Por Alejandro Borensztein
Ella nos alertó de que en el balotaje podría ganar un tipo
que pretende volver a los años 90. No aclaró si hablaba de Macri o de
Scioli.
La frase que titula esta nota es una de mis
maldiciones judías preferidas. Se usa para ciertas situaciones en las
que, hagas lo que hagas, cualquier cosa será inútil.
Un buen ejemplo de cómo usar esta frase, es el desesperado intento
del gobierno por contrabandear militantes en todos los organismos
públicos para tratar de zafar de la guadaña con la que vienen Macri y
Scioli. Es verdad que uno la trae mucho más afilada que el otro, pero
traer la traen los dos.
El gobierno nombra jueces, auditores, subrogantes, fiscales, funcionarios, empleados, ñoquis, directores, etc, etc. Todos tipos que, dentro de cinco minutos, al kirchnerismo “le van a servir como ventosa al muerto”.
El gobierno nombra jueces, auditores, subrogantes, fiscales, funcionarios, empleados, ñoquis, directores, etc, etc. Todos tipos que, dentro de cinco minutos, al kirchnerismo “le van a servir como ventosa al muerto”.
Como se lo vengo diciendo hace un año, amigo lector, cualquiera sea
el resultado, el kirchnerismo è fuori de la Copa. Por eso están tan
nerviosos.
De ahí que, cuando Ella lo mira al Compañero Lancha, se puede intuir
fácilmente que le está lanzando otra ingeniosa maldición bíblica, como
por ejemplo: “Que dejes tu cabeza en la casa de empeños y pierdas el
comprobante”.
El Compañero Lancha, que ya sabe que Ella va a votar al Compañero
Mauri, la mira con esa sonrisa nerviosa que le apareció en las últimas
semanas, mientras piensa en otra maldición memorable: “Que se te caigan
todos los dientes menos uno, y que ése te duela”.
Ella no es la única kirchnerista que va a votar a Macri. El otro que
sueña con una buena derrota de Scioli es Aníbal Fernández, en un intento
por opacar la catástrofe que él mismo le provocó al peronismo en la
Provincia de Buenos Aires. Como para que todos tengamos una verdadera
dimensión del suceso, en 1983 el candidato a gobernador Herminio
Iglesias, que venía de quemar el histórico cajón de Herminio, perdió con
el 40% de los votos. El Compañero La Morsa sacó el 35%, en la peor
elección provincial del peronismo desde Juan de Garay hasta la fecha.
Es fácil imaginar que cuando al Jefe de Gabinete lo enfocan mirando a
Scioli, en el fondo lo está maldiciendo con lo peor: “Que te crezcan
cebollas, ajos, perejiles y pimientos en el ombligo, y orines
chimichurri” (traducción gaucha de la maldición de las remolachas y el
borscht).
Algo parecido se puede intuir en las caras de muchos dirigentes de La
Cámpora que lograron bancas parlamentarias y ahora necesitan de un buen
oficialismo que no sea para la liberación, así pueden empezar a romper
las pelotas.
La razón por la que toda esta gente dice apoyar al Compañero Lancha,
pero íntimamente quieren que pierda, es porque intentarán endosarle la
derrota del Frente para la Victoria para luego, como opositores, tratar
de liderar el peronismo. Si en la volteada también cae el Compañero
Zannini, mala suerte. Será un daño colateral.
Este plan también “les va a servir como ventosa al muerto” porque el
peronismo profundo, el de verdad, el de los gobernadores, intendentes,
sindicalistas, Massa, De la Sota, Graciela Caamaño, Felipe y compañía
los están esperando con la servilleta acomodada en el cuello listos para
manducárselos de a uno. A los postres, seguramente pasarán a tomar un
cafecito Randazzo y Urtubey, entre otros.
No deberíamos esperar otra cosa. El peronismo clásico viene siendo
destratado por el kirchnerismo duro desde hace una década y mascullando
bronca sin parar. En el fondo Ella siempre veneró a Evita, pretendió
parecérsele, pero jamás se bancó al General. Quedó dolida desde aquel 1°
de Mayo de 1974 cuando un tipo salió al balcón, miró a los Montos, a la
JP y les gritó: “Váyanse todos a la puta madre que los parió, se los
digo yo que me llamo Juan Domingo Perón”. Nunca lo entendieron “al
viejo”, como solían llamarlo, ni jamás pudieron superar el trauma de
aquella tarde en Plaza de Mayo.
Y si bien el peronismo clásico se bancó todo lo que le hizo el
kirchnerismo a fuerza de billeteras y castigos, las maldiciones
estuvieron a la orden del día: “Que te vuelvas tan rico que el marido de
tu viuda nunca tenga que preocuparse por laburar”.
Los sabios conocedores del peronismo ya pasaron por esto. Alguna vez,
Cafiero, De la Sota, Manzano, Grosso y Menem, entre otros, volaron a
los carcamanes autoritarios que se habían enquistado en un PJ derrotado y
le dieron un nuevo aire. A eso se lo llamó “La Renovación”. Ahora, lo
único que falta saber es si esta segunda renovación la va a encabezar
Scioli o el tsunami también se lo llevará puesto a él, maldiciéndolo al
grito de: “Que Dios te envíe, de las 10 plagas, la mejor”.
Mientras tanto, la Presidenta, recién llegada de Plutón, volvió a
hablar en Semicadena Nacional (o sea los canales oficialistas que están
obligados porque necesitan la guita y los opositores que ahora se hacen
una panzada). Como para no dejar dudas de lo que ya todos sabemos, esta
vez Ella lo llevó a Lancha y lo sentó unos metros al costado. Dijo una
sola vez “Hola Daniel” y nombró 50 veces al Compañero Centro Cultural.
Por supuesto, reivindicó la lucha por los derechos humanos como si ellos
hubieran tenido algo que ver, nos contó que este descalabro económico
que nos dejan es una maravilla y nos alertó de que en el balotaje podría
llegar a ganar un tipo que pretende volver a los años 90. No aclaró si
hablaba de Macri o de Scioli.
Es raro. El kirchnerismo nos alerta de que alguien puede venir a reintentar hacer lo que, en realidad, hicieron ellos mismos.
Parte del show incluyó la botadura de un barco oceanográfico llamado
ARA Austral que, en realidad, es el reacondicionamiento del “Sonne”, un
barco pesquero alemán, luego reciclado para la investigación científica y
que fuera botado originalmente en Hamburgo, en diciembre de… 1968!!! Es
tan jovato que si en lugar de barco oceanográfico fuera un barco
militante, estaría amarrado en Carta Abierta.
Luego apareció el ministro de Defensa Compañero Rossi mostrando todos
los radares que el gobierno instaló durante estos años en la Argentina
para controlar las fronteras y frenar al narcotráfico. Habría que
avisarle a Rossi que los radares están preciosos pero, a juzgar por la
cantidad de narcos que llegaron, se ve que se olvidaron de enchufarlos.
Paciencia, amigo lector. En pocos días más dan las hurras y habrá que
ocuparse de los que vienen. Sea tolerante y no los maldiga más. Pero si
insiste, elija bien la maldición. A mí la que más me gusta de todas es
aquella que dice: “Ojalá seas muy rico, pero el único rico de tu
familia”. Vaya pensando en otra porque esa con los Kirchner no funcionó.
Hasta el jardinero es millonario.
Origen: Les va a servir como ventosa al muerto
No hay comentarios:
Publicar un comentario