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domingo, 9 de febrero de 2014

Versos de la decadencia

Durante la última década, el Gobierno apeló a una frase para resumir parte de la "esencia" del modelo K: el "proceso de sustitución de importaciones".

Este concepto, en boca de los funcionarios, fue sinónimo de "beneficios" para el país: se utilizó para estigmatizar a los productos que llegaban del exterior y para celebrar el crecimiento de la industria nacional y la creación de puestos de trabajo.
Bajo dicho concepto fue incluido el polo tecnológico de Tierra del Fuego que, según el Gobierno, permitió "sustituir" importaciones por millones de dólares en artículos electrónicos. También se sumó al rubro automotor, considerado como un actor fundamental en el proceso de industrialización del país.
Las importaciones, en tanto, fueron señaladas como las "malas de la película". Y controlarlas y limitarlas, bajo el argumento oficial, siempre fue en defensa de las reservas y para cuidar los dólares necesarios para financiar la compra de energía. 
Pero el discurso oficial chocó contra la realidad: tras la fuerte devaluación y la disparada de los precios de electrodomésticos, autos y hasta de insumos para la construcción, el ministro de Economía, Axel Kicillof, debió enfrentar los micrófonos y hablar de lo que ningún funcionario se había atrevido en los últimos años: reconocer que casi toda la industria argentina tenía "bastante" contenido importado.
Así, por primera vez un funcionario de alto rango hizo referencia al enorme déficit industrial, asumiendo las claras limitaciones del país para avanzar en un proceso de sustitución de importaciones genuino. 
"Los celulares tienen un alto componente importado. Hay un montón de insumos que no se producen en el país", detalló el funcionario en un acto de "sincericidio" impensado meses atrás, en momentos en que sólo se hablaba del éxito de la industria nacional a la hora de sustituir importaciones, cuando en realidad muchos de los productos que se ensamblan localmente tienen un contenido nacional menor al 10%, como sucede con Tierra del Fuego. 
En definitiva, se rompió -tanto a nivel discursivo como en la práctica-, la "luna de miel" con algunos sectores de actividad. 
De hecho, el Gobierno ya exigió a tecnológicas y automotrices a importar entre un 20% y 27% menos durante este primer trimestre. Al tiempo que está obligando a empresas de un amplio espectro de sectores a buscar apalancamiento externo para financiar compras al exterior. 
Este plan de "tolerancia cero" provocó un faltante de insumos que derivó en 3.000 suspensiones en Tierra del Fuego, lo que desató una fuerte pelea gremial.


 
El deseo oficial choca contra la realidad
La disparada de precios en todas las cadenas de retail de la Argentina -con productos que se llegaron a encarecer un 40% en cuestión de horas-, obligó al Gobierno a "blanquear" el déficit estructural y crónico de la industria nacional y a retractarse, tras haber asegurado -en un primer momento- que el salto del dólar no debía traducirse en más inflación. 
Tras el caos de precios que se desató días atrás, el Gobierno anunció que analizará artículo por artículo la incidencia de los insumos y componentes importados para determinar cuáles podrán aumentar y en qué magnitud.
Según Kicillof, no es lo mismo un celular, en el que hay "bastante" contenido traído del exterior, que un lavarropas, donde los plásticos y la chapa son de producción nacional.
Por lo pronto, la suba del 7,5% que se le permitió a todas las cadenas de retail fue una clara muestra de la imposibilidad de "desacoplar" los precios de las góndolas de la variable cambiaria.
El problema que enfrenta el Gobierno es la enorme incidencia de los componentes importados en el seno de la industria nacional. En este sentido, desde la Cámara de Importadores estiman que el 90% de las empresas del país utilizan, en algún tramo de la cadena de producción, algún insumo del exterior.
Esto, como se mencionó, pone de manifiesto las grandes limitaciones del discurso oficial en pos del "vivir con lo nuestro" y lo poco que se avanzó, en muchos sectores.
En diálogo con iProfesional, Luciano Cohan, economista de la consultora Elypsis, aseguró que "el proceso de sustitución de importaciones en la Argentina durante la última década fue muy leve. La producción industrial creció mucho, pero la sustitución en sí fue bastante escasa".
El experto agregó que "esto no es malo, se trata simplemente de que el país no puede producir todo lo que consume, como se trató de comunicar a nivel oficial. Por eso, el relato sobreestimó los alcances de dicho proceso de sustitución.
Así las cosas, Cohan agregó que "el impacto de la devaluación se va a sentir en los precios, porque hoy el componente importado es mucho más elevado que hace 20 años".
El "Made in Argentina" y un baño de realidad 

Un reciente informe de la Unión Industrial Argentina (UIA), bautizado "El rompecabezas productivo argentino", destacaba las diferentes realidades que atraviesan diferentes ramas claves de actividad.
El informe resaltaba que los encadenamientos industriales del país exhiben las huellas "de años de desarticulación productiva, lo cual se manifiesta en la elevada cantidad de sectores con bajo nivel de integración nacional".
Así, los expertos de la UIA detectaron 18 sectores con un alto contenido local genuino. Pero, como contrapartida, relevaron más de 40 ramas de actividad -entre industria, agro y servicios- donde ocurre todo lo contrario, ya sea porque poseen muy bajo nivel de valor agregado o porque dependen mucho de los insumos importados.
Fuentes de la UIA aseguraron a iProfesional que "este cuadro que se daba hace dos años es exactamente el mismo que el de ahora. Es una situación estructural que no varió".
"Desde los años ´80 hacia adelante, se pasó a un esquema donde predominó el ensamblado. Es algo que se dio en todo el mundo, pero la particularidad de la Argentina es que antes había rubros con encadenamientos fuertes y de contenido nacional importante pero los mismos se fueron perdiendo. Entonces, como no hubo una política industrial a gran escala para fortalecer esos encadenamientos, se entró en un círculo vicioso por el cual, cuanto más se quiera crecer, más se deba importar". 
El problema que enfrenta el Gobierno es la altísima exposición de la economía a las importaciones.
No es para menos: el déficit industrial, es decir, la diferencia entre compras y ventas al mundo, en 2013 superó los 30.400 millones, un 8% más que el período anterior y el segundo rojo más elevado en toda la historia (ver gráfico).


Sectores bajo la lupa

A continuación, algunas de las ramas de actividad expuestas de manera directa al impacto post devaluación:  Electrónica para consumo

El rubro electrónica se convirtió en el centro de la polémica tras la devaluación y el impacto inflacionario. Luego de que los precios de celulares, notebooks, o equipos de aire acondicionado se dispararan hasta un 40%.
El punto central es que la normativa actual no obliga a las empresas del sur del país a integrar partes o piezas nacionales más allá de cables, baterías o memorias ram. Así las cosas, en algunos equipos ensamblados, el contenido importado supera largamente el 90%.
Así las cosas, cualquier salto en el valor del dólar impacta de manera directa en el valor en pesos de los insumos importados para las plantas instaladas en el sur del país, sector que en 2013, según el Estudio Bein, generó un déficit de más de u$s7.000 millones.
• Autos

Es uno de los grandes responsables del déficit industrial. De hecho, en 2013 generó un rojo de casi u$s9.000 millones, casi 20 veces más que en 2003, según un informe del Estudio Bein.
¿La razón? Motores, sistemas de inyección, partes electrónicas, frenos ABS, airbags, cinturones de seguridad y otro tipo de equipamiento, deben ser importados porque no hay producción local.
En este contexto, un documento de la Cámara de Industriales Fundidores de la República Argentina (CIFRA) difundido a fines de 2013, confirmó que "actualmente, para la fabricación de vehículos nacionales, un 70% del valor total de las autopartes es importado".
Acto seguido, advirtieron que las empresas autopartistas locales "han sido relegadas significativamente, generando una situación de falta de integración" y que "si el escenario sigue como hasta ahora, continuará estancada la producción de autopartes nacionales".
Pese a que el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, había asegurado que los precios de los 0Km no habían aumentado, la realidad es que la alta exposición a las importaciones generó que, tras la devaluación, los valores -según datos oficiales de ACARA- sufrieran saltos de entre el 6% y el 27% (ver infografía).
• Motos

Es un sector que, al igual que el automotriz, experimentó un fuerte repunte en los últimos años, con un 2013 récord, de la mano de más de 710.000 unidades comercializadas, un 9% por encima de 2012.
En los últimos años, el Gobierno impuso nuevas reglas que limitaron la importación de unidades terminadas, lo que incrementó el nivel de ensamblado. de hecho, se estima que en la actualidad, 8 de cada 10 modelos salen de empresas locales.
Sin embargo, la proporción del contenido realmente nacional es muy limitado. Por ejemplo, durante uno de los últimos anuncios de inversión del sector, realizado por Yamaha, se comunicó la intención de reducir el componente de partes y piezas de origen importado de un 86% de 2012 a casi un 70% recién para 2015.
En otras palabras, en la actualidad, hay marcas de motos que, si bien producen localmente, cuentan necesariamente con un altísimo nivel de componentes del exterior, de modo que cualquier cambio en el dólar repercute en los precios. 
• Electrodomésticos

Datos oficiales reflejan el despegue del sector. En la última década, la producción de línea blanca se disparó: hoy, 9 de cada 10 heladeras se fabrican localmente, mientras que casi el 100% de los lavarropas y cocinas son de manufactura nacional.
Sin embargo, detrás de esos números, hay otra realidad: en el caso de los lavarropas, toda la parte electrónica, que está entre los insumos más caros, debe ser importada, de modo que en algunas marcas el contenido local genuino se acerca sólo al 50%.
El presidente de una empresa del sector, que pidió estricto off the record, explicó además que "en el caso de las heladeras, los motores, que explican más de la mitad del costo de una unidad, no se fabrican en el país, sino que se importan desde China o Brasil".
Además, reveló que, hasta antes de que Capitanich anunciara el plan de control de precios para los insumos difundidos, las materias primas como plástico o chapa llegaban a las fábricas con precios atados al billete verde.
"Entre el 60% y 70% de los insumos con los que trabaja el sector de línea blanca están dolarizados. Los plásticos o las pinturas, por ejemplo, están elaborados con insumos de afuera. Por eso tememos que se vea pulverizada la rentabilidad y se vea afectado el empleo si no podemos trasladar estos costos a precios", concluyó el empresario.
• Calzado 

Es uno de los sectores sensibles más promovidos por el Gobierno. Desde 2012, la producción se ubica por encima de los 100 millones de pares.
Sin embargo, en un segmento clave como en el calzado deportivo, el contenido local genuino es limitado.
Tal como aseguró a iProfesional el directivo de primera línea de una multinacional, "el mercado de zapatillas mueve unos 28 millones de pares anuales. De ese total, unos 8 millones de pares llegan del exterior, mientras que 20 millones se producen en el país, pero con un 50% de contenido importado".
Según el directivo, "esto se da especialmente en lo que es capelladas, es decir, la parte superior de la zapatilla, que requiere mano de obra intensiva. La Argentina, al ser muy cara, no puede competir y esto es lo que más importan las empresas. Además, las fábricas nacionales están a tope y no darían abasto".
Así las cosas, el salto del dólar no podrá ser absorbido por la industria nacional, que se verá obligada a trasladar este impacto, en parte, a los valores al público. 
Al respecto, desde Fundación Mediterránea advirtieron que "mientras más abierta sea la economía, existirá mayor traslación a precios de una suba del tipo de cambio".
Frente a esto, alertaron que "el grado de apertura en la Argentina -medido por el cociente entre exportaciones e importaciones en el PIB-, se ubica entre los más altos de las últimas tres décadas". Es por ello que el pase de la devaluación a precios será inevitable. Frente a esto, desde la consultora estiman que, para la primera mitad del año, cerca del 50% de la tasa de devaluación se verá reflejada en los precios. Esto implica unos 10 puntos adicionales de inflación, un valor que, de plasmarse en la realidad, iría en contra del discurso oficial, aquél que asegura que una suba del dólar no debería afectar el poder adquisitivo de los argentinos.

Fuente:iprofesional.com

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