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martes, 25 de septiembre de 2012

¿Porque en Argentina se cultiva soja de Monsanto?

UN GRAN MODELO NACIONAL POPULAR Y......  ENVENENADO EXTERMINADOR





SOJA TRANSGENICA Y ARGENTINA: "El Milagro del oro verde"
¿Porque en Argentina se cultiva soja de Monsanto?
El cultivo masivo de frijol de soya ha cambiado el paisaje argentino, llevándose consigo vacas, pueblos, tradiciones y campesinos. Argentina logrará este año la mayor cosecha de soya de la historia: 52 millones de toneladas.

En la ribera del enorme río Paraná, 50 kilómetros al norte y otros 
tantos al sur de la ciudad de Rosario, hay no menos de 15 puertos privados en los que hacían cola el pasado domingo dos decenas de buques mercantes. Los barcos van a cargar y transportar hacia Asia, África y Europa, la mayor cosecha de soya de la historia de Argentina: más de 52 millones de toneladas.

En los campos de la provincia de Santa Fe, en el corazón del océano de soya en que se ha transformado la Pampa húmeda argentina, las enormes cosechadoras trabajan las 24 horas del día y de la noche, con sus potentes faros encendidos en la inmensa soledad de la pradera y con conductores que son relevados sobre la marcha, casi sin parar la máquina. 

Mientras tanto miles de enormes camiones van y vienen, recogiendo y llevando la soya a silos y puertos. 
Terminarán haciendo unos cuatro millones de viajes al Paraná, de ida y vuelta, en menos de dos meses.

El oro verde, la soya, ha transformado Argentina en muy pocos años: ha impulsado el crecimiento de la economía y la salida de la crisis, ha cambiado la manera de vivir y de trabajar de miles de productores agrícolas, ha modificado la fisonomía de centenares de pequeñas localidades rurales y ha extendido la frontera agrícola por donde antes solo había pastos, monte o simple paisaje. 

La soya se come todo: vacas, pueblos, montes, tradiciones e incluso trabajadores rurales, porque no requiere de obra (es un cultivo totalmente mecanizado) y porque existe una creciente concentración de la propiedad de la tierra. A tal punto que algunos expertos empiezan a preocuparse

“Hay que impedir que se siga plantando soya donde antes no la había. Hemos pasado de siete millones de hectáreas de soya en 2003 a los 20 millones de hectáreas que se sembraron esta temporada”, explica Marcelo Brignoni, diputado de la Asamblea de Santa Fe.

“Demasiada soja”, admite el director de la revista Rosario Express, Óscar Bertone. De 2009 a 2010 se pasó de 17.5 millones de hectáreas a los 20 millones actuales. Se calcula que en toda Argentina hay aproximadamente 31 millones de hectáreas de uso agrícola, lo que quiere decir que la soya ya ocupa cerca del 64 por ciento de la superficie cultivable.

La zona de producción
La Pampa esta integrada por cinco provincias: Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa y Santa Fe. En el núcleo central están las tierras más fértiles de Argentina y posiblemente del mundo. 

Hace siete años, una hectárea podía valer 2 mil dólares. Hoy se llegan a pagar hasta 15 mil (el precio promedio ronda los 12 mil dólares por hectárea; ¡más de mil dólares por metro cuadrado!). El cambio radical ha llegado precisamente de mano de la soya. 

De las necesidades de China, que la paga a muy buen precio, y de la soya transgénica (que va ligada inexorablemente al uso del herbicida glifosato), que es la que está permitiendo rendimientos muy elevados, con promedios de 4 mil toneladas y casos de hasta 10 toneladas por hectárea. 

Es fácil hacerse una idea del dinero que se mueve estos días en el campo argentino: en la Bolsa de Chicago se estaban pagando esta semana entre 355 y 358 dólares por tonelada de soya.

Al norte de Rosario, por la Ruta 9, hacia Cañada de Gómez, y más al norte, por la Ruta 13, se van pasando los pueblos soyeros: Las Parejas, Los Cardos, Las Rosas, El Trébol, Carlos Pellegrini, San Jorge... 
Estamos a más de 500 kilómetros de Buenos Aires, capital federal, y la soya está plantada hasta en los bordes de las carreteras, más allá de las cercas de las fincas. Cualquier espacio es aprovechable para cosechar un quintal más. Se nota que hay dinero porque a la entrada de algunas localidades se puede ver una interminable fila de comercios de semillas y de herramientas agrícolas.

Nuevo modo de vida

Hernán tiene 33 años y cara de niño. A la vera de un campo cerca de Los Cardos vigila nervioso el trabajo de dos de sus tres cosechadoras. Hernán es contratista de maquinaria agrícola y controla que nadie pierda un minuto. Hay muchos campos esperando sus máquinas y no se puede dar respiro a nadie. La cosechadora más cercana no es de las más grandes, pero tiene que cosechar 80 hectáreas en menos de 14 horas, dice Hernán. 

Él vive en Armstrong, una localidad de 11 mil habitantes conocida por su dedicación a la maquinaria agrícola. “Mi papá tiene un campo de 68 hectáreas. Con eso se puede vivir bien. Mi hermano es ingeniero; mi hermana, maestra, y yo dejé los estudios para quedarme aquí y hacerme contratista”. Antes de que acabe la campaña calcula que habrá cosechadao más de 2 mil hectáreas de soja.

Al pasar cerca de El Trébol, a las cuatro de la tarde, sorprende ver un campo de golf impoluto en el que varios hombres relativamente jóvenes practican para mejorar su hándicap. ¿No deberían estar en la cosecha? “Bueno, la mayoría de ellos habrá alquilado las tierras a un pool (asociación de inversores) de siembra. La verdad es que no tienen mucho que hacer, las máquinas lo hacen todo”, explica Marcelo Brignoni.
“Esa es una de las grandes transformaciones sociales que ha acarreado la soja transgénica”, comenta el diputado de Santa Fe. “Los padres de esos jugadores de golf se subían al tractor a las cinco de la mañana y se bajaban a las seis de la tarde. Sus hijos no van a volver a trabajar nunca más: simplemente, alquilan sus tierras y reciben el dinero correspondiente. 

Por 50 hectáreas pueden sacar hasta 90 mil pesos de renta anual”, explica. Son unos 25 mil dólares, pero en Argentina eso es mucho dinero. Un profesional joven que trabaje en la capital federal, un médico, un profesor de universidad o un periodista, no hace más de 10 mil dólares al año. Los agricultores que rentan sus tierras reciben más del doble por no hacer absolutamente nada. ‘¿Comprende usted por qué es tan difícil debatir sobre la soja en este país?”, se lamenta el diputado de Santa Fe. 

El territorio de la soya

Brignoni es un diputado que pertenece a un partido relativamente nuevo, de raíz socialista, que se llama Nuevo Encuentro (su líder nacional es Martín Sabbatella), y conoce muy bien la realidad de su provincia. “Es absurdo querer que se prohíba el glifosato, como dicen algunos ecologistas, o que se elimine la soya transgénica. Eso es imposible. No se trata sólo de los intereses de los grandes terratenientes, sino de los pequeños y medianos productores, que han encontrado en la soya transgénica un verdadero filón y se han convertido en sus más ardientes defensores. 

“De hecho”, afirma Brignoni, “los grandes hacendados, los ricos de toda la vida, los de la llamada Sociedad Rural (uno de cuyos presidentes fue José Martínez de Hoz, el ministro de Economía de la dictadura militar), conservan sus negocios ganaderos.

FUENTE: CASA VEGETARIANA

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