Enrique Guillermo Avogadro |
"Lo
peor de parte de una sociedad manipulada por la política, es ver a
pobres defendiendo a ricos culpables de su pobreza". Paulo Coelho
En
la semana que pasó se dieron dos hechos significativos: la presencia de
Cristina Kirchner, como imputada, en los tribunales federales, y la
resolución de la Cámara de Apelaciones de Nueva York que ratificó la
decisión del Juez Thomas Griesa y, así, permitió a la Argentina salir de
un default que arrastraba desde fines de 2001.
La
ex Presidente, que soñaba con un remedo del 17 de octubre de 1945, tuvo
que conformarse con una concurrencia popular acotada, ya que el aparato
monumental del PJ territorial la dejó sola frente a los jueces, el
sindicalismo brilló por su ausencia, los
gobernadores no la respaldaron y apenas pudo contar con dos o tres
intendentes del Conurbano; es decir, quedó rodeada sólo por las
excrecencias de su ¿Frente para la Qué?, encabezadas por caudillos tan
populares como Anímal Fernández, Luis Amor D'Elía, Martín Sannatella, Fernando Capucha Esteche, Agustín Hundido Rossi, Carlos Chino Zannini, Amado Guita-rrita Boudou, Axel Nene Kiciloff, Julio Palomita De Vido, Guillermo Patotín Moreno, Carlos Metra Kunkel y Eugenio Bulín Zaffaroni; no cantaron el presente, por obvias razones de fuerza mayor, Ricardo Avioncito Jaime y Lázaro Bóvedas Báez.
De
todas maneras, Cristina se dio el lujo de subirse a un improvisado
palco para arengar a sus empapados fieles y lanzarlos a la resistencia
contra la "dictadura" de Mauricio Macri, a quien atribuye, con cara de
piedra, todas las nefastas consecuencias que dejó la prolongada década
relatada. Por supuesto, no faltaron en su stand up acusaciones al Presidente por las compañías off shore;
lamentablemente, ignoraba que, al día siguiente, uno de los más
prestigiosos diarios, Le Monde, confirmaría los dichos de Jorge Lanata
sobre las empresas de Nevada y Seychelles, que hunden aún más a Bóvedas y a la familia Kirchner en ese lodo en que pretende manosear a su sucesor.
Su
bailecito desde el balcón -que, por ahora, sólo tiene rejas hasta la
mitad- la noche anterior a prestar su declaración indagatoria muda, fue
el episodio más grotesco de la reaparición desde su auto-exilio. La
velocidad que están adquiriendo las demás causas en las que está
imputada -Hotesur, Los Sauces, el memorandum con Irán, enriquecimiento
ilícito, ruta del dinero y lavado- debe tenerla
mucho más preocupada que el casi seguro procesamiento que, creo, le
dictará el Juez Claudio Bonadío esta misma semana. Aunque, en su versión
de la realidad, el pueblo le haya otorgado supuestos fueros que la
pondrían por sobre la ley, nada impedirá que, más temprano que tarde,
resulte condenada por los innumerables delitos que ha cometido, salvo
que comience una nueva epidemia de "suicidios" de personajes claves
-¿ahora, Jorge Chueco?- a los que los K han sido tan afectos.
Pretende ahora la mariscala de tres derrotas consecutivas,
para blindarse frente a los riesgos carcelarios, convertirse en líder
de un magma informe que, en su imaginación, nuclearía a los jóvenes de
La Cámpora y de otras agrupaciones similares y a quienes están
soportando los efectos del inevitable sinceramiento de la economía
arrasada. El PJ que, desde sus orígenes, acompaña hasta la puerta del
cementerio pero no se entierra con los perdedores, miró por televisión
el cadáver parlante y continúa con su camino independiente de las
ensoñaciones cristinistas y, de la mano de Gioja, Urtubey, Bossio y
hasta Lancha Scioli, ya ejerce una oposición responsable.
La
presencia de la noble viuda en Comodoro Py únicamente ha servido para
polarizar e incrementar la brecha que separa a la sociedad en dos bandos
inconmovibles; ya no quedan indecisos en la Argentina. Sus fieles
resultan tan obtusos que ni siquiera la inmunda exhibición de las
montañas de dinero lavado y pesado sirve para conmoverlos y hacer, como
mínimo, que repiensen su ciega adhesión al extinto régimen que los
mantuvo en la miseria mientras se robaba el país entero; simétricamente,
el sedicioso acto y las agresiones a los periodistas, aumentó el
rechazo generalizado de las clases medias, incluido aquéllas que militan
en el peronismo racional.
Pero
lo verdaderamente importante, de cara al futuro, fue lo sucedido en
Nueva York, donde se ha destrabado el acceso a los organismos
multilaterales de crédito y, de ese modo, nuestro país podrá contar con
el capital necesario para encarar grandes obras de infraestructura, que
generarán trabajo genuino en todo el territorio. Habrá llegado la hora,
entonces, de transferir a la actividad privada a muchos de los que hoy
sobran en las distintas estructuras estatales.
Es pronto
para saber si, además, la recuperación de la seriedad en la conducta
nacional y la consecuente reducción -que ya ha comenzado a producirse-
del 'riesgo país' conmoverá el duro corazón de muchos de nuestros
conciudadanos que, escaldados por décadas de incertidumbre y de saqueo
de sus ahorros, han optado por llevarse al colchón o al exterior una
sideral cantidad de dólares, ahora indispensables para volver a la senda
del crecimiento.
Con
la inflación en baja y con un horizonte firme de cambio de rumbo y de
buena imagen externa, el Gobierno ha comenzado ayer mismo a implementar
un plan de contingencia para proteger a los más débiles de la pirámide
social, un arbitrio que pronto se extenderá a los jubilados, cuyas
injustas penurias duelen en el alma y en la conciencia de la sociedad
toda. Sería bueno, en materia de contención de precios, que Macri les
recuerde a los industriales, en su reunión de mañana, que deben
reflexionar y pensar cuánto le adeudan a la sociedad por los subsidios
recibidos a través de las ridículas tarifas de energía.
Pero
aún requerirá años y generaciones convertir la psicología de un pueblo
que, aún en medio de la miseria que han generado tantos gobiernos
populistas, continúa exigiendo a 'papá Estado' una forma de vida que
éste ya se ve imposibilitado de financiar. Lo más curioso en este
sentido es que, mientras se escuchan reclamos desde los más variados
atriles y micrófonos, nadie diga de qué inexistentes arcas saldrán los
dineros necesarios para hacer frente a tantas necesidades: ¿pretenden
recurrir a la emisión monetaria, a un aumento de impuestos, a un nuevo
vaciamiento de las cajas oficiales o a un endeudamiento destinado sólo a
incrementar el gasto público? Confesémoslo de una buena vez: ciento
veinte días no es una eternidad, Macri no es Mandrake ni cuenta con una
galera y una varita, y el devastado espectáculo que ofrece el país
post-kirchnerista se parece más a Hiroshima después del bombardeo que a
Disneylandia.
Mis
críticas al Gobierno, que las tengo, se concentran en los errores de
comunicación, derivados de no sincerar completamente la situación real
de la economía y explicar con claridad las verdaderas razones de medidas
antipáticas para los que menos tienen, y en las marchas y contramarchas
en materia de ejercicio del poder de policía, demostrado en los
innumerables cortes de calles por las protestas, en la crisis de los
"manteros" de Flores y, sobre todo, en la cesión de la seguridad del
tragicómico escenario del show de Cristina a La Cámpora.
No
se trata de reprimir brutalmente ni invocar razones relacionadas con
proteger la paz social para tolerar estos desmadres sino, simplemente,
de hacer cumplir la ley. El Gobierno no puede dejar de cumplir el papel
que la Constitución le impone ni tolerar actitudes rayanas en el
golpismo, entre otras cosas porque así sólo ahuyentará a los potenciales
inversores en nuestras tierras; nadie, salvo los mafiosos, estará
dispuesto a ingresar su dinero a un territorio donde impera sólo la ley
de la selva.
Tampoco
estoy conforme con la falta de decisión necesaria para instruir a los
organismos y abogados del Estado y poner fin al tormento que continúan
soportando los dos mil militares y civiles presos políticos del
kirchnerismo, la mayoría de ellos ancianos, alojados en cárceles comunes
que carecen de los más elementales servicios de salud, a los que se
siguen negando todos los derechos, pese a que ya los muertos en
cautiverio superan los trescientos cincuenta.
Por el contrario, aplaudo la decisión presidencial de aceptar la renuncia al delincuente Norberto Anillito Oyarbide,
que ahora estará, desde el llano, a tiro de todas las denuncias penales
por su indescriptible conducta, personal y procesal, durante los años
de ejercicio de su cargo. Y digo esto porque, a mi modo de ver,
facilitará que adopten igual temperamento varios otros jueces y
camaristas federales que han actuado a contramano de su altísimo rol
social o se han enriquecido como modernos cresos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario