Por tercer día consecutivo, tres organizaciones sociales
federales, compuestas por más de 600 personas provenientes de 20 provincias
permanecen instaladas en un centenar de carpas al pie del Obelisco y
convirtieron así a la Plaza de la República en un gigantesco camping.
"Por un fin de año con tierra, techo y trabajo" es
la consigna del acampe que motorizan el Movimiento Popular la Dignidad, el
Frente Nacional Pueblo Unido, el Movimiento Popular Patria Grande y el
Movimiento de Trabajadores Excluidos. La manifestación tiene como objetivo
llamar la atención de la Jefatura de Gabinete, el Ministerio de Desarrollo
Social y el Ministerio de Planificación de la Nación, con quienes quieren abrir
un canal de diálogo para obtener respuestas a aquellas demandas. Pero aún no
han tenido éxito.
De seguir así las cosas, los organizadores dijeron ayer a LA
NACION que el acampe se extenderá hasta esta tarde o mañana, y con la
advertencia de un endurecimiento de las medidas.
Hasta ayer, la protesta fue pacífica y no entorpeció ni el
tránsito vehicular ni el de peatones. "Si no conseguimos diálogo, las
medidas que tomaremos serán mucho más fuertes. Haremos lo que sea necesario.
Cortaremos la 9 de Julio o marcharemos hasta la Plaza de Mayo", afirmó a
LA NACION Agustín Burgos, líder del Movimiento Popular Patria Grande y uno de
los principales responsables del acampe.
"Los tres ejes fundamentales de la protesta son la
necesidad y la exigencia de tierra, techo y trabajo. Estamos hartos de que
nuestros reclamos no lleguen a ningún lado. Nos obligaron a llegar a esto y
parece que tampoco servirá de nada", agregó.
Las más de 600 personas, con mayoría de mujeres y niños,
representan a 20 provincias. Jujuy, Chaco, Río Negro, Córdoba, Santa Fe y
Buenos Aires, en ese orden, son las que tienen mayor presencia.
El grupo funciona como una comunidad. Las mujeres preparan
la comida en una carpa central y los hombres y algunos niños se ocupan del
mantenimiento del acampe. Cuentan con un puñado de baños químicos, y sólo
algunos tienen la suerte de bañarse en casas populares.
Aunque el tránsito, hasta ahora, no sufrió complicaciones,
las veredas que rodean al Obelisco están repletas de carpas y toldos
rudimentarios que no impiden, pero complican el paso de los transeúntes.
Según los acampantes, nadie del gobierno de la ciudad aún
vino a forzar su salida ni a ofrecerles ayuda. Sin embargo, han encontrado
calidez en los vecinos y transeúntes, que con mensajes de apoyo e incluso con
donaciones colaboran con su causa. En el césped de la plaza, donde algunos de
los acampantes aún dormían la siesta cuando llegó LA NACION, ayer a la tarde,
se organizaba un pequeño festival de música ofrecido por una banda para
entretener a los chicos.
Fuentes del gobierno porteño explicaron que no han recibido
ningún pedido formal de los manifestantes y que brindarles asistencia
espontáneamente podría ser interpretado como una legitimación de la protesta,
cuando la Ciudad no avala la ocupación del espacio público como metodología de
reclamo. Agregaron que monitorean la situación sin intervenir porque el
conflicto es entre los manifestantes y la Nación.
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