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miércoles, 27 de mayo de 2015

LA REINA DEL AJUSTE

EL DECÁLOGO DE LA REINA DEL AJUSTE
Cada dos por tres, cuando la presidenta esboza la posibilidad de que algún opositor la suceda en el Sillón de Rivadavia, advierte que vendra la debacle, que volveran los ajustes, el neoliberalismo, la insensibilidad y la mar en coche.
Ahora, ¿alguien se puso a pensar que vivimos en una Argentina donde el cinturón cada día aprieta más? Nos ajustan y ni siquiera nos piden que tomemos aire. Van diez ejemplos concretos.
Ajuste educativo. Con el kirchnerismo en el Gobierno, el nivel educativo de nuestras escuelas cayó a pedazos. En las pruebas internacionales caímos del segundo lugar en Latinoamérica al octavo y la mitad de los chicos que empieza primer grado no termina la secundaria en tiempo y forma. Nos ajustan el futuro.
Ajuste salarial. El año pasado, la inflación de nuestra economía rondó el 40% y este año Kicillof (el brazo armado del ajuste económico), no convalida ningún aumento que supere el 27%, trece puntos menos que la inflación que deglutió los sueldos en 2014. Nos ajustan el esfuerzo.
Ajuste previsional. Hay al menos 300.000 jubilados que pelean en la Justicia para que la ANSES le pague lo que corresponde. Los hay de 70, 80 y 90 años, y sostienen batallas de cinco o diez años para que les paguen lo que corresponde, si sobreviven. Nos ajustan la vida.
Ajuste cultural. Hay un hombre del que habla toda la Argentina. Le dicen “Panadero”, es de Lomas de Zamora, militante del oficialismo y de la violencia. Hace cinco días privó a millones de argentinos de la fiesta más importante que tiene nuestro fútbol. Ese hombre, que llegó al estrellato con el gas pimienta en la mano, es hijo de la complicidad de una cultura política que alimentó las barras bravas, que buscó legitimarlas y que se sirvió de ellas como fuerza de choque. Nos ajustan la decencia.
Ajuste criminal. Hace algunos años, Colombia era el prototipo de un país jaqueado por el narcotráfico. Años después México tomó la posta. Argentina está lejos de serlo, pero el Gobierno hace todo por lograrlo. Fronteras desprotegidas, barrios tomados y legalización del lavado de activos bajo el eufemismo del “blanqueo”. Desde el poder en Argentina, se tiran puentes para los narcos y cachetadas para los ciudadanos. Nos ajustan la paz.
Ajuste a nuestra historia. Hace años llegó a las tapas de los diarios: los gobiernos provinciales de Chaco y Formosa utilizan las fuerzas de seguridad para condicionar, arrinconar y correr de sus tierras a los pueblos originarios, y si es necesario matar, saben matar. Desde entonces, el gobierno nacional no solo no condena, sino que protege a sus protagonistas. Capitanich e Insfrán son sus protegidos, porque la lealtad vale más que la vergüenza. Nos ajustan la igualdad.
Ajuste productivo. Un productor de peras o manzanas en el Alto Valle, trabajó cinco o seis años para cosechar. Un productor de duraznos o uva en Mendoza invirtió cinco o seis años para producir. Tanto uno como el otro, asumiendo riesgos, invirtiendo y creando empleo, llevan años perdiendo. La fruta no vale, la uva no vale, el vino no vale. La economía con un Estado gigante y clientelar, no tiene margen para dar respuestas a los que crean valor. Le hacen la vida imposible al que produce. Nos ajustan la producción.
Ajuste moral. El nene tiene unos diez años, nació en pleno albor del kirchnerismo. De chiquito está sometido a abusos sexuales. Un juez, que es un canalla, dicta una sentencia atenuando la pena a su violador porque ese niño estaba acostumbrado a que lo violen. Medio país está indignado, pero la presidenta está preocupada por Fayt. No tiene nada para decir de este juez más joven, más detestable, pero menos incómodo para el poder. Nos ajustan la racionalidad.
Ajuste de trabajo. Más de 300.000 argentinos perdieron su empleo en el último año. Cierran las persianas los comercios, apagan las máquinas las industrias, se cajonean proyectos de inversión. La respuesta es maquillar los números, negar la realidad y culpar al mundo, pero jamás reconocer que la economía la pasa mal. Nos ajustan la dignidad.
Ajuste a la equidad. Argentina vivió años de bonanza, pero los asentamientos y villas crecieron igual. Tenemos un déficit de más de 2 millones de viviendas, más de la mitad de los argentinos no tiene cloacas, el gas natural es un lujo que no conocen el 50% de nuestros compatriotas de provincias enteras y el agua potable no llega a la casa de uno de cada cuatro argentinos. Pero el Gobierno incluye, destruye empleos pero incluye; destroza economías regionales, pero incluye; Cristina incluye. Nos ajustan el desarrollo.
Nos están ajustando aunque lo nieguen.

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