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viernes, 20 de septiembre de 2013

El reino de lo insólito

zuvic-oleoducto
A esta altura de la “década”, para algunos ganada y para muchos perdida, ya nada puede asombrarnos a los habitantes de este país asolado por las huestes más desatadas de los nuevos hunos de la historia.
Cualquier mortal, a lo largo de su vida, ha escuchado sobre delitos de toda índole y calidad.
No me refiero, por supuesto, a los delitos comunes cometidos con mayor o menor violencia física por los inevitables delincuentes, también comunes, que en mayor o menor grado acosan a las sociedades.
Hablo de los delitos políticos o cometidos por políticos, en el ejercicio de algún cargo de privilegio.
Ya no me asombraría si algún día los diarios publicaran la noticia de que sorprendieron a un secretario, asesor o “correveydile” de algún senador o diputado con los garfios metidos en el bolsillo trasero de los pantalones del colega de la silla vecina para afanarle la billetera o los tickets aéreos que cotizan a valor oro.
Los métodos expuestos para el mal ejemplo en esta famosa y nunca bien ponderada “década ganada” son abundantes y por cierto bastante originales.
Desde el escabuyo de guita multicolor en baños de damas de bancos oficiales, pasando por valijas misteriosas llenas de verdes del norte, hasta el desvío de cientos de millones de pesos para subsidios que se reparten generosamente entre las partes involucradas.
Pero que se afanen un oleoducto… eso no estaba en mis cálculos.
Los argentinos, acostumbrados ya a recibir las angustias visuales y auditivas de todo tipo de pálidas y negaciones permanentes de la realidad, creo que nunca habíamos escuchado que un político pudiera afanarse un oleoducto completo.
Ahora me pregunto: ¿si todo esto nos abruma cuando aún están en pleno ejercicio de sus más libres libertades de afanarse hasta las macetas de la rosada, ¿qué descubriremos que se han llevado cuando por fin dejen de premiarnos con su presencia?
¿Será que la próxima década, además de restaurar la educación, rifada por esta manga de inútiles, arreglar los ferrocarriles destruidos hasta la exasperación, recuperar algo de seguridad para los ciudadanos decentes, volver a autoabastecernos de petróleo, terminar con el negocio para pocos de las mineras, recomponer las rutas nacionales hoy parecidas a la geografía lunar, y otros dramas que nos van a dejar de herencia, tendremos que reponer toda la guita que se llevaron, las locomotoras para adornar los jardines de las lujosas mansiones, los caños de los oleoductos, los barcos transformados en yates de lujo, los muebles históricos, los cuadros valiosos y hasta los sanitarios de los baños?
Es evidente que nada los desanima ni los limita.
Que un político del FPV se afane un oleoducto completo en el sur del país es un límite difícil de encontrar hasta en paupérrimos países de África, gobernados por analfabetos dictadores adornados con charreteras y dorados más brillantes que los pocos que portaban los victoriosos generales de la historia del mundo.
Cuando alguno de las oscuras y casquivanas promesas de la oposición deba entrar a la rosada para que le coloquen la banda y le entreguen el bastón. ¿descubrirá con horror y asombro infinito que le falta el sillón de Rivadavia?
¿O que se llevaron el bidet y el inodoro porque les quedaba de maravillas en el baño del country?
O por ahí capaz que se afanan algún busto de mármol de Carrara para colocarlo en el parque.
Nosotros podríamos preguntarnos si no les es suficiente con la guita de los subsidios, los diezmos (ja ja) de las obras públicas, los sobreprecios, las cometas en adquisiciones millonarias al “vamo y vamo”, los viáticos sin rendiciones que pasan a formar parte de los ya jugosícimos sueldos, la guita para bancar a asesores dibujados y que en realidad cobran unas chirolas, regalías que no se ingresan, bolsas misteriosas y cientos de miles de millones de dólares que desaparecen en los antes llamados “paraísos fiscales”, ahora bautizados pomposamente “guaridas”, en una iniciativa hipócrita de toda hipocresía.
No.
No les es suficiente.
La teoría de la acumulación, además de permitir vivir como reyes mientras ploclamamos a los cuatro vientos teorías progres de barricada, les permitirá juntar el toco necesario para que, si algún día llegara a sonar un tiro pal lao de la justicia, adornar con mosca fresca a unos cuantos inquisidores y aventar la tan temida celda oscura y húmeda.
Hay que juntar toda la que se pueda.
Todo tiene precio en este país que, sin embargo, supo tener en un tiempo de epopeyas y fundadores, San Martines y Belgranos.
Y si zafar tiene un precio, tengo que tener el vento para solventarlo.
Si usted se pregunta dónde fueron a parar los caños del oleoducto… pierda cuidado… algún chatarrero amigo les habrá garpado los 300 o cuatrocientos verdes que valdría cada uno, aunque seguro que el avivado perpetrador se habrá conformado con menos.
Prepárese usted para seguir enterándose de cosas similares y le aseguro que en estos añitos que faltan su mandíbula inferior ya no caerá como producto de su espanto.
Es como el callo plantal del pie derecho: llega un momento que se pone tan duro que usted ya está en condiciones de caminar sobre las brasas encendidas de la fiesta nacional del ternero.
Y si le queda alguna duda de por qué la llaman “década ganada”, garre la calculadora, garre y sume toda la guita conocida “que se comió la vaca”, multiplique por 1.000 o más y ni siquiera así tendrá la idea aproximada de cuánto se habrán afanado.
Jacinto Chiclana
Siempre el coraje es mejor
la esperanza nunca es vana
vaya pues esta milonga
para Jacinto Chiclana

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