Peor que en los años '90
El Instituto para el Desarrollo Social Argentino adviertió: "Un incremento del orden del 30% de los salarios para este año, como están solicitando la mayoría de los sindicatos, implicará que el costo laboral en dólares se ubique en niveles muy superiores a los de la década de los ’90. Salvo que se acelere la devaluación del peso en cuyo caso también se aceleraría el proceso inflacionario y, con ello, las solicitudes de nuevas subas de salario. En el caso de la moneda brasileña, los márgenes son más amplios, pero hay que advertir que se acortan no sólo con el aumento de costos argentinos sino también con las devaluaciones que los brasileños vienen instrumentando."
CIUDAD
DE BUENOS AIRES (Idesa). Las demandas paritarias de aumentos salariales
del orden del 30% son coherentes con el objetivo de proteger las
remuneraciones del intenso proceso inflacionario, pero inconsistentes
con el equilibrio macroeconómico.
La
etapa del “crecimiento fácil” luego de la gran licuación de costos que
produjo la devaluación del año 2002 ha concluido. Con costos laborales
que tiende a superar los niveles de la convertibilidad se hacen
explícitas las consecuencias de no haber aprovechado este período de
bonanza para tomar medidas que generen mejoras genuinas en la
productividad de las empresas y la competitividad de la economía.
A diferencia de lo ocurrido en años anteriores, las paritarias encuentran hoy muchas dificultades. En varios e importantes sectores de la economía se observa que luego de varias rondas de negociaciones las posiciones aparecen casi inconciliables.
A diferencia de lo ocurrido en años anteriores, las paritarias encuentran hoy muchas dificultades. En varios e importantes sectores de la economía se observa que luego de varias rondas de negociaciones las posiciones aparecen casi inconciliables.
Por
un lado, el gobierno y las entidades empleadoras aspiran a que las
demandas no superen el 20% en el año, por el otro, la intención sindical
es lograr aumentos más en línea con la inflación.
Considerando las sumas que se vienen pagando a cuenta desde fines del año pasado, o principios del corriente, más los incrementos porcentuales solicitados (superiores al 20%) los reclamos sindicales se aproximan al 30%.
Considerando las sumas que se vienen pagando a cuenta desde fines del año pasado, o principios del corriente, más los incrementos porcentuales solicitados (superiores al 20%) los reclamos sindicales se aproximan al 30%.
¿Cuál
es la razón por la cual en años anteriores las negociaciones eran
simples y fluidas mientras que en la actualidad se muestran estacadas y
difíciles de conciliar?
Para
responder resulta ilustrativo analizar la evolución de los costos
laborales (salario bruto más 28% de contribuciones patronales) medidos
en monedas de otros países. Con datos del Ministerio de Economía y los
institutos de estadísticas de USA y Brasil se observa que:
>
El costo laboral en dólares (corregido por inflación mayorista de USA)
era de US$ 521 en el año 2002 y de US$ 1.689 en el año 2011.
>
El costo laboral en reales brasileños (corregido por inflación
mayorista de Brasil) era de R$ 2.302 en el año 2002 y de R$ 2.837 en el
año 2011.
>
Comparados con el promedio 1996-2001, los costos laborales argentinos
son un 8% más alto en dólares aunque un 47% más bajo en reales
brasileños.
La
información oficial muestra que, hasta ahora, la efectivización de las
demandas salariales no presentó mayores resistencias porque se partía de
costos laborales muy deteriorados como consecuencia de la mega
devaluación. Pero la situación ha cambiado. Los costos laborales medidos
en dólares ya han superados los niveles previos al año 2002, quedando
sólo una brecha favorable con Brasil gracias a la fuerte apreciación de
su moneda.
Un
incremento del orden del 30% de los salarios para este año, como están
solicitando la mayoría de los sindicatos, implicará que el costo laboral
en dólares se ubique en niveles muy superiores a los de la década de
los ’90. Salvo que se acelere la devaluación del peso en cuyo caso
también se aceleraría el proceso inflacionario y, con ello, las
solicitudes de nuevas subas de salario. En el caso de la moneda
brasileña, los márgenes son más amplios, pero hay que advertir que se
acortan no sólo con el aumento de costos argentinos sino también con las
devaluaciones que los brasileños vienen instrumentando.
La
“etapa fácil” de la recuperación de salarios, luego de la profunda
licuación producida por la devaluación del año 2002, se agotó. Fueron 9
años de grandes aumentos nominales de salarios que no colisionaban de
manera decisiva con los equilibrios macroeconómicos básicos porque se
partía de niveles salariales muy deteriorados. Además, jugó a favor de
la Argentina el entorno internacional caracterizado por un dólar
devaluado y un real brasileño que en la década que pasó se ha apreciado
mucho.
La
agudización de los conflictos en las paritarias explicita las
consecuencias de no haber aprovechado este período –durante el cual las
deficiencias estructurales de competitividad eran disimulados por la
licuación de los salarios– para adoptar estrategias que incrementen la
eficiencia productiva.
Frente
al error cometido, la solución ahora no pasa ni por imponer, como sería
el planteo oficial, aumentos de salarios por debajo de la inflación
real ni, mucho menos, por acelerar la devaluación. Cualquiera de las dos
alternativas supone un ajuste en los ingresos de los trabajadores para
compensar la baja productividad. El camino correcto es adoptar
estrategias más imaginativas que combinen aumentos salariales con baja
inflación sostenidos por la promoción de la eficiencia productiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario