habría quebrado”.
No se puede afirmar con certeza si ese día sorprendió más la revelación del estado calamitoso de Santa Cruz o el histrionismo de Alicia. Porque ni ella, ni su cuñada Cristina, ni su fallecido hermano Néstor ni su sobrino diputado Máximo podían desconocer la realidad de la provincia que esa familia gobernó durante 24 años. Y, por cierto, resulta increíble suponer que Daniel Peralta, el ex gobernador, se dio maña para incendiar el edén kirchnerista en solo 4 años.
La provincia patagónica, la de los hielos eternos, los simpáticos pingüinos y las millonarias regalías petroleras, fue también el origen del Frente para la Victoria que ideó y encarnó un modelo político, "nacional y popular”, que gobernó el país con un centralismo exacerbado, con premios a los obedientes y sumisos y castigos a los insurrectos. Con un feudalismo recalcitrante y decadente. Con una concepción autoritaria del Estado, basada en un populismo tan retrógrado como inconducente para desarrollar el país.
Y Alicia fue una de las protagonistas principales de ese modelo. Estuvo en sus inicios, colaboró, lo defendió y, por supuesto, se benefició con las gangas del Estado.
Arrancó su carrera política en 1975 como viceministra de Acción Social de Santa Cruz, y años más tarde ejerció varias veces en la misma área en Río Gallegos y en la provincia. En 2003 asumió como ministra Desarrollo Social de la Nación, en 2005 fue electa senadora nacional y al año siguiente retomó nuevamente la cartera de Desarrollo Social hasta que juró como gobernadora.
Precisamente el día en que asumió, un millar de trabajadores de Desarrollo Social de la Nación habían tomado las dependencias del organismo en toda la provincia en protesta por su precarización laboral. Trabajan por una "ayuda económica", están en negro y sin aportes. O sea, gente que la misma Alicia Kirchner tomó cuando era ministra y ni siquiera les pudo garantizar un empleo digno.
Ahí está el modelo. Una provincia atiborrada de empleados públicos, jubilaciones de privilegio, pero también con gente precarizada. Un Estado en llamas por sus cuentas en rojo, pese a haber recibido transferencias extraordinarias, gigantescas, casi obscenas, de fondos que fueron a parar quién sabe a dónde. O sí. Tal vez habría que buscarla en El Calafate, en los inmuebles y en las cuentas bancarias de ex gobernantes y prósperos empresarios. Porque, está claro, la riqueza de Santa Cruz no se derramó sobre su pueblo.
Pero Alicia se victimiza por las consecuencias del "Estado permisivo”, por los gastos que exceden los ingresos y las escuelas que se caen a pedazos. Tanta hipocresía indigna. 
La "madrina”
Quizás no lo haya pensado, pero la descripción que hizo Alicia de una Santa Cruz en ruinas es la más contundente admisión del fracaso del modelo kirchnerista. El relato, esto es, la construcción simbólica y demagógica del modelo político populista, se desmoronó y dio lugar a los hechos reales. Lo que quedó al desnudo es un Estado incapaz de generar sustentabilidad.
En su provincia, está visto, Alicia no vive en el país de las maravillas.
Y pese a la distancia, Catamarca también incorporó las recetas del modelo agotado y comparte algunas miserias con Santa Cruz: hay escuelas en muy malas condiciones, los centros de salud carecen de profesionales y el empleo estatal es la mejor salida laboral para la mayoría de los habitantes, y así anula el desarrollo del sector privado.
Estas semejanzas no deberían producir extrañamiento. Luego de la Virgen del Valle, Alicia Kirchner fue considerada y tratada en Catamarca como su gran benefactora hace un par de años. Hasta le permitieron que estampe su rostro en los afiches de campaña de su sobrina, Verónica Mercado, electa diputada nacional en las urnas de octubre.
Hasta tanto aparezcan nuevas revelaciones de lo que dejó el modelo "nac & pop”, habrá que agradecerle a Alicia por haberlo desnudado en su mismísima cuna. 

FUENTE: http://www.elancasti.com.ar 
 



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