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miércoles, 8 de octubre de 2014

¿Podrá?: Vanoli y la difícil tarea de frenar al dólar blue y al liqui, encanutar reservas y aprobar importaciones




El titular del BCRA no lleva las de ganar. Ya no hay "súpersoja", tampoco una fuerte demanda brasileña. Además, llegan los calorcitos del verano que obligan a importar más energía. El país no tiene crédito externo y deberá sentarse sobre las arcas de la entidad para que no sigan barranca abajo


El titular del BCRA no lleva las de ganar. Ya no hay "súpersoja", tampoco una fuerte demanda brasileña. Además, llegan los calorcitos del verano que obligan a importar más energía. El país no tiene crédito externo y deberá sentarse sobre las arcas  de la entidad para que no sigan barranca abajo.

Unos diez meses atrás, cuando Juan Carlos Fábrega era una figura que contaba con el crédito del mercado y que todavía no había sufrido el desgaste de la crisis desatada en el seno del propio Gobierno, se trazó un desafío que sonaba incluso conservador.

En su hoja de ruta, el entonces presidente del Banco Central, le comunicó a los principales importadores de la Argentina que la meta era concluir el 2014 con un nivel de reservas superior a los u$s30.000 millones.

En ese entonces, devaluación mediante, hubo consultoras que se aventuraron a pronosticar tenencias por hasta u$s33.000 millones hacia el cierre de diciembre.

Eran cifras que, hace casi un año, a los ojos de ningún analista resultaban aventuradas u osadas. Por el contrario, las expectativas, tanto públicas como privadas, estaban apoyadas en tres variables clave:

• La "súpersoja", de la mano de precios buenos y de un nivel récord de cosecha.

• Un sostenimiento de la demanda brasileña, que no permitía prever un crecimiento de las exportaciones argentinas pero tampoco una fuerte caída.

• Una disminución del déficit energético debido a una mayor producción de gas y petróleo en territorio nacional -expectativa reforzada por el optimismo que irradiaba en ese entonces el potencial de Vaca Muerta-.

Claro que este análisis, que se presentaba como absolutamente racional y medido en aquel entonces, terminó pecando de optimista.

Sucede que, por un lado, se sobreestimó el empuje de los "escudos" de la economía argentina, como es la soja y Brasil.

Por otro, dicho análisis sobre el futuro de las reservas no le adjudicaba ninguna relevancia al conflicto latente con los fondos buitre, que terminaría estallándole al Gobierno unos meses después.

Luego, la puja de poderes con el ministro Axel Kicillof y los llamativos pases de factura por parte de la Presidenta en su discurso en Casa de Gobierno, precipitaron la salida de un Fábrega que estuvo lejos de poder cumplir con aquella hoja de ruta trazada cuando contaba con todo el crédito del mercado financiero.

El nuevo "guardián" de las reservas
Hoy por hoy, las reservas siguen por debajo del piso psicológico de los u$s28.000 millones. Y los analistas le atribuyen pocas posibilidades a que las tenencias puedan recuperarse, tal como lo había planeado en su momento el saliente titular del BCRA.

Por el contrario, agencias de calificación como Moody´s estiman que las mismas se acercarán peligrosamente a los u$s25.000 millones al cierre de este año.

Entre las consultoras locales, las proyecciones tampoco son alentadoras: desde Analytica y Econométrica prevén que el Central concluirá 2014 con reservas que se ubicarán no más allá de los u$s27.000 millones.

El flamante presidente del BCRA, Alejando Vanoli, desembarca en un cargo que hoy por hoy debe figurar entre los menos codiciados por los funcionarios K: con "canillas" que apenas están goteando divisas y con la ventanilla del crédito externo cerrada, el ahora ex titular de la CNV deberá rendir un pesado test y demostrarle a Cristina Kirchner que puede ser el "guardián" de los dólares. O, al menos, un "mago" capaz de manejar la escasez.

En línea con la "lógica del canuto", para el economista Jorge Todesca, con Vanoli, "el Central se va a sentar sobre las reservas, que son insuficientes para el funcionamiento de la economía. Por eso es que van a continuar las restricciones".

Bajo su óptica, el Ejecutivo "está en una posición netamente defensiva, como diciendo: aquí hay una trinchera, me pongo el casco con mis soldados más leales y voy a resistir hasta el final del mandato con los instrumentos que tengo".

Para ello, Vanoli no se limitará a tener que cumplir las funciones tradicionales de un presidente de un Banco Central. Lejos de eso, quedó totalmente condicionado por el "legado" que le dejó Fábrega, quien le dio un nuevo significado y hasta incluso una nueva relevancia y dimensión al cargo de titular de la entidad.

"En los últimos meses, el saliente funcionario había comenzado intervenir en numerosos temas vinculados con el comercio exterior que lo hacían ejercer un rol decisivo para las empresas que dependen de insumos o bienes del exterior", disparó Miguel Ponce, gerente de la Cámara de Importadores (CIRA).

"Para nosotros, dada la relevancia que ha cobrado esta entidad, no es un tema menor quién está al frente de la entidad. No es neutro", recalcó el directivo.

El presidente del BCRA, con perfil "multitasking" 

La "herencia" que Fábrega le dejó a Vanoli es que éste ahora se convirtió en una suerte de juez que deberá resolver, de ahora en más, la aprobación de miles de operaciones de importación.

Tal como lo señaló Ponce: "Antes, un empresario tenía autorizada una Declaración Jurada por parte de la Secretaría de Comercio Interior y eso era suficiente. No se necesitaba más: con ese trámite alcanzaba para que le giraran los dólares".

Sin embargo, apenas estalló la crisis con los holdouts y se hizo más notoria la necesidad de dólares, entró en escena el BCRA como un nuevo jugador decisivo que pasó a definir el futuro de cada operación de importación, es decir, atribuciones más propias de Ricardo Echegaray o de Augusto Costa que las de un organismo supuestamente autónomo y que, en teoría, debería estar abocado únicamente a definir la política monetaria y cambiaria.

"Ahora es el propio Banco Central el que pasó a decidir si se le da luz verde o no a un pedido de divisas, algo totalmente inédito", recalcó Ponce.

Antes, la función del titular del BCRA era casi comparable con la de un "observador" cuando se hablaba de comercio exterior.

Sucede que, cuando una operación de importación se movía entre los u$s200.000 y los u$s300.000, los bancos privados debían pedirle autorización a la entidad antes de que la misma pudiera girar las divisas.

Al tiempo que, cualquier solicitud por más de u$s300.000 requería que la propia empresa interesada en conseguir los billetes verdes para poder importar realice la gestión ante el BCRA.

Y en general, hasta febrero pasado, todos los pedidos recibían luz verde sin mayores complicaciones, si es que contaban con las debidas Declaraciones Juradas firmadas por Augusto Costa.

¿Qué cambio trascendental introdujo Fábrega antes de partir? Borró las tres escalas con los diferentes niveles de control y estableció que todo pedido de divisas por encima de losu$s150.000 deba contar con autorización previa del Central.

"Esta unificación en un tope tan bajo implica que se estén incluyendo a miles de empresas medianas e incluso chicas. Basta traer un bien de capital o determinadas materias primas para sobrepasar con holgura esta cifra", disparó Ponce, quien advirtió que "aquellas firmas que hasta ahora no venían teniendo problemas, puede ser que pasen a tener demoras por los mayores controles".

La otra novedad fue que el BCRA pasó a tener un poder similar al que antes ostentaba Guillermo Moreno, cuando manejaba con mano de hierro la Secretaría de Comercio Interior.

Si bien el Central técnicamente no prohíbe importaciones, lo que hace en la práctica -al no habilitar dólares- es obligar a las empresas a recurrir a dos alternativas que, a su vez, le permiten oxigenar las reservas:

• Por un lado, las obliga a financiar sus compras al exterior a través de casas matrices y proveedores. Así, el BCRA se "ahorró" de girar unos u$s6.100 millones si se incluye en el listado a las líneas aéreas. Puesto en otras palabras, sin este poder de "policía" sobre los importadores, la entidad hoy contaría con reservas por apenas u$s21.000 millones.

• Por otro, terminó empujando a las compañías hacia el mercado de "conta con liqui":al no poder hacerse de divisas para importar insumos clave, las compañías afectadas por la nueva política del Central apelaron a este mecanismo, completamente legal, pero con un sobrecosto que llegó a ser del 80% respecto del tipo de cambio oficial.

Prueba del nuevo rol de "guardián" de los dólares que está teniendo el BCRA es que en agosto se registró el mayor desplome en el nivel de operaciones de importación en lo que va del año.

Además, esta caída, según Ponce, se produce justo en momentos en que, paradójicamente, Comercio Interior está aplicando una política más laxa y permisiva con los pedidos de DJAI.

"En este último tiempo, comenzaron a fluir las Declaraciones Juradas. Además, el 1 a 1, el sistema por el cual las firmas debían compensar cada dólar pedido para traer productos de afuera con ventas al mundo por el mismo valor, no se lo piden a nadie desde hace meses. Así y todo, las importaciones se derrumbaron. Esto se explica por la mayor injerencia del BCRA", acotó el directivo.

Mauricio Claverí, economista de Abeceb, coincidió con que, además de la baja en el ritmo de actividad, esta caída estuvo explicada por "las mayores restricciones en la liberación de divisas".

Lo que se preguntan hoy por hoy los empresarios del sector importador es cómo hará Vanoli para monitorear y definir el destino de los miles de pedidos de importación que se realizan cada mes.

¿Tiene montada una estructura o, al menos, un equipo técnico que permita analizar con cierta celeridad las solicitudes para el giro de divisas? ¿Se comenzará a manejar con criterios por los cuales se privilegiará el ingreso de insumos o materias primas para la industria nacional?

"No nos consta que tengan definidos criterios para favorecer importaciones esenciales. Esperamos que no haya un cambio de las labores del Central, cuyas tareas deben ser estrictamente financieras y no vinculadas con temas de política comercial. Esto nos parecería inadecuado", disparó Ponce, para quien -si esto ocurriera- "se estaría creando una nueva instancia de arbitrariedad que sería muy negativa para la actividad empresaria".

A manejar la escasez 

Para los expertos, cuantas mayores sean las restricciones en la generación de divisas, mayores los desafíos que enfrentará Vanoli en el BCRA.

Días atrás, el funcionario había asegurado que "las reservas están para usarse", aunque también aclaró que no había que caer en excesos porque "si las reservas bajan demasiado aparecen los problemas".

El gran dolor de cabeza que tiene por delante el nuevo presidente de la entidad es que los productores siguen sentados sobre la cosecha. Hasta principios de septiembre, la mitad de los granos -por un valor superior a los u$s10.000 millones- estaban "encanutados" en los silo bolsas.

Para los próximos meses, la película también preocupa: el precio de la soja se viene derrumbando y, para mayo, cuando salga por los puertos la próxima cosecha argentina, el mercado estima un valor de apenas u$s360 por tonelada.

El resultado, según el IERAL, es que ingresarán u$s3.000 millones menos en 2015, justo cuando se deberán enfrentar vencimientos por u$s12.000 millones.

El otro gran problema es el déficit por compras de combustibles. En diálogo con iProfesional, Alieto Guadagni, ex secretario de Energía, advirtió que, pese a la caída del ritmo de actividad, "la demanda de los hogares no es tan elástica. No se espera una fuerte caída".

A esto, agregó que el abastecimiento sigue sin levantar cabeza: "YPF tuvo un repunte en la generación de gas y petróleo. Pero no fue suficiente: las demás empresas vienen cayendo y esto se traduce en una baja general del 1%. Hace 14 y 10 años que viene en retroceso la producción de nafta y gas, respectivamente".

Todo esto, según el experto, lleva a que este año se requiera casi la misma cantidad de importaciones de energía que en 2013, cercanas a los u$s12.000 millones.

Según sus estimaciones, entre octubre y diciembre, el Central deberá habilitar u$s2.700 millones para hacer frente a la demanda de energía eléctrica, obtenida mayormente a través de centrales térmicas, que funcionan con gasoil.

Eso implica que, cada 60 minutos que Vanoli esté en el sillón de la presidencia del Central, se le escurrirán de las arcas u$s1,2 millones para el pago de la factura energética.

La cuenta preocupa al Gobierno, pero también a los importadores, que saben que son el eslabón más débil a la hora del reparto de divisas.

FUENTE:  http://www.iprofesional.com/


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