El titular del BCRA no lleva las de ganar. Ya no hay "súpersoja", tampoco una fuerte demanda brasileña. Además, llegan los calorcitos del verano que obligan a importar más energía. El país no tiene crédito externo y deberá sentarse sobre las arcas de la entidad para que no sigan barranca abajo
El titular del BCRA no lleva las de ganar.
Ya no hay "súpersoja", tampoco una fuerte demanda brasileña. Además,
llegan los calorcitos del verano que obligan a importar más energía. El país no
tiene crédito externo y deberá sentarse sobre las arcas de la entidad para que no sigan barranca abajo.
Unos diez meses atrás, cuando Juan Carlos
Fábrega era una figura que contaba con el crédito del mercado y que todavía no
había sufrido el desgaste de la crisis desatada en el seno del propio Gobierno,
se trazó un desafío que sonaba incluso conservador.
En su hoja de ruta, el entonces presidente
del Banco Central, le comunicó a los principales importadores de la Argentina
que la meta era concluir el 2014 con un nivel de reservas superior a los
u$s30.000 millones.
En ese entonces, devaluación mediante, hubo
consultoras que se aventuraron a pronosticar tenencias por hasta u$s33.000
millones hacia el cierre de diciembre.
Eran cifras que, hace casi un año, a los
ojos de ningún analista resultaban aventuradas u osadas. Por el contrario, las
expectativas, tanto públicas como privadas, estaban apoyadas en tres variables
clave:
• La "súpersoja", de la mano de
precios buenos y de un nivel récord de cosecha.
• Un sostenimiento de la demanda brasileña,
que no permitía prever un crecimiento de las exportaciones argentinas pero
tampoco una fuerte caída.
• Una disminución del déficit energético
debido a una mayor producción de gas y petróleo en territorio nacional
-expectativa reforzada por el optimismo que irradiaba en ese entonces el
potencial de Vaca Muerta-.
Claro que este análisis, que se presentaba
como absolutamente racional y medido en aquel entonces, terminó pecando de
optimista.
Sucede que, por un lado, se sobreestimó el
empuje de los "escudos" de la economía argentina, como es la soja y
Brasil.
Por otro, dicho análisis sobre el futuro de
las reservas no le adjudicaba ninguna relevancia al conflicto latente con los
fondos buitre, que terminaría estallándole al Gobierno unos meses después.
Luego, la puja de poderes con el ministro
Axel Kicillof y los llamativos pases de factura por parte de la Presidenta en
su discurso en Casa de Gobierno, precipitaron la salida de un Fábrega que
estuvo lejos de poder cumplir con aquella hoja de ruta trazada cuando contaba
con todo el crédito del mercado financiero.
El nuevo "guardián" de las
reservas
Hoy por hoy, las reservas siguen por debajo
del piso psicológico de los u$s28.000 millones. Y los analistas le atribuyen
pocas posibilidades a que las tenencias puedan recuperarse, tal como lo había
planeado en su momento el saliente titular del BCRA.
Por el contrario, agencias de calificación
como Moody´s estiman que las mismas se acercarán peligrosamente a los u$s25.000
millones al cierre de este año.
Entre las consultoras locales, las
proyecciones tampoco son alentadoras: desde Analytica y Econométrica prevén que
el Central concluirá 2014 con reservas que se ubicarán no más allá de los
u$s27.000 millones.
El flamante presidente del BCRA, Alejando
Vanoli, desembarca en un cargo que hoy por hoy debe figurar entre los menos
codiciados por los funcionarios K: con "canillas" que apenas están
goteando divisas y con la ventanilla del crédito externo cerrada, el ahora ex
titular de la CNV deberá rendir un pesado test y demostrarle a Cristina
Kirchner que puede ser el "guardián" de los dólares. O, al menos, un
"mago" capaz de manejar la escasez.
En línea con la "lógica del
canuto", para el economista Jorge Todesca, con Vanoli, "el Central se
va a sentar sobre las reservas, que son insuficientes para el funcionamiento de
la economía. Por eso es que van a continuar las restricciones".
Bajo su óptica, el Ejecutivo "está en
una posición netamente defensiva, como diciendo: aquí hay una trinchera, me
pongo el casco con mis soldados más leales y voy a resistir hasta el final del
mandato con los instrumentos que tengo".
Para ello, Vanoli no se limitará a tener
que cumplir las funciones tradicionales de un presidente de un Banco Central.
Lejos de eso, quedó totalmente condicionado por el "legado" que le
dejó Fábrega, quien le dio un nuevo significado y hasta incluso una nueva
relevancia y dimensión al cargo de titular de la entidad.
"En los últimos meses, el saliente
funcionario había comenzado intervenir en numerosos temas vinculados con el
comercio exterior que lo hacían ejercer un rol decisivo para las empresas que
dependen de insumos o bienes del exterior", disparó Miguel Ponce, gerente
de la Cámara de Importadores (CIRA).
"Para nosotros, dada la relevancia que
ha cobrado esta entidad, no es un tema menor quién está al frente de la
entidad. No es neutro", recalcó el directivo.
El presidente del BCRA, con perfil
"multitasking"
La "herencia" que Fábrega le dejó
a Vanoli es que éste ahora se convirtió en una suerte de juez que deberá
resolver, de ahora en más, la aprobación de miles de operaciones de
importación.
Tal como lo señaló Ponce: "Antes, un
empresario tenía autorizada una Declaración Jurada por parte de la Secretaría
de Comercio Interior y eso era suficiente. No se necesitaba más: con ese
trámite alcanzaba para que le giraran los dólares".
Sin embargo, apenas estalló la crisis con
los holdouts y se hizo más notoria la necesidad de dólares, entró en escena el
BCRA como un nuevo jugador decisivo que pasó a definir el futuro de cada
operación de importación, es decir, atribuciones más propias de Ricardo
Echegaray o de Augusto Costa que las de un organismo supuestamente autónomo y
que, en teoría, debería estar abocado únicamente a definir la política
monetaria y cambiaria.
"Ahora es el propio Banco Central el
que pasó a decidir si se le da luz verde o no a un pedido de divisas, algo
totalmente inédito", recalcó Ponce.
Antes, la función del titular del BCRA era
casi comparable con la de un "observador" cuando se hablaba de
comercio exterior.
Sucede que, cuando una operación de
importación se movía entre los u$s200.000 y los u$s300.000, los bancos privados
debían pedirle autorización a la entidad antes de que la misma pudiera girar
las divisas.
Al tiempo que, cualquier solicitud por más
de u$s300.000 requería que la propia empresa interesada en conseguir los
billetes verdes para poder importar realice la gestión ante el BCRA.
Y en general, hasta febrero pasado, todos
los pedidos recibían luz verde sin mayores complicaciones, si es que contaban
con las debidas Declaraciones Juradas firmadas por Augusto Costa.
¿Qué cambio trascendental introdujo Fábrega
antes de partir? Borró las tres escalas con los diferentes niveles de control y
estableció que todo pedido de divisas por encima de losu$s150.000 deba contar
con autorización previa del Central.
"Esta unificación en un tope tan bajo
implica que se estén incluyendo a miles de empresas medianas e incluso chicas.
Basta traer un bien de capital o determinadas materias primas para sobrepasar
con holgura esta cifra", disparó Ponce, quien advirtió que "aquellas
firmas que hasta ahora no venían teniendo problemas, puede ser que pasen a
tener demoras por los mayores controles".
La otra novedad fue que el BCRA pasó a
tener un poder similar al que antes ostentaba Guillermo Moreno, cuando manejaba
con mano de hierro la Secretaría de Comercio Interior.
Si bien el Central técnicamente no prohíbe
importaciones, lo que hace en la práctica -al no habilitar dólares- es obligar
a las empresas a recurrir a dos alternativas que, a su vez, le permiten
oxigenar las reservas:
• Por un lado, las obliga a financiar sus
compras al exterior a través de casas matrices y proveedores. Así, el BCRA se
"ahorró" de girar unos u$s6.100 millones si se incluye en el listado
a las líneas aéreas. Puesto en otras palabras, sin este poder de
"policía" sobre los importadores, la entidad hoy contaría con
reservas por apenas u$s21.000 millones.
• Por otro, terminó empujando a las
compañías hacia el mercado de "conta con liqui":al no poder hacerse
de divisas para importar insumos clave, las compañías afectadas por la nueva
política del Central apelaron a este mecanismo, completamente legal, pero con
un sobrecosto que llegó a ser del 80% respecto del tipo de cambio oficial.
Prueba del nuevo rol de
"guardián" de los dólares que está teniendo el BCRA es que en agosto
se registró el mayor desplome en el nivel de operaciones de importación en lo
que va del año.
Además, esta caída, según Ponce, se produce
justo en momentos en que, paradójicamente, Comercio Interior está aplicando una
política más laxa y permisiva con los pedidos de DJAI.
"En este último tiempo, comenzaron a
fluir las Declaraciones Juradas. Además, el 1 a 1, el sistema por el cual las
firmas debían compensar cada dólar pedido para traer productos de afuera con
ventas al mundo por el mismo valor, no se lo piden a nadie desde hace meses.
Así y todo, las importaciones se derrumbaron. Esto se explica por la mayor
injerencia del BCRA", acotó el directivo.
Mauricio Claverí, economista de Abeceb,
coincidió con que, además de la baja en el ritmo de actividad, esta caída
estuvo explicada por "las mayores restricciones en la liberación de
divisas".
Lo que se preguntan hoy por hoy los
empresarios del sector importador es cómo hará Vanoli para monitorear y definir
el destino de los miles de pedidos de importación que se realizan cada mes.
¿Tiene montada una estructura o, al menos,
un equipo técnico que permita analizar con cierta celeridad las solicitudes
para el giro de divisas? ¿Se comenzará a manejar con criterios por los cuales
se privilegiará el ingreso de insumos o materias primas para la industria
nacional?
"No nos consta que tengan definidos criterios
para favorecer importaciones esenciales. Esperamos que no haya un cambio de las
labores del Central, cuyas tareas deben ser estrictamente financieras y no
vinculadas con temas de política comercial. Esto nos parecería
inadecuado", disparó Ponce, para quien -si esto ocurriera- "se
estaría creando una nueva instancia de arbitrariedad que sería muy negativa
para la actividad empresaria".
A manejar la escasez
Para los expertos, cuantas mayores sean las
restricciones en la generación de divisas, mayores los desafíos que enfrentará
Vanoli en el BCRA.
Días atrás, el funcionario había asegurado
que "las reservas están para usarse", aunque también aclaró que no
había que caer en excesos porque "si las reservas bajan demasiado aparecen
los problemas".
El gran dolor de cabeza que tiene por
delante el nuevo presidente de la entidad es que los productores siguen
sentados sobre la cosecha. Hasta principios de septiembre, la mitad de los
granos -por un valor superior a los u$s10.000 millones- estaban
"encanutados" en los silo bolsas.
Para los próximos meses, la película
también preocupa: el precio de la soja se viene derrumbando y, para mayo,
cuando salga por los puertos la próxima cosecha argentina, el mercado estima un
valor de apenas u$s360 por tonelada.
El resultado, según el IERAL, es que
ingresarán u$s3.000 millones menos en 2015, justo cuando se deberán enfrentar
vencimientos por u$s12.000 millones.
El otro gran problema es el déficit por
compras de combustibles. En diálogo con iProfesional, Alieto Guadagni,
ex secretario de Energía, advirtió que, pese a la caída del ritmo de actividad,
"la demanda de los hogares no es tan elástica. No se espera una fuerte
caída".
A esto, agregó que el abastecimiento sigue
sin levantar cabeza: "YPF tuvo un repunte en la generación de gas y
petróleo. Pero no fue suficiente: las demás empresas vienen cayendo y esto se
traduce en una baja general del 1%. Hace 14 y 10 años que viene en retroceso la
producción de nafta y gas, respectivamente".
Todo esto, según el experto, lleva a que
este año se requiera casi la misma cantidad de importaciones de energía que en
2013, cercanas a los u$s12.000 millones.
Según sus estimaciones, entre octubre y
diciembre, el Central deberá habilitar u$s2.700 millones para hacer frente a la
demanda de energía eléctrica, obtenida mayormente a través de centrales
térmicas, que funcionan con gasoil.
Eso implica que, cada 60 minutos que Vanoli
esté en el sillón de la presidencia del Central, se le escurrirán de las arcas
u$s1,2 millones para el pago de la factura energética.
La cuenta preocupa al Gobierno, pero
también a los importadores, que saben que son el eslabón más débil a la hora
del reparto de divisas.
FUENTE: http://www.iprofesional.com/
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