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jueves, 27 de octubre de 2011

NO SOMOS COMPLICES DE LA LIQUIDACION DE LA UNION CIVICA RADICAL.

Luchamos por recuperar al Partido como un instrumento al servicio del pueblo

   Hace apenas unos días se realizó en Avellaneda, como si se tratara de una ironía del tiempo en la misma ciudad donde se realizara aquella otra que consagrara al Radicalismo como un Partido popular y progresista e intransigente en la defensa de sus principios, la Convención de la provincia de Buenos Aires de la Unión Cívica Radical. En esta oportunidad el candidato a presidente por nuestro Partido, vociferaba desafiante, retórico y auto referencial: “¿quién me va a discutir mi progresismo?” La respuesta es obvia; los hechos, el incontrastable peso de la realidad, no sólo lo discuten, sino que desnudan la parodia de un autoproclamado progresismo carente del mínimo sustento, no bien se analice la realidad de los hechos.



   Durante meses, el candidato, atronó auditorios hablando de la Social Democracia y de la pertenencia natural e histórica del radicalismo a ese espacio. Luego fue ganado por el más crudo pragmatismo, aquel que proclamaba en la era menemista que las ideologías habían muerto y así se impuso la cultura del “éxito” y el “triunfo” a cualquier costo. Huelgan los comentarios acerca del final de ese nefasto período histórico.

   Los mandatos de las convenciones anteriores, tanto en el orden provincial como nacional, indicaban la construcción de un espacio social-demócrata moderno que tuviera como eje a nuestro más que centenario Partido. Durante un tiempo fue lo que se proclamó de cara a las próximas elecciones provinciales y nacionales, sin embargo, súbitamente, quienes antes eran denostados en innumerables declaraciones y expresiones públicas como representantes de las vertientes conservadoras carentes de sensibilidad e invadidas por la superficialidad de la frivolidad, se convirtieron en nuestros aliados imprescindibles. Algunos circunstanciales dirigentes, llegaron hasta argumentar que era necesaria la construcción de un frente republicano antifascista, como si estuviéramos viviendo los momentos previos a la consolidación de esos proyectos autoritarios en Italia o en Alemania antes de la 2da Guerra Mundial.

   Con ese análisis maniqueo y falso, todo vale, y todo se justifica. Ya no importa que nivel de coincidencia en valores, creencias e ideas nos identifiquen, importa amontonar de cualquier manera a quienes están en las antípodas de nuestro pensamiento con el único objetivo de ganar. Eso sí, la garantía posterior la otorga el líder, que en este caso, no es otro que el candidato.

   ¿Qué tienen que ver nuestros nuevos socios con el papel que históricamente el Radicalismo le asigna al Estado, cuando provienen de los negocios privados en beneficio de intereses particulares y no del interés general? ¿Qué cercanía existe con los nuevos compañeros de ruta en la lucha por la defensa de la educación pública en todos sus niveles, por la reivindicación de la Ley 1420 de Enseñanza gratuita, laica y obligatoria? o ¿con la gloriosa Reforma Universitaria del año 1918, a la luz de cuyos ideales se forjaron generaciones de argentinos, especialmente integrantes de la Unión Cívica Radical?

   Así, podríamos continuar con una interminable enumeración de cuestiones vitales que nos separan de quienes hoy se eligen como aliados, tales como: las políticas de seguridad, de salud pública, de inversión en infraestructura, de política exterior, etc.

   Lo expuesto ya es suficiente motivo para rechazar de plano un acuerdo contra natura carente de valores y vacío de contenido, pero lamentablemente deben agregarse algunos ingredientes que en estas horas demuestran sin ningún margen de error que las conducciones del Partido en el orden nacional y provincial han claudicado, pretenden humillarnos y son presa del oportunismo más deleznable que registra la política de los últimos tiempos.

   En lugar de persistir en el esfuerzo de construir un espacio social-demócrata moderno, integrado por fuerzas políticas afines en pensamiento y en práctica, que tenga como imán de atracción principal a nuestro Partido; se han arrojado con toda impudicia al oportunismo como pretendida fórmula de triunfo.

   Teníamos la oportunidad de aprovechar este momento histórico tan favorable a nuestro país por las condiciones económicas internacionales, para saltar del mero crecimiento al desarrollo sostenido, edificando una alternativa política al capitalismo de amigos, autoritario, hegemónico, clientelista y prebendario atravesado por graves hechos de corrupción y baja calidad institucional que hoy representa el gobierno. En lugar de ello, las autoridades partidarias van a terminar legitimando la continuidad del “proyecto” de los Kirchner al caer en una componenda que sólo persigue la preservación de espacios de poder individual, como si se tratara de las migajas que caen de la mesa.

   En la provincia de Buenos Aires esta lamentable realidad es la más notoria: “los negociadores” partidarios aceptaron y por ende claudicaron cuando consintieron que la fórmula para gobernador y vice que supuestamente los radicales debemos votar como nuestros representantes, sea íntegramente conformada por miembros de un peronismo desteñido y conservador, como es: De Narváez-López, y para colmo el primer candidato a senador nacional sea José “Pepe” Scioli.  Este último dato no es menor, estuvimos años criticando la gestión provincial de Daniel Scioli y las que le precedieron, que su hermano Pepe integró y ahora lo llevamos como candidato a senador especulando con la posibilidad de que los votantes se confundan y creyendo votar por Daniel terminen votando por Pepe. Realmente resulta patético y ridículo.

   No les vamos a regalar el Partido, ahora y como siempre les daremos batalla. Las circunstanciales autoridades partidarias actúan como liquidadores de la Unión Cívica Radical. Nosotros pretendemos reconstruir el Partido como un instrumento al servicio del pueblo y de la nación. Interpretamos el legado de Leandro N Alem, Hipólito Yrigoyen, Arturo Illia, Ricardo Balbín, Crisólogo Larralde, Raúl Alfonsín y tantos otros hombres y mujeres de nuestras filas que nos llenaron de orgullo con la templanza que exhibieron ante la adversidad y la humildad que los caracterizó en épocas de triunfos auténticos.

Por esta razón elegimos tres frases para renovar nuestras fuerzas y convicciones: 

“Si la sociedad argentina se derechiza, el Radicalismo debe prepararse para perder elecciones” Raúl Alfonsín.

“Que se pierdan cien gobiernos, pero que se salven los principios” Hipólito Irigoyen.

“Adelante los que quedan” Leandro N Alem.

   Estas frases no son retóricas ni elegidas al azar, en su momento surgieron como producto de las convicciones más arraigadas avaladas con trayectoria de lucha y no pueden tener otra interpretación que el legado de un pensamiento progresista, popular, nacional, alejado de las tentaciones oportunistas que hoy son el denominador común de la dirigencia partidaria tanto nacional como provincial que con seguridad  no serán recordados por su grandeza y la historia no les reservará ningún lugar.

   En nombre de los miles de hombres y mujeres que no se entregan y claudican gritamos el legado de nuestro fundador: “Adelante los que quedamos”.


Federico TM Storani, Pedro Azcoiti, Rubén Lanceta, Juan José Cavallari, Carlos Martín, Omar Quintana, Gustavo De Benedetti, Gustavo Bruno, Carmen Storani, Silvia Vázquez, Guillermo Capdevila, Juan Fernández, Jorge Alvarez, Alfredo Elli, Mario Semería, Susana Babaja, Marcelo Gear, Marta Pomar, Fernando Landaburu, Mario Helfestein, Néstor Fleitas, Diego Martínez, Bruno Patana, Jhony Concepción, Ricardo Tojo, Mario Pérez, Ignacio Palacios, Mario Miranda, Eduardo Volonté, Susana Iglesias, Oreste Reta, Marisa Kugler, Ignacio Uribe, Hugo Melián, Alejandro Echegaray, Marcelo Uriarte, Alejandro Caviglioni, Silvia Moreno, Alvaro Molteni, Marcelo Marcó, Gilda Pizzolante, Alfredo Brunetti, Gonzalo Lantarón, Leandro Lanceta, Bárbara Drake, Celina Contú y siguen las firmas.

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