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sábado, 1 de agosto de 2015

Los que sean candidatos a diputados por el Parlasur, deben hacerse un “examen de vergüenza”


Parlasur: una estructura cara y sin impacto para los países
 Lo que ya habíamos apuntado como una truchada inexplicable, el Parlasur, quedó en carne viva, luego que Jorge Lanata hiciera una descripción fantástica de que este organismo supranacional, no sirve para nada. Si no sirve para nada, se hace difícil entender que haya candidatos para un organismo inútil. Y si a eso le sumamos que quienes se proponen suelen venir con el discurso de “la nueva política”, nos encontramos al poco andar, que estos y aquellos son lo mismo. Solo falta la oportunidad para conocerlos y el Parlasur, es como la miel para las abejas. Los que lucen más ahuyentados de las transas y componendas políticas, resultan ser los primeros que se inscriben para tener una banca en el Parlaverso. (Por Rubén Lasagno)
Están los que construyen la democracia y quienes la usan. Los que construyen la democracia, son aquellos que realizan aportes, la engrandecen, saben aceptar las reglas éticas, hacer renunciamientos y se oponen a las otras o rechazan los execrable que produce el mismo sistema, que por imperfecto, permite la aparición de los que usan la democracia, entre otras cosas y crean engendros ineficientes, inservibles y vacíos, como el Parlasur.
Los que usan la democracia, son aquellos que sin mediar palabras se suben al primer colectivo que pasa, como este patético pseudo-organismo regional, argumentando, desde una premisa absolutamente falaz y mal intencionada, que si el enjendro existe, deben subirse, porque, de todas maneras, lo harán otros. Un verdadero demócrata, en todo caso, deja que al engendro se suban “los otros” y no duda en criticarlos, desde la diferencia, que es lo que el ciudadano común espera. Pero si toma el mismo colectivo, se nivela con quienes hacen de la democracia un remanso de oportunistas, un nicho para los aprovechadores, los usurpadores de la fe pública, que medran por un cargo, sea el que fuere, porque este inútil engendro de burócratas inútiles y desechables, no tiene ninguna aplicación práctica y solo le sirve a sus utilizadores, para sacar chapa política y estar colgado allí por varios años, además de, sin hacer nada, alardeando sobre una condición de “legislador del Mercosur”, que a estas alturas está visiblemente devaluada.
Después de ver el programa de Jorge Lanata el día domingo, nos queda en claro una cosa: nunca estuvimos equivocados cuando renegamos de este invento con nombre de actividad escolar, creado a imagen y semejanza de los políticos de esta parte del mundo. PPT le sacó el velo a este mamarracho populista, típico de países bananeros. Quedó demostrado, en las declaraciones que realizaron en Uruguay, que quienes tienen “mandato cumplido” ni siquiera saben para qué pasaron por allí y los que están hoy en funciones y fueron entrevistados en el programa, no pudieron dar una explicación convincente de cuál es su función. Llegaron al colmo de reconocer públicamente, que no sirve para nada.
Por lo tanto y volviendo al principio, cuando hablamos de quienes construyen la democracia y quienes la usan, el Parlasur o “Parlaverso” como lo definió el periodista, es, desde la construcción ética de una persona que seriamente elija la política para construir democracia: inviable, detestable y despreciable. Ninguna persona de bien que abrace la política como medio para cambiar a la sociedad en la que se desenvuelve y pretenda volcar en ella su esfuerzo y sacrificio para conseguir logros superiores en beneficio de la sociedad (objetivo altruista de la política), puede pensar en ser parte de esta caricatura tercermundista, en este carísimos juego de roles, donde cada uno simula que es lo que en realidad no es, pero por lo cual cobran importantes sueldos, viatican, ganan inmunidad y lo peor de todo, status político, lo cual les permite cimentar otras campañas locales o nacionales, otros lanzamientos, opinar sobre temas internos y darse un vuelo (imaginario) de super legislador, cuando en realidad, es un muñequito de torta, parte de un cascarón hueco, sin sentido práctico y disfuncional, que insume un presupuesto con el cual se podrían atenderse problemáticas urgentes de los países pobres que allí se ven representados. Si la ética de estos “legisladores” fuera genuina, esto es lo que debieran resaltar en sus discurso, en vez de sumarse a este latrocinio latinoamericano que en Argentina alimentará 43 bocas desesperadas de notoriedad y algo de reconocimiento, aunque no haya hecho nada para merecerlo.
Es tanta la vergüenza y autoculpa, que algunos candidatos sienten, que rápidamente se han adelantado a explicar que si asumen, harán renunciamientos a dietas y fueros, sin embargo, con eso no basta. El hecho de aceptar ser parte de una estructura inservible e impopular, donde sus funciones comenzarán recién en el 2020, sin objetivos y sin fines prácticos, porque no es ni la sombra del Parlamento Europeo, quien sí puede convalidar leyes y marcar posiciones e imponer agendas en los países del orbe, ya los coloca a cada uno de ellos como parte de esta farsa donde la sensación es que se postulan para ser “diputados caretas” de un organismo supranacional que carece de todo prestigio y reconocimiento.
El Parlasur, forma parte de esas anomalías que tiene la democracia mal concebida, donde la clase política se siente con el poder suficiente para imponer cualquier cosa y consagra todo su esfuerzo a blindar sus privilegios. Pero lo peor aún, son aquellos Partidos y personas, que, montados en la excusa de lo establecido y como si a lo instituido no pudieran oponerse, forman parte de esa misma estructura tratando de guardar algún decoro en las formas, pero aceptando el fondo de la cuestión, que los acerca al estereotipo estándar de político chanta, abusivo, aprovechador y oportunista.
Una lástima, porque nos perdemos otra oportunidad de ver un cambio de paradigma en esta sociedad aletargada, tan bastardeada por una clase dirigente, en gran parte, indigna de hecho y en otros casos éticamente indignos, quienes antes de pedir sus votos a la gente, deberían someterse a un “examen de vergüenza”, una especie de evaluación retrospectiva que les ayude a conocerse mejor y descubran que en el llano de la política, donde se cuecen los más grandes y cruentos intereses partidarios y personales, ellos (los “puros”, “castos” y “angelados”) no son diferentes y hasta podríamos calificarlos de peores, porque teniendo la posibilidad de concebir una democracia más transparentes, se suman al oscurantismo y al curro de la propia corporación política de la que dicen diferenciarse.
En lo personal y a modo de protesta individual, en las próximas elecciones he decidido cortar la boleta en donde se ofrece el candidato a diputado del Parlasur, tirarla en el cesto de los residuos y negarme a votar este engendro.
Tal vez no sea una solución, pero al menos, será una voz de protesta ante tanto atropello y desvergüenza de quienes discursean por izquierda y facturan por derecha, faltándole el respeto a la misma gente que dicen representar. (Agencia OPI Santa Cruz)
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