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viernes, 16 de diciembre de 2011

El petróleo, ¿Argentino?



El día 13 de Diciembre de 1907, un equipo de exploradores a cargo de José Fuchs realizaba perforaciones en busca de agua en la Ciudad de Comodoro Rivadavia, pero en lugar de agua encontraron petróleo.
 
Esto es un buen ejemplo de lo que podríamos llamar heterogonía de los fines. Lo mismo sucedió con el fuego, elemento que el hombre descubrió casualmente cuando su intención e iniciativa era otro objetivo. Entonces uno se pregunta cuáles son los objetivos del hombre.
La primera respuesta que nos viene a la mente es la subsistencia del grupo humano y la conservación de la porción de territorio conquistado. El hombre es antes que un animal político (Aristóteles) es un animal territorial, por cuya razón las riquezas que yacen en dicho territorio le pertenecen por derecho propio.
Por eso el día 23 de setiembre de 1919 el entonces presidente de la Nación Hipólito Yrigoyen, entre otros conceptos, dijo: “Se reserva, pues, para el Estado, en razón de la incorporación de estas minas de petróleo a su dominio privado, el derecho de vigilar toda explotación de esta fuente de riqueza pública, a fin de evitar que el interés particular no la malgaste, que la ignorancia o precipitación la perjudique, o la negligencia o la incapacidad económica la deje improductiva, para lo cual se adoptan en el proyecto disposiciones que fijan y garantizan un mínimo de trabajo y las formas convenientes de realizarlo. Con el mismo concepto se ponen trabas a la posible acción perturbadora de los grandes monopolios. El Estado como encarnación permanente de la colectividad tiene el derecho de obtener un beneficio directo sobre el descubrimiento de estas riquezas. A eso responde la participación que se reserva el Estado en el producido neto y bruto de las explotaciones, en forma sin embargo que no reste estímulo al interés privado; tanto más cuanto la mayor parte de dicha participación se destina a servicios públicos, necesidades de las fuerzas armadas, de los transportes ferroviarios, marítimos y fluviales, etc., que resultarán en beneficio inmediato para los mismos y otra buena parte para fomentar el desarrollo de esta misma industria minera”.
Muchos países de América imitaron a la República Argentina, como Méjico (Pemex) Brasil (Petrobras), etc. El 16 de octubre de 1922, Enrique Mosconi fue designado primer director de la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), donde permanecería por ocho años, dedicando grandes esfuerzos para incrementar la exploración y desarrollo de la extracción de petróleo. YPF recibió un monto inicial de 8 millones de pesos de parte del Gobierno Nacional, y desde ese momento fue autosuficiente, financiándose a sí misma con las ganancias provenientes de la extracción de petróleo y, por supuesto, sin préstamos ni inversiones extranjeras.  
En 1925 Mosconi consideró la posibilidad de una sociedad mixta estatal y privada, pero en 1928 se retractó al expresar: “No queda otro camino que el monopolio del Estado pero en forma integral, es decir, en todas las actividades de esta industria: la producción, la elaboración, el transporte y el comercio (…) sin monopolio del petróleo es difícil, diré más, es imposible para un organismo del Estado vencer en la lucha comercial las organizaciones del capital privado. Resulta inexplicable la existencia de ciudadanos que quieren enajenar nuestros depósitos de petróleo acordando concesiones de exploración y explotación al capital extranjero, para favorecer a éste con las crecidas ganancias que de tal actividad se obtiene, en lugar de reservar en absoluto tales beneficios para acrecentar el bienestar moral y material del pueblo argentino. Porque entregar nuestro petróleo es como entregar nuestra bandera”.
No obstante los conceptos de soberanía definidos por Yrigoyen y Mosconi sobre los recursos naturales existentes en el propio territorio, los fines y objetivos mutaron hacia la entrega de la riqueza nacional.
En efecto, en 1992 YPF fue privatizada por el gobierno de Carlos Menem y pasó a denominarse YPF S.A. En 1999 fue vendida a la empresa española Repsol por un valor de 9.000 millones de dólares.
En diciembre de 2007, el Grupo Petersen, conglomerado de empresas al mando de Enrique Eskenazi, compró el 14,9% de YPF S.A.
El 4 de mayo del 2011 aumenta su participación accionaria en la compañía en un 10%. De esta manera, el Grupo Petersen pasó a poseer el 25,46% de YPF, la compañía Repsol tiene el 58,23%, mientras que el 16,34% restante se encuentra en manos de inversores del mercado.
El 12 de abril de 2011 el Congreso Nacional sancionó la Ley Nº 26.659, llamada Ley de Hidrocarburos. Su principal objetivo consiste en prohibir a toda persona o empresa que trabaje en el país pueda desarrollar actividades hidrocarburíferas en la plataforma continental argentina sin autorización del Estado.
Dicha ley fue pensada como parte de la estrategia argentina para recuperar las islas Malvinas y evitar que Gran Bretaña continúe enriqueciéndose con los recursos naturales de la región, en especial con la extracción del petróleo.
Esta ley afectaría a las más grandes empresas mineras que tienen intereses creados en el territorio argentino con compañías extranjeras que desarrollan actividad de exploración y extracción de petróleo en las islas Malvinas. Pero lo que resulta asombroso es que esta ley cuya autoridad de aplicación es la Secretaría de Energía de la Nación, aún no se ha cumplido.
Según el periodista cordobés Sergio Carreras (ver “Una inacción que involucraría negocios millonarios”, diario La Voz del Interior, 04/12/2011, pág. 2A), estas vinculaciones serán motivo de una denuncia penal por “Incumplimiento de los Deberes de Funcionario Público” que diputados nacionales de varios partidos pretenden presentar próximamente contra la presidenta de la Nación y las autoridades de la mencionada Secretaría de Energía que depende del Ministerio de Planificación a cargo del kirchnerista Julio De Vido.
Dicha presentación indicaría que “hay una coincidencia en quien son los dueños del 76 % del paquete accionario de la minera Barrick Gold (explota las minas de oro de Veladero y Pascua Lama, en san Juan), el 95, 9% de Gold Corp (explota las minas de oro La Alumbrera, en Catamarca y Cerro Negro, en Santa Cruz) y el 40,5% de Anglo Gold Asanthi (explota a mina de oro Cerro Vanguardia, en Santa Cruz).
Esos mismos grupos financieros serían simultáneamente dueños de importantes porciones de capital de las tres petroleras autorizadas por Gran Bretaña para extraer Hidrocarburos en Malvinas. Tendrían el 33% de Rockhopper Exploration y Borders & amp; Southern Petroleum, el 25% de Desire Petroleum y el 37,8% de Falkland Oil and Gas.
Los dueños comunes de las mineras que trabajan en Argentina y las petroleras que están en Malvinas serían, en primer lugar, Blackrock Group, propiedad del Bank of America (accionista de la minera Barrick y las petroleras Rockhopper, Desire Petroleum y Falkland Oil and gas). Y, en segundo lugar, el Fondo de Inversión norteamericano TD Asset Management, accionista de Barrick Gold Corp., Rockhopper y Desire Petroleum.
Y, finalmente, ¡INCREÍBLE, INAUDITO! el banco Barclays, que además de ser accionista de Desire Petroleum está vinculado no con mineras sino con el canje de bonos realizado en 2010 por el estado argentino”.
Mientras que otros países latinoamericanos (Brasil, Bolivia, Venezuela) consideran al petróleo un recurso estratégico fundamental para la subsistencia y mantenimiento de la autonomía e independencia económica, la Argentina entrega la riqueza dilapidando un patrimonio y unas reservas que de no tenerlas en un futuro no muy lejano harían peligrar la soberanía sobre las mismas, lo que a la larga conlleva el riesgo de perder pacíficamente el territorio, habida cuenta las lábiles fuerzas armadas con las que contamos.
La conclusión a que lleva todo esto es que los fines que dieron lugar a una idea de autoabastecimiento de la Argentina para no tener que depender de ninguna potencia extranjera que pretenda convertirla nuevamente en colonia, han desaparecido por tácita aceptación de la población “que está en otra”, fenómeno geopolítico al que cabe llamarlo “heterogonía de los fines”, toda vez que los objetivos originales fijados para el crecimiento económico del país, han mutado en beneficio de intereses ajenos que se llevan el oro y el petróleo de nuestro territorio. Y el triste hallazgo resulta entonces el descubrimiento de la pérdida de porciones de soberanía.
Córdoba,  diciembre de 2011, Día del Petróleo Nacional.
Por Luis Illuminati para el Informador Público
 

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