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lunes, 7 de enero de 2013

NO ME CORRAS POR IZQUIERDA



"NO ME CORRAS POR IZQUIERDA"

VALIENTE ANÁLISIS DE FABIÁN FERRANTE 
(TRIBUNA DE PERIODISTAS) -
07 / 01 / 2013


"EL RELATO KIRCHNERISTA ES EL RESUMEN LERÚ DE LA HISTORIA"

Hartos ya de estar hartos del relato y de los relatores, se continuará tratando de explicar, en breves dosis, la parte arteramente recortada de la historia.

Y ojo que esto no es mero asunto de los Kirchner. La honestidad intelectual requiere que se ponga en blanco sobre negro que, la democracia toda, tiene su cuota parte de responsabilidad en esta reescritura. Por aquello de las rentables omisiones.

Lo único que importa es desayunar al piberío, a los hijos de la nueva democracia. A los fieles de estos santos no tan santos.

Acaso haya que agradecerle al kirchnerismo que haya exagerado tan burdamente la historia recortada. Porque la desdibujó tanto que la volvió historieta. Y nos permite entonces acometer su desentrañamiento, a favor de tanta gente que, por no entender el hoy, indaga en el ayer. Y, para mal de muchos, encuentra las respuestas.


Éramos tan zurdos….

“Si no se es un poco de izquierda en la juventud, es porque no se tiene corazón. Si no se es un poco de derecha, en la madurez, es porque no se tiene cerebro”. La frase popular reitera “un poco”, y es quizá lo más importante de la misma. El “un poco” es el equilibrio, la mesura. Es el hincha de Ferro en medio de tanto Boca y River.

Vuelve uno a la lejana noche de 1970, cuando las pantallas mostraron un cartel con la leyenda de “buscados”, desde el Stromberg Carlson valvular, con Canal 7 que se veía casi amarillento.

Firmenich, Arrostito, Ramus, Capuano Martínez, Abal Medina. Todos muy jóvenes, sindicados como los secuestradores y asesinos de Aramburu. En mucha gente del común, el hecho despertaba sentimientos encontrados.

Un secuestro y un asesinato no se podían aplaudir desde la decencia, pero ahí mismo uno tenía a su viejo, que había estado en la Plaza en el 55, cuando la aviación naval bombardeó y ametralló a la gente.

“Junto al cordón de la vereda corría agua roja”, no olvidaré jamás el comentario. Hay que decir, entonces, que el joven sentimiento pendulaba entre el repudio al crimen nuevo, y un cierto dejo de justicia popular, de reivindicación del crimen viejo, de la matanza cruel hasta ese momento impune.

No se veían tan siniestras las banderas, los trapos pintarrajeados ni las patillas largas. Al cabo uno estaba generacionalmente mucho más cerca de ellos que de los que mandaban.

Los guerrilleros se parecían mucho más a Lennon que a Vivaldi. Pero no eran más que fanáticos Salieris de Fidel.

Y siguieron matando, ya enamorados de la sangre. De la propia y de la ajena. Parecía no importarles nada. Cada vez que escucho hablar a la Presidenta de su club de fans, me convenzo más de que, efectivamente, nada les importaba.

Después llegó el circo del 73, tan parecido al actual, con un mucamo como presidente, cárceles abiertas, asesinos de ayer regresados a las calles para seguir asesinando, el regreso de un providencial como supuesta prenda de paz, que terminó aumentando la matanza, esta vez entre los propios.

Empezamos a advertir que el peronismo de derecha se mataba con el peronismo de izquierda, y que la simpática bandera de Guevara chorreaba sangre nueva, sangre de acá.

Y ahí fue que muchos, por mera sensatez y evitando caer en ciegos fanatismos, quitamos cualquier forma de adhesión, porque ya era barbarie lisa y llana. ¿Un demonio? No lo dudo ni por un momento.

Ya no quedaba lugar para el hombre de la calle, porque todo era fanatismo absurdo. Y el hombre de la calle siempre, lo único que quiso, fue vivir como la gente y nada más.

Por eso, relator del relato, no me corras por izquierda con la historia reescrita. Estuve ahí y la vi con mis propios ojos. Y fue distinta de lo que me querés contar.
Conmigo no.



Éramos tan resistentes…

Entrada la época del demonio nuevo, del más siniestro de los dos, los desaparecidos fueron eje de la indignación. Y por supuesto que comulgamos con la primera Hebe, ¿cómo no hacerlo, si teníamos un alma? Aunque hoy, en la segunda madurez, nos hayamos dado cuenta que ella no.

Sin dudas que íbamos a comunicarnos con Charly, aquél inigualable amigo que hacía periodismo desde el arte, y puteamos a la cana cuando entró a Obras y se llevó a Joan Baez, sentada en la primera fila del primer Serú.

Y también tuvimos nuestro Luna Park subiendo a palazos al bondi, a la salida, para dormir en el patio de la primera. Claro que sí.

Escribimos nuestras canciones, en consonancia, dibujando las letras para llevarlas al código “del palo”, para entendernos sin que lo entiendan ellos. Y hasta perdimos chances de grabar discos por no querer cambiar las letras, y hasta supimos darle refugio a algún amigo asustado. En noches de mate alto y guitarra bajita, por las dudas.

Pero eso no nos hizo resentidos. No nos marcó la vida desde el odio ni nos hizo olvidar de lo que había ocurrido antes. Otra vez, fuimos de Ferro antes que de Boca o River. Afortunadamente. Estábamos creciendo. Mientras tus nuevos próceres sumaban propiedades en Gallegos, esquilmando al laburante víctima de Martínez de Hoz.

Entonces no me corras por izquierda, relator, porque estuve en sitios de los que vos te estás enterando por los libros. Y son libros chiquitos, incompletos, resúmenes Lerú de la verdad.



Éramos tan democráticos…

Vimos el 83 de la esperanza, nos emocionamos con la idea de que con la democracia se comía se curaba y se educaba, hicimos asados festejando y el 10 de diciembre aplaudimos el ingreso de la columna de la JP a Plaza Italia, cuando Raúl Alfonsín, ya presidente, le habló a la multitud.

Éramos la mar de democracia. Teníamos esperanza, algo que hoy, sentimos tan desaparecido como los amigos del barrio.

Me pregunto dónde estuviste vos, relator kirchnerista, que llevás tanto odio en las alforjas, cuando estuvimos todos juntos de verdad.

Fuimos tratando de seguir creciendo, en libertad, que no era algo a lo que estuviéramos demasiado acostumbrados.

La Conadep, el nunca más y Strassera nos hicieron inflar el pecho, porque Nüremberg lo hicieron los aliados, pero acá se juzgaba entre el gauchaje. Y vimos bien que también se fuera sobre los jefes guerrilleros, porque era el tiempo de cerrar heridas y de que los responsables del horror se hicieran cargo. De ambos lados, como corresponde.

Salimos a las calles cuando Rico, para tratar de defender la parada, y todavía seguimos esperando al General Alais.

Después empezamos a advertir que pasaban cosas raras. Que los que 10 años atrás nos entramparon, volvían a la carga, disfrazados de Ubaldinis, de Manzanos, de Grosos. Que aparecían los Triacas y los Nosiglias, y terminamos viendo una remake de la barbarie en Chingolo, y esta vez a color. Desde el Sanyo brasilero se veía el rojo de la sangre. Y vino el Tiempo Nuevo de Cavallo, y nos comenzaron a cocinar por otros medios.

Seguimos creciendo en el entendimiento de que habíamos vuelto a ser bastante idiotas, porque al final, se estaban empezando a cargar a la democracia, y se volvía a no curar, a no comer y a no educar.

¿Qué historia me querés contar corriéndome desde la izquierda si estuve ahí para ver a Firmenich indultado con Videla? ¿Si ví a Galimberti asociado con Jorge Born?



Tiempos modernos

Seguíamos creciendo con los tiempos, y eso nos permitió entender algunas cosas. Que hacía falta hablar de 30.000 para poder facturar indemnizaciones desde las arcas del Estado. Y que el pañuelo blanco se iba poniendo cada vez más gris. Hasta terminar en esta epopeya histórica que tanto te seduce, (en la historieta), del mismo gris verdoso del cemento portland, el de los Sueños Defaulteados.

Que porque vimos lo que vimos, porque vivimos lo que vivimos, tener en el gobierno a Kunkel y a Vaca Narvaja, con Garré de la mano de Verbitsky, nos parece lo mismo que si fueran Alemann y el Tigre Acosta, con Neustadt dándole letra a Astíz.

Y porque ya contamos varios febreros, no nos acuestan más los Kirchner, que con la izquierda te levantan la bandera de Azucena Villaflor, pero con la derecha le suscriben a la Barrick Gold. Que desde al atril señalan complicidades con la dictadura, mientras la hermana Aicia esconde su currículum vitae. Que se calzan la metralleta imaginaria de las 1050 balas.

A ver si me entendés, relatorcito. Cuando a vos te estaban redactando esa historieta, para que la propales como si fuera la verdad irrefutable, nosotros ya habíamos estado ahí 15 años antes, y regresábamos sabiendo de qué iba. Y por eso somos de Ferro. ¿Se interpreta?

Entonces no nos corras más desde la izquierda. Porque vos podrás hablar desde un relato, pero nosotros te callamos con la historia entera.

Fabián Ferrante
VALIENTE ANÁLISIS DE FABIÁN FERRANTE 
(TRIBUNA DE PERIODISTAS) -
07 / 01 / 2013


"EL RELATO KIRCHNERISTA ES EL RESUMEN LERÚ DE LA HISTORIA"

Hartos ya de estar hartos del relato y de los relatores, se continuará tratando de explicar, en breves dosis, la parte arteramente recortada de la historia.

Y ojo que esto no es mero asunto de los Kirchner. La honestidad intelectual requiere que se ponga en blanco sobre negro que, la democracia toda, tiene su cuota parte de responsabilidad en esta reescritura. Por aquello de las rentables omisiones.

Lo único que importa es desayunar al piberío, a los hijos de la nueva democracia. A los fieles de estos santos no tan santos.

Acaso haya que agradecerle al kirchnerismo que haya exagerado tan burdamente la historia recortada. Porque la desdibujó tanto que la volvió historieta. Y nos permite entonces acometer su desentrañamiento, a favor de tanta gente que, por no entender el hoy, indaga en el ayer. Y, para mal de muchos, encuentra las respuestas.


Éramos tan zurdos….

“Si no se es un poco de izquierda en la juventud, es porque no se tiene corazón. Si no se es un poco de derecha, en la madurez, es porque no se tiene cerebro”. La frase popular reitera “un poco”, y es quizá lo más importante de la misma. El “un poco” es el equilibrio, la mesura. Es el hincha de Ferro en medio de tanto Boca y River.

Vuelve uno a la lejana noche de 1970, cuando las pantallas mostraron un cartel con la leyenda de “buscados”, desde el Stromberg Carlson valvular, con Canal 7 que se veía casi amarillento.

Firmenich, Arrostito, Ramus, Capuano Martínez, Abal Medina. Todos muy jóvenes, sindicados como los secuestradores y asesinos de Aramburu. En mucha gente del común, el hecho despertaba sentimientos encontrados.

Un secuestro y un asesinato no se podían aplaudir desde la decencia, pero ahí mismo uno tenía a su viejo, que había estado en la Plaza en el 55, cuando la aviación naval bombardeó y ametralló a la gente.

“Junto al cordón de la vereda corría agua roja”, no olvidaré jamás el comentario. Hay que decir, entonces, que el joven sentimiento pendulaba entre el repudio al crimen nuevo, y un cierto dejo de justicia popular, de reivindicación del crimen viejo, de la matanza cruel hasta ese momento impune.

No se veían tan siniestras las banderas, los trapos pintarrajeados ni las patillas largas. Al cabo uno estaba generacionalmente mucho más cerca de ellos que de los que mandaban.

Los guerrilleros se parecían mucho más a Lennon que a Vivaldi. Pero no eran más que fanáticos Salieris de Fidel.

Y siguieron matando, ya enamorados de la sangre. De la propia y de la ajena. Parecía no importarles nada. Cada vez que escucho hablar a la Presidenta de su club de fans, me convenzo más de que, efectivamente, nada les importaba.

Después llegó el circo del 73, tan parecido al actual, con un mucamo como presidente, cárceles abiertas, asesinos de ayer regresados a las calles para seguir asesinando, el regreso de un providencial como supuesta prenda de paz, que terminó aumentando la matanza, esta vez entre los propios.

Empezamos a advertir que el peronismo de derecha se mataba con el peronismo de izquierda, y que la simpática bandera de Guevara chorreaba sangre nueva, sangre de acá.

Y ahí fue que muchos, por mera sensatez y evitando caer en ciegos fanatismos, quitamos cualquier forma de adhesión, porque ya era barbarie lisa y llana. ¿Un demonio? No lo dudo ni por un momento.

Ya no quedaba lugar para el hombre de la calle, porque todo era fanatismo absurdo. Y el hombre de la calle siempre, lo único que quiso, fue vivir como la gente y nada más.

Por eso, relator del relato, no me corras por izquierda con la historia reescrita. Estuve ahí y la vi con mis propios ojos. Y fue distinta de lo que me querés contar.
Conmigo no.



Éramos tan resistentes…

Entrada la época del demonio nuevo, del más siniestro de los dos, los desaparecidos fueron eje de la indignación. Y por supuesto que comulgamos con la primera Hebe, ¿cómo no hacerlo, si teníamos un alma? Aunque hoy, en la segunda madurez, nos hayamos dado cuenta que ella no.

Sin dudas que íbamos a comunicarnos con Charly, aquél inigualable amigo que hacía periodismo desde el arte, y puteamos a la cana cuando entró a Obras y se llevó a Joan Baez, sentada en la primera fila del primer Serú.

Y también tuvimos nuestro Luna Park subiendo a palazos al bondi, a la salida, para dormir en el patio de la primera. Claro que sí.

Escribimos nuestras canciones, en consonancia, dibujando las letras para llevarlas al código “del palo”, para entendernos sin que lo entiendan ellos. Y hasta perdimos chances de grabar discos por no querer cambiar las letras, y hasta supimos darle refugio a algún amigo asustado. En noches de mate alto y guitarra bajita, por las dudas.

Pero eso no nos hizo resentidos. No nos marcó la vida desde el odio ni nos hizo olvidar de lo que había ocurrido antes. Otra vez, fuimos de Ferro antes que de Boca o River. Afortunadamente. Estábamos creciendo. Mientras tus nuevos próceres sumaban propiedades en Gallegos, esquilmando al laburante víctima de Martínez de Hoz.

Entonces no me corras por izquierda, relator, porque estuve en sitios de los que vos te estás enterando por los libros. Y son libros chiquitos, incompletos, resúmenes Lerú de la verdad.



Éramos tan democráticos…

Vimos el 83 de la esperanza, nos emocionamos con la idea de que con la democracia se comía se curaba y se educaba, hicimos asados festejando y el 10 de diciembre aplaudimos el ingreso de la columna de la JP a Plaza Italia, cuando Raúl Alfonsín, ya presidente, le habló a la multitud.

Éramos la mar de democracia. Teníamos esperanza, algo que hoy, sentimos tan desaparecido como los amigos del barrio.

Me pregunto dónde estuviste vos, relator kirchnerista, que llevás tanto odio en las alforjas, cuando estuvimos todos juntos de verdad.

Fuimos tratando de seguir creciendo, en libertad, que no era algo a lo que estuviéramos demasiado acostumbrados.

La Conadep, el nunca más y Strassera nos hicieron inflar el pecho, porque Nüremberg lo hicieron los aliados, pero acá se juzgaba entre el gauchaje. Y vimos bien que también se fuera sobre los jefes guerrilleros, porque era el tiempo de cerrar heridas y de que los responsables del horror se hicieran cargo. De ambos lados, como corresponde.

Salimos a las calles cuando Rico, para tratar de defender la parada, y todavía seguimos esperando al General Alais.

Después empezamos a advertir que pasaban cosas raras. Que los que 10 años atrás nos entramparon, volvían a la carga, disfrazados de Ubaldinis, de Manzanos, de Grosos. Que aparecían los Triacas y los Nosiglias, y terminamos viendo una remake de la barbarie en Chingolo, y esta vez a color. Desde el Sanyo brasilero se veía el rojo de la sangre. Y vino el Tiempo Nuevo de Cavallo, y nos comenzaron a cocinar por otros medios.

Seguimos creciendo en el entendimiento de que habíamos vuelto a ser bastante idiotas, porque al final, se estaban empezando a cargar a la democracia, y se volvía a no curar, a no comer y a no educar.

¿Qué historia me querés contar corriéndome desde la izquierda si estuve ahí para ver a Firmenich indultado con Videla? ¿Si ví a Galimberti asociado con Jorge Born?



Tiempos modernos

Seguíamos creciendo con los tiempos, y eso nos permitió entender algunas cosas. Que hacía falta hablar de 30.000 para poder facturar indemnizaciones desde las arcas del Estado. Y que el pañuelo blanco se iba poniendo cada vez más gris. Hasta terminar en esta epopeya histórica que tanto te seduce, (en la historieta), del mismo gris verdoso del cemento portland, el de los Sueños Defaulteados.

Que porque vimos lo que vimos, porque vivimos lo que vivimos, tener en el gobierno a Kunkel y a Vaca Narvaja, con Garré de la mano de Verbitsky, nos parece lo mismo que si fueran Alemann y el Tigre Acosta, con Neustadt dándole letra a Astíz.

Y porque ya contamos varios febreros, no nos acuestan más los Kirchner, que con la izquierda te levantan la bandera de Azucena Villaflor, pero con la derecha le suscriben a la Barrick Gold. Que desde al atril señalan complicidades con la dictadura, mientras la hermana Alicia esconde su currículum vitae. Que se calzan la metralleta imaginaria de las 1050 balas.

A ver si me entendés, relatorcito. Cuando a vos te estaban redactando esa historieta, para que la propales como si fuera la verdad irrefutable, nosotros ya habíamos estado ahí 15 años antes, y regresábamos sabiendo de qué iba. Y por eso somos de Ferro. ¿Se interpreta?

Entonces no nos corras más desde la izquierda. Porque vos podrás hablar desde un relato, pero nosotros te callamos con la historia entera.

Fabián Ferrante

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