Tal como viene sucediendo en
los últimos años de la decadencia, el periodismo se hace eco de las
dificultades constantes que sin pausa atraviesan las economías regionales y qué
condiciones a las provincias, atrasan a sus pueblos y demuestra cabal y
descarnadamente qué en los estados
provinciales no se encuentran funcionarios provinciales sino apenas simples
verdugos de sus pueblos al servicio de la decadencia y la corrupción nacional
que no solo los hace cómplices sino participes necesarios en la ejecución del
más delictivo y sometedor centralismo.
Si mañana 4 de Junio, día en
el que se recuerda el fallecimiento de nuestro caudillo federal, ves y escuchas
a estos delegados del poder central que se dicen llamar funcionarios
provinciales rendir honores al caudillo federal FELIPE VARELA, no les creas, su
accionar diario y en contra de los intereses de la provincia y su pueblo te
demuestran claramente que no solo son cómplices del anti federalismo, sino que
además te toman el pelo en forma agraviante e hipócritamente.
El federalismo no se declama
se defiende, se ejerce y se amplía en beneficio de los pueblos, el desarrollo armónico
de la nación y el progresos de todos y cada uno de los ciudadanos.
CARA Y CRUZ
Desprecio e ignorancia
Aunque debería ya haberse asumido como una fatalidad, no dejan
nunca de sorprender las demostraciones de desprecio e ignorancia supina
que el poder político nacional dedica a los sectores productivos del
interior. La crisis de las economías regionales parece no existir para
el funcionariato ubicado en la Casa Rosada, que cuenta con la
complicidad de gobiernos provinciales para mantenerse en la cómoda
postura. Hay situaciones directamente absurdas. Ahora la Asociación
Olivícola de Catamarca (ASOLCAT) expresó su preocupación por una
disposición de la Dirección Nacional de Aduanas que obstaculiza
exportaciones de aceite de oliva ya comprometidas. Alega el organismo
nacional que no tiene personal suficiente para asistir a los
emprendimientos que presentaron la documentación para exportar y
certificar las cargas en planta. De tal modo, los productores deben
parar la comercialización del fruto de su trabajo por las deficiencias
burocráticas de la Dirección de Aduanas, cuyas autoridades, en lugar de
resolverlas para agilizar las certificaciones, descargan los costos en
los exportadores, para quienes las demoras implican pérdidas. Total, al
Gobierno nacional no le interesa en lo más mínimo el destino de las
economías regionales. No van a hacerse los jerarcas de Aduana mala
sangre por los inconvenientes de unos cuantos infelices con sus
productos a la espera de que les firmen los papeles. Que esperen, y si
los productos ya comprometidos con los compradores se malogran, mala
suerte.
Nada novedoso, salvo lo grotesco. La indiferencia ha sido la
actitud invariable del poder central hacia el interior, del que solo se
acuerdan cuando alguna elección aislada sirve a fines publicitarios, o
cuando hay que convocar a los gobernadores cada tres meses para
someterlos a la humillante ceremonia de rubricar la adhesión al
Desendeudamiento, trámite que podría cumplir sin inconvenientes, y sin
superfluas alharacas, cualquier secretario de finanzas. Negada la
posibilidad de cualquier reforma estructural que permita atenuar las
enormes desventajas comparativas que el interior tiene respecto de la
Pampa Húmeda, solo faltaban las trabas a los trámites formales más
ordinarios para completar el panorama de abandono. Nada se ha hecho para
menguar las pérdidas que representan el retraso cambiario y los
prohibitivos costos de flete hasta el puerto o los puntos de consumo
masivo. Un eventual sistema fiscal y laboral diferenciado para el
interior no figura ni a los veinte entre las inquietudes de los
nacionales. Que no se puedan completar los trámites para exportar
remacha el clavo, mientras el funcionariato provincial alardea desde
hace años con reuniones y viajes en busca de potenciales inversores que
jamás concretan inversiones. No se entiende esta reticencia, con lo
atractivas que son las condiciones para obtener rentabilidades fabulosas
y la eficiencia que caracteriza a la burocracia estatal.
Una vez más se torna manifiesto el carácter ficcional del
federalismo argentino. El sistema institucional es utópica teoría en un
régimen signado por la pronunciada concentración de recursos fiscales en
manos de la Casa Rosada y la importancia de las provincias reducidas,
eliminación del Colegio Electoral como sistema de elección de los
Presidentes mediante, en 1994, al peso de su padrón electoral. Si a los
kiosqueros de La Matanza les llegaran a demorar un par de días algún
trámite, los inquilinos de la Rosada se atropellarían para solucionarles
los inconvenientes en el acto. Mire si va a comparar con un puñado de
productores del interior, incapaces de conmover las urnas. Mientras
tanto, 900 mil puestos de trabajo están en peligro por la crisis de las
economías regionales según la Cámara Argentina de la Mediana Empresa. Y
mañana se cumplen 145 años de la muerte del general Felipe Varela, que
ha de estar chocho por el modo en que se honra su memoria.
FUENTE: www.elancasti.com.ar
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