Por
Ernesto Sanz: La devaluación abrupta del peso argentino ocurrida días
atrás, motivada por la desorientación en materia económica del gobierno y
consecuencia final de desequilibrios fiscales, monetarios y del sector
externo que hemos continuamente pedido corregir, ha hecho que varias
compañías petroleras necesiten elevar los precios de los combustibles
para sostener sus ecuaciones económico-financieras.
Las
presiones surgidas desde las propias empresas, sin excluir a YPF, se
coronaron con un incremento de los precios de los combustibles acordado
con el gobierno del, por ahora, 6%.
Lamentablemente,
y por culpa de las políticas del gobierno, es altamente probable que
dicho ajuste en los precios en las bocas de expendio siga en el mes de
marzo. Dejando clara la mala praxis gubernamental en la materia,
celebramos la razonabilidad del actual acuerdo por sobre la
irresponsable caza de brujas que en un primer momento se lanzó a la
búsqueda de la identificación de un culpable ficticio a quien atribuir
las culpas propias.
Sin
embargo, la decisión de pesificar la comercialización de petróleo crudo
fijando un tipo de cambio diferencial de $ 6,88 en el mercado interno
que las autoridades dejaron trascender a los medios tendrá amplias
repercusiones negativas tanto en el deterioro de las cuentas de YPF
(principalmente en el upstream), la reducción de las inversiones
prevista en exploración y explotación de petróleo y gas y,
principalmente, en los ya alicaídos ingresos fiscales por regalías
petroleras y gasíferas en términos relativos al incremento de los gastos
provinciales producto de la devaluación.
Mi
provincia Mendoza, como así también Neuquén, Chubut, Río Negro, Tierra
del Fuego, La Pampa, Salta, Santa Cruz, Jujuy y Formosa verán que sus
gastos en pesos crecerán al ritmo de los incrementos salariales próximos
pero que sus ingresos, principalmente los petroleros, serán
referenciados a un tipo de cambio de $ 6,88 por dólar, casi un 15% menor
al actual tipo de cambio oficial.
A
ello, deberán sumarse las pérdidas por potenciales inversiones
suspendidas o canceladas, impuestos provinciales no cobrados e impacto
sobre la demanda de mano de obra en esa industria. El propio Ministro de
Energía de Neuquén calculó en u$s 2.000 millones la caída de la
inversión como fruto de esta errónea intervención en el mercado.
Parece
una práctica repetida de esta administración la de cometer errores y
hacerle pagar el costo a otros. Recuerdo que José Larralde, en una de
sus obras dice: Naides mezquina salmuera cuando es de otro lomo el tajo.
Parece que el Ministro de Economía, sigue al pie de la letra la
sentencia anterior cuando busca soluciones a problemas autoinflingidos.
Espero
sinceramente que el Ministro reflexione sobre esta medida porque las
finanzas provinciales están ya en una situación muy difícil como para
seguir pagando el costo de nuevas equivocaciones, que siempre terminan
perjudicando a las familias argentinas.
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