La inflación legislativa, lejos de asegurar la libertad
de los individuos, la va recortando hasta anularla al dictar leyes y más
leyes. El problema se agrava cuando además el Congreso se convierte en una
máquina que dilapida los recursos de los contribuyentes.
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Por: Roberto Cachanopsky
Comienzo con una afirmación: no veo ninguna
razón para que tengamos legisladores full time con un presupuesto que asusta
cuando se ve cómo se dilapidan los recursos de los contribuyentes.
La respuesta a la pregunta que titula esta nota es muy
obvia, un país con estabilidad en las reglas de juego no tiene que tener
inflación legislativa como la que tenemos. La ley madre es la Constitución
Nacional en la que se establecen los derechos y garantías de los habitantes.
Luego, se sancionan las leyes que regulan su ejercicio, pero esas leyes no
pueden ir contra la letra y el espíritu de la Constitución, algo que no ocurre
en Argentina. En segundo lugar, ¿qué es esta historia de tener inflación
legislativa? Cuantas más leyes se dictan en un país, más libertades
individuales se cercenan. La inflación legislativa, lejos de asegurar la
libertad de los individuos, la va recortando hasta anularla, al punto tal que
uno podría alegar, como dicen los abogados, que uno desconoce la ley. Con la
maraña de leyes, decretos, regulaciones, etc. que tenemos en el país, todos
estamos fuera de la ley. Tal vez sea ese el objetivo: hacer que los habitantes
siempre estemos al margen de la ley para someternos.
La introducción viene a cuento porque revisando el
presupuesto me encuentro, una vez más, con un gasto descomunal en el Congreso
de la Nación. De acuerdo al presupuesto 2014, el Congreso Nacional tiene
asignado un presupuesto de $ 5.362 millones y con un personal que llega a los
12.986. Si bien hay algunos programas dentro del presupuesto del Congreso que
no son legislativos, el grueso del mismo son funciones legislativas.
Por ejemplo, el presupuesto destinado a la Cámara de
Senadores es de $ 1.820 millones con un total de personal destinado
específicamente al Senado de 4.337 empleados. Considerando que hay 72
senadores, la relación da que hay 60 empleados por cada senador, digamos que
cada senador es una PYME. De acuerdo al presupuesto asignado, para realizar sus
tareas un legislador tiene un costo anual de $ 72 millones, un promedio de $ 2
millones mensuales.
Tomemos ahora el caso de diputados. Hay 257 legisladores y
una planta de personal asignada específicamente a diputados de 5.454 personas,
es decir, hay 21 empleados por diputado. También cada diputado es una PYME,
aunque un poco más chica que la PYME senadores. Piense el lector que en el caso
de un senador necesita una estructura de 60 personas y cada diputado de 20 para
realizar su trabajo. El presupuesto de diputados es de $ 2.139 millones, por lo
tanto cada diputado necesita $ 8,3 millones anuales para poder desempeñar su
tarea, o un promedio mensual de $ 700.000 por diputado.
En la biblioteca del Congreso, que atiende tanto a senadores
como diputados, hay una planta de 1.473 personas. Trabajando las 24 horas del
día, en turnos de 8 horas, debería haber por turno 491 personas en la
biblioteca por turno. Tengo la impresión que deben chocarse entre los pasillos
de los anaqueles llenos de libros. El presupuesto de la biblioteca es de $ 550
millones. En la era de internet, ebooks y demás tecnologías luce un poco
exagerado tanto el personal asignado como el presupuesto.
La imprenta del Congreso, cuando todo se hace en Word, PDF y
por internet, hay 555 empleados con un presupuesto de $ 207 millones.
Otro de los programas que figura en los gasto del Congreso
es el de Defensa del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual con un
presupuesto de $ 97 millones y 95 empleados. ¿Será su tarea verificar que
funcionen adecuadamente todos los controles remotos de los televisores?
Además de los programas mencionados, hay otros como
Fortalecimiento Institucional que depende de senadores con un presupuesto de $
6 millones, Control Parlamentario de los Fondos de Seguridad Social, con un
presupuesto de $ 7 millones y, por citar alguno más, Control Parlamentario
sobre el Funcionamiento del Sistema de Inteligencia (alguien cree que controlen
algo) o Asistencia Social Integral al Personal del Congreso de la Nación, con
526 empleados y un presupuesto de $ 255 millones.
Si viviésemos en una verdadera república, el Congreso
debería reunirse una vez por año para aprobar el presupuesto y cada legislador
volver a su casa. Sí, ya sé, van a decir que lo mío es una disparate. Pero en
rigor es un disparate que se gaste tanto dinero en un Congreso que, si quiere
preservar las libertades individuales, debe legislar poco y nada, en
consecuencia no sería necesario tener casi 13.000 empleados dentro del
Legislativo. Reconozcamos que, si van a trabajar todos al mismo tiempo, se cae
el edificio.
Ya en el 2003 había una exageración de personal en el
Congreso. Según el presupuesto de ese año, el Poder Legislativo tenía 9.605
empleados. Es decir, que en la década ganada, el personal en el Congreso
aumentó en 3.381 personas y, hasta donde yo sé, la cantidad de legisladores es
la misma. ¿Tal vez demasiados militantes? Aumentar la planta en un 35% da la
pauta de cómo inventamos “puestos de trabajo”.
Si quitamos algunos de los programas que funcionan dentro
del presupuesto del Congreso, el mismo asciende a $ 4.445 millones, es decir,
que cada legislador (diputados + senadores) necesita entre su sueldo y la
estructura para trabajar, $ 13 millones anuales o $ 1 millón mensual si incluimos
el aguinaldo.
Imaginemos que a cada legislador se le paga un sueldo
mensual (cargas sociales incluidas) de $ 70.000 mensuales. Se le asigna una
secretaria por $ 12.000 mensuales. Dos ayudantes de investigación $ 30.000
mensuales y gastos operativos (teléfonos, computadoras, mensajería, café, etc.)
por $ 27.500, tendríamos un costo por legislador de $ 149.500 mensuales. Cada
legislador, multiplicando por 13 para incluir el aguinaldo, tendría asignado un
presupuesto anual de $ 1,9 millones. Multiplicando $ 1,9 millones por 329
legisladores de $ 625 millones frente a los $ 4.445 millones que actualmente
gastan. La gente se ahorraría $ 3.820 millones anuales. Pero ya sé, el mío es
un razonamiento antidemocrático y destituyente.
Ah, antes de terminar, le decía que hoy el Congreso, sin
tomar algunos otros programas, gasta $ 4.445 millones. En 2003 tenía asignado
un presupuesto de $ 422 millones. Aumentó 10 veces en la década ganada, que ya
tendría que llamarse la década de los ganadores y perdedores.
Si los legisladores van a defender a los contribuyentes y
controlar al Ejecutivo cómo gasta los recursos tributiarios, ¡que Dios nos
ampare!
Fuente: ECONOMÍA PARA TODOS
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