18/jul/2013
El
acuerdo de marras se genera tras una década de fracasos recurrentes en
materia energética, que nos llevaron a malograr primero la condición de
país exportador y, posteriormente perder el autoabastecimiento,
convirtiéndonos en importadores cada vez más dependientes.
|
Por: Aldo Norberto Bonaveri
@AldoBonaveri
@PregonAgro
Con un giro que sorprendió a propios y extraños, mediante el decreto 929
la presidenta Cristina Fernández le confiere a la multinacional Chevron
Corporation (sucesora de la Standard Oil), concesiones que
como mínimo contradicen el relato y contrastan con el proceder K en
materia de hidrocarburos. La flamante disposición que se complementa con
el acuerdo rubricado entre YPF y la petrolera norteamericana, para la
explotación de un área próxima a los 400 km2 del yacimiento Vaca Muerta.
Producto del entendimiento Chevron queda
facultada para exportar parte de su producción allí obtenida sin
retenciones, garantizándole la libre disponibilidad de los fondos que
esas operaciones generen y, sin la obligación de ingresar al país
dólares al tipo de cambio oficial, tal como deben hacerlo las demás
empresas que intervienen en el comercio exterior.
El
decreto fija el marco para el Régimen de Promoción de Inversión para la
Explotación de Hidrocarburos, al que podrán acceder las empresas que
realicen "una inversión directa en moneda extranjera no inferior"
a los 1000 millones de dólares en los primeros cinco años del proyecto,
especificando explícitamente que las compañías que cumplan con tal
requisito: “podrán comercializar libremente en el mercado externo el
20% de la producción de hidrocarburos líquidos y gaseosos producidos,
en esos proyectos, con una alícuota del 0% de derechos de exportación,
en caso de resultar éstos aplicables” .
Así
mismo, la norma le otorga a los inversores otra salvaguarda, previendo
que si la producción nacional no alcanzara a cubrir la demanda interna
y, el Gobierno debiera disponer de las exportaciones para cubrir dichos
faltantes, las petroleras cobrarán por esa porción "un precio no inferior al precio de exportación de referencia",
sin retenciones; contemplando además, que las empresas que deban ceder
esos volúmenes, obtendrán "derecho prioritario a obtener divisas de
libre disponibilidad a través del Mercado Único y Libre de Cambios por
hasta un 100% del precio" logrado por la venta en el mercado interno.
El
acuerdo de marras se genera tras una década de fracasos recurrentes en
materia energética, que nos llevaron a malograr primero la condición de
país exportador y, posteriormente perder el autoabastecimiento,
convirtiéndonos en importadores cada vez más dependientes. La sucesión
de fiascos son consecuencia directa de la inexistencia de políticas en
la materia, obrando con improvisaciones sobre los efectos con los
resultados que están a vista, que para el año en curso significará al
país una sangría de divisas entre u$s 13.000 y 15.000 millones.
Sin
duda que era menester cambiar el rumbo sobre todo lo actuado hasta el
presente; al mismo tiempo las explicaciones dadas son insuficientes para
emitir juicios definitivos y, es demasiado prematuro para predecir los
resultados; no obstante el Gobierno actúa soslayando cualquier tipo de
autocrítica, cuando las secuelas son concluyentes, al tiempo de
reincidir en la soberbia que lo caracteriza.
Con
esta medida quedan de lado los fundamentos esgrimidos en el dictado de
la ley de “recuperación de YPF” y de la tan mentada “soberanía
hidrocarburífera”. Una vez más, en un tema trascendente y estratégico se
obvia al Congreso de la Nación, donde debería haberse debatido en
profundidad, remplazándolo por un simple decreto. La norma también deja
sin efecto disposiciones impuestas por el propio Poder Ejecutivo sobre:
las restricciones a la libre disponibilidad del petróleo, o colisiona
con las limitaciones determinadas para el egreso de divisas.
Por
otra parte, este acuerdo deja al descubierto la incapacidad de YPF para
captar inversiones, aun cuando Vaca Muerta reviste la condición de ser
potencialmente un atractivo superlativo, habida cuenta de tratarse de la
mayor reserva no convencional de petróleo y gas de Sudamérica. El
problema radica en la falta de previsibilidad y seguridad jurídica que
califica el Estado argentino.
El socio escogido
tampoco parece como el más adecuado, desde el punto de vista
cuantitativo Chevron ha evidenciado en nuestro país menor eficiencia
productiva que Repsol, cuya performance dejó bastante que desear (en el
último año redujo su producción en 17% cotejando con el anterior). A la
luz de esta determinación cabe preguntarse ¿Fue estudiada la
re-estatización de YPF, cuando ahora se requiere reprivatizar una
parte?, el interrogante tiene más sentido cuando el beneficiario no
acredita méritos suficientes.
El predicamento de
Chevron esta devaluado internacionalmente, fundamentalmente por el
problema que arrastra en Ecuador desde las postrimerías de la década del
90’, allí la multinacional está involucrada en severa contaminación y
degradación de suelos y recursos hídricos, como consecuencia de las
explotaciones que en la selva amazónica desarrollaron Chevron-Texaco. La
demanda planteada por el país damnificado es actualmente del orden de
u$s 19.000 millones, siendo oportuno destacar que Argentina en una
instancia judicial había resuelto provenir el embargo de los activos
emplazados en el país, lo que no fue consumado debido a que fallos de la
Procuraduría General de la Nación y la Corte Suprema de Justicia
determinando que no era procedente.
El decreto
plantea también incertidumbres, por ley las concesiones petroleras
caducan en pocos años, cuando ello ocurra son las provincias las que
tienen la potestad de asignarlas, empero el acuerdo de marras franquea
concesiones por 35 años, por lo que a la postre constituye un avance del
Estado nacional. En otro orden de cosas, es muy probable que la
cuestión vuelva a generar un conflicto de poder, partiendo de la base
que la Constitución establece que el Congreso nacional tiene la facultad
de decidir sobre los derechos de exportación y, aquí es el PE quien
está eximiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario