El frustrado intento de retorno que protagonizó Juan Perón el
2 de diciembre de 1964, hace medio siglo, es posiblemente uno de los
hechos malditos en la larga historia del peronismo —hecho "maldito" de
por sí— y también de los menos conocidos. Ese día el general intentó
regresar a la Argentina, aprovechando la primavera democrática que
parecía vivir el país bajo la presidencia del radical Arturo Illia, pero
no se le permitió llegar más allá de Río de Janeiro, donde su avión
hizo escala, y tuvo que volver a España sin haber cumplido su propósito.
Hasta allí lo que mucha gente sabe, sin mayores detalles, sobre lo que
se denominó la "operación retorno". Prácticamente a partir de ese mismo día el episodio quedó enterrado en el olvido como si pesara sobre él un tabú.
Desde
entonces, nadie tuvo ni tiene mayor interés en recordar esta historia.
Ni el peronismo, que se quedó con el gusto amargo de la derrota —aunque
las hubo peores y más trágicas—, ni los radicales, cuyo gobierno se
encargó de hacer las gestiones necesarias para que otro país, Brasil, le
impidiera al ex presidente seguir su viaje al suelo patrio. Tampoco
Perón volvió jamás sobre esta historia, más allá de su condena inmediata
a quienes frustraron su retorno. De hecho, ninguno de los involucrados quedó bien parado en esa jornada maldita de la historia argentina.
Sin
embargo, la imagen conocida del líder descendiendo con su comitiva del
avión de Iberia en el aeropuerto carioca El Galeão tiene una
contundencia notable: la marca indeleble de los acontecimientos
históricos. Hoy se la puede ver casi como un símbolo de la resistencia y
la voluntad de Perón por regresar al país. Y es un motivo más que
suficiente para despertarnos la curiosidad por conocer la verdad sobre
ese episodio, al menos hasta donde sea posible cincuenta años más tarde,
cuando ya no quedan protagonistas o testigos vivos —aunque sí jóvenes
militantes de entonces con buena memoria.
Es posible decir que ese día la taba se dio vuelta. Perón,
el hombre que había sido elegido dos veces presidente con un apoyo
popular jamás visto, el líder que decidía candidaturas y ordenaba
revueltas desde el exilio, fue vencido por un modesto médico de pueblo
consagrado presidente en unas elecciones tramposas en las que al
peronismo se le había prohibido participar, como era habitual en esos años.
A la inversa, el frágil Illia, muy lejos de la imagen de bonachón e
indefenso con que se lo suele asociar, emergió como el gran vencedor del
duelo: el hombre que a pesar de su investidura era el hazmerreír de los
caricaturistas trocó por una vez su rol de víctima por el de
victimario, aunque haya mantenido en público su habitual estilo
mesurado.
De modo que esta historia nos revela
una imagen muy poco habitual del líder y de su movimiento: el Perón del
entreacto o el entretiempo entre los dos períodos históricos que le tocó
protagonizar. Instalado en Madrid, se encontraba sin saberlo justo en
la mitad de su largo exilio: el noveno de dieciocho años, con el control
sobre su propio movimiento bastante afectado y su capacidad también de
influir en la vida política de su país también en declive.
Un
Perón extrañamente errático en sus decisiones y falible en sus
propósitos. Así fue que la operación retorno quedó en manos de una
burocracia de color gris pálido que, sin capacidad ni convicción, fue
tan responsable del fracaso de la operación como la determinación del
gobierno radical por impedirla.
Jamás
los dirigentes políticos y sindicales que manejaban el peronismo en
1964 rindieron cuenta de su propia defección e incapacidad para
movilizar al movimiento en apoyo a su líder, como en los buenos tiempos.
Pero,
sobre todo, existe un misterio que jamás nadie se preocupó por
desentrañar, y es el hecho de que Perón hizo el intento de volver a su
país, llegó a estar a tiro de piedra de Buenos Aires y, sin embargo, no
pasó absolutamente nada en el país digno de ser recordado. Justamente,
el motor inicial de este libro fue tratar de entender y explicar por qué
fue así. ¿Acaso la figura de Perón se había desdibujado en la
conciencia colectiva? ¿O fue solo por culpa de una organización
deficiente? ¿Hubo entonces responsables directos del fracaso?
Señalemos
que, además de los sucesos en sí, también nos enfrentamos al misterio
de su ocultamiento posterior. No existen casi relatos ni testimonios de
cómo fue que se impidió la prosecución del viaje de Perón: si fue un
juego diplomático de salón o un operativo militar. Nadie contó tampoco
cómo se vivió en todo el país la presencia tan cercana como inalcanzable
del conductor demorado en Río de Janeiro. Nunca se supo cuál fue la
reacción de ese pueblo que diecinueve años antes, el 17 de octubre de
1945, había protagonizado la epopeya fundacional del peronismo. Jamás
los dirigentes políticos y sindicales que manejaban el peronismo en 1964
rindieron cuenta de su propia defección e incapacidad para movilizar al
movimiento en apoyo a su líder, como en los buenos tiempos.
En
definitiva, volver la vista hacia esta historia olvidada equivale a
reconstruir toda una época igual de difusa. Todo el proceso de la
operación retorno, desde su primer anuncio poco después de la asunción
de Illia hasta su desenlace desafortunado un año más tarde, tuvo lugar
en un período histórico muy poco conocido. Son los años 60 en blanco y
negro, años oscuros y poco vistosos, sin hippies ni happenings, y
previos a la explosión de la contracultura juvenil y revolucionaria que,
según la copiosa bibliografía especializada, parece haber comenzado
recién un lustro más tarde. Sin embargo, fueron también los años más
pujantes de la revolución en Cuba, con el Che Guevara en plena
actividad.
También data de esta época, por
primera vez en la historia del peronismo, la existencia casi
oficializada dentro del movimiento de dos vertientes, una conservadora y
otra combativa, situación que desde entonces varió de nombres pero no
de contenidos a través de las décadas. En 1964 ambas tendencias
aparecían encarnadas en nombres como Vandor, Iturbe, Matera o Bramuglia,
por un lado, y Framini, Cooke, Rearte o Villalón, por el otro, varios
de ellos perfectamente olvidados. De hecho, todo el proceso de la
operación retorno fue muy rico en alternativas cambiantes, a causa del
apoyo que Perón le dio sucesivamente a cada sector: desde encumbrar a
Framini como jefe del peronismo hasta apoyarse en Vandor para concretar
el regreso a la Argentina; golpes de timón que también terminaron por
sellar la suerte de la operación retorno.
Más
en general, volver hacia esta historia y las circunstancias que la
rodearon nos provoca hoy una sensación de sorpresa más bien amarga por
la persistencia de discusiones nunca saldadas en la Argentina. En una
enumeración muy breve podemos citar los debates sobre capital nacional,
inversiones extranjeras y contratos petroleros; poder político,
económico y corporativo; la acción de los medios de prensa y su
influencia en la opinión pública, y unos cuantos más. A propósito de
esto, la decisión consciente a los fines de este libro fue tratar de
evitar el doble riesgo del anacronismo que, tal como lo describió
Borges, consiste en creer que las épocas son todas iguales o que son
todas distintas.
Pero, quizás, lo más
importante en la historia del retorno frustrado de Perón en 1964 sea que
en cierto modo jamás terminó. Porque su fracaso fue, al final de
cuentas, una desgracia para todos. Es demasiado el horror que pudo
haberse evitado si este episodio hubiese tenido un desenlace distinto al
que tuvo, en la Argentina rota y deshecha de esos años. Es imposible, entonces, no preguntarnos cómo pudo haber continuado la historia con un Perón instalado en el país una década antes de 1973; pensar si nos hubiésemos ahorrado siquiera una parte de las desgracias infinitas que nos costaron ese desencuentro trágico.
Por
eso, cuesta resignarse mansamente a que ese avión demorado en Brasil
vuele de regreso a España, dejarlo ir sin tratar de detenerlo y traerlo
de vuelta, a ver si podemos forzar otro desenlace. Pero, como sabemos
que eso es imposible, es importante que nos quede al menos la opción de
revisar el pasado sin prejuicios para poder aprender algo de él.
"1964. Historia secreta de la vuelta frustrada de Perón", de Ariel Hendler (Editorial Planeta).
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