"Los futuros incrementos salariales a otorgarse, durante la vigencia del
presente, a la Administración Central, Descentralizada, Entidades
Autárquicas, Empresas y Sociedades del Estado, estarán fundados en los
mayores ingresos que obtenga el erario Provincial, en la reducción de
los gastos de funcionamiento del Estado, y basados en criterios de
productividad, eficiencia y presentismo" Néstor Kirchner/Diciembre 1991
“La historia nos ubica en una opción de hierro: o permanecemos
impasibles contemplando la caída de todo a nuestro alrededor, o actuamos
para que el conjunto se salve, para que la provincia emerja de su
postración. Lo decíamos en plena campaña proselitista, nos angustia una
Santa Cruz anarquizada en sus funciones, saqueada en sus recursos, y
quebrada en sus finanzas que ve llegar el siglo XXI postergada y
postrada” dramatizaba Néstor Kirchner en su primer discurso como
gobernador en diciembre de 1991.
Con rostro adusto y voz firme, Kirchner anunciaba la emergencia
económica provincial que incluía medidas de inusitada dureza
aprovechando su imagen de administrador prolijo, riguroso, y honesto,
forjada tras cuatro años de gestión al frente de la intendencia de Río
Gallegos que venía “a salvar a la provincia en llamas” tras la pésima
gestión del gobernador Ricardo Del Val quien tuvo que abandonar el
gobierno para eludir un juicio político impulsado por sus propios
partidarios, entre otros, Néstor KirchnerSe inauguraban así veinte años
de gobierno absoluto del Frente Para la Victoria con la suma del poder
público a partir de mayorías electorales que se fueron tornando
hegemónicas por vía de la manipulación institucional, el clientelismo
electoral, la compra de opositores venales, la censura en los medios
públicos y la prostitución de medios privados seducidos por la pauta
oficial. Todo ello en el marco del paradigma de estos tiempos: la
corrupción como forma de financiamiento de la política.
Durante décadas Santa Cruz fue la envidia de las demás provincias
argentinas. Considerada entre las más ricas del país, pródiga en
recursos, petróleo, gas, minería, pesca, turismo, con una población
joven, sin desocupación ni pobreza, ni asentamientos de emergencia, con
empleo público prestigiado sin trabajadores ni sueldos en negro,
jubilados satisfechos, un Banco Provincial saneado y consolidado como
la herramienta financiera del estado, y un futuro industrial que parecía
inevitable a partir de sus enormes fuentes naturales de energía.
Apenas iniciada la era K Santa Cruz cobró 630 millones de dólares
extras derivados de la reliquidación de regalías petroleras que luego
fueron duplicadas por una operación financiera de compra venta de bonos
de YPF.
En aquel tiempo Kirchner defendía la convertibilidad: “la Leyde
Convertibilidad N° 23.928, de Consolidación de Deudas N° 23.982 y más
recientemente el Decreto de Desregulación dela Economía N° 2.284/91….
han operado cambios sustanciales en el país” reconocía en el decreto
139/91 que llevaba su firma junto a las de Carlos Zannini, Julio De
Vido, Ricardo jaime, y Alicia Kirchner.
Y no era para menos, el presupuesto del año 1992 apenas alcanzaba
los cuatrocientos millones de pesos y los fondos que fueron depositados
en el exterior sin destino cierto ni control de ningún tipo, sumaban
por entonces tres presupuestos provinciales a razón de un peso, un
dólar.
Podría aseverarse sin prejuicios que Santa Cruz estaba condenada al éxito.
Sin embargo no alcanzó a concretar aquellos augurios de provincia modelo de administración con bienestar y crecimiento.
Por el contrario, hoy atraviesa una de las peores crisis de su
historia. Paradójicamente con un gobierno nacional nacido y criado en
Santa Cruz que inauguró un ciclo de estabilidad institucional, política
y económica como pocas veces ocurrió en la Argentina acostumbrada a
todo tipo de sobresaltos, a Santa Cruz no le fue tan bien durante las
presidencias K más allá de los anuncios magnos que prometen mega obras y
de los slogans de “una provincia que ahora está inserta en el mapa de
la argentina”; “que dejó de ser la periferia de la patria” y que para
muchos aún constituye “la tierra prometida”
Veinte años no es nada
En 1993 la planta de personal de la administración pública contaba
16.440 agentes activos y 5.229 jubilados, el pago de sueldos y haberes
–en blanco- insumía el 40% del presupuesto provincial que sumaba
$438.502.970.
En veinte años el número de estatales creció dos veces y media, y el presupuesto veinte veces.
¿Dónde estuvo el descalabro? ¿En que momento se perdieron las
cuentas? ¿Cómo fue posible que tanta confusión y desidia expuesta haya
pasado inadvertida para tantos?
“Resulta inútil y estéril hoy, debatir recurrentemente sobre un
reparto de las responsabilidades entre los actores de la política
provincial que pudieran ser los más responsables de la actual situación.
Lo único verdaderamente importante hoy, es enfrentar y superar esta
verdadera emergencia que pone en riesgo la supervivencia institucional
de la Provincia” profería un Kirchner indulgente y conciliador
A punto de culminar 2011 Santa Cruz está a las puertas de una nueva
emergencia económica por causa y efecto del mismo gobierno que dictó
la ley de emergencia 2263/91 que aún no fue derogada pero tampoco
cumplida salvo en sus aspectos mas sensibles como la suspensión de los
convenios colectivos, la reducción salarial del 10% y el 15% por decreto
309/92, la racionalización de la planta de personal, y la fijación de
los sueldos por decreto
La conformación de una “comisión de negociación salarial” ; la
creación de un nuevo Convenio Colectivo para los empleados públicos; el
“emplazamiento para que los funcionarios declaren su estado
patrimonial”; las demandas judiciales “por daños y perjuicios contra los
funcionarios que hayan comprometido patrimonialmente a la provincia”; y
la obligación del Ministerio de Economía de publicar mensualmente un
balance de caja del Tesoro Provincial”, quedaron en la letra muerta de
un texto de anuncios efectistas que solo sirvieron para justificar lo
que verdaderamente importaba al gobierno: ajustar las cuentas públicas a
partir de los” gastos en personal”.
¿Estará pensando lo mismo la administración Peralta que hoy depende del salvavidas de nación para pagar sueldos y aguinaldos?
La emergencia de 1991 vuelve como un deja vu: “El inicio de esta
gestión de Gobierno está signada por la prioritaria necesidad de
enfrentar la crisis económica, financiera y administrativa que con
impresionante magnitud afecta la totalidad de los aspectos del
transcurrir vital en el ámbito provincial, al punto que nos encontramos
ante el nefasto cuadro de contar con un aparato estatal que ni siquiera
puede cubrir, en tiempo propio, la obligación que tiene, frente a sus
empleados, del pago de sus haberes; un Estado que, sin cumplir la
finalidad para la que lo buscó, se ha endeudado en créditos millonarios
en dólares y afectado con ello sus ingresos, además de incrementar
irresponsablemente sus gastos” habla la voz de la conciencia impresa en
el decreto 139/91
Bien podría parafrasearse aquella sensación que transmitió Kirchner
en diciembre de 1991 “nos angustia una Santa Cruz anarquizada en sus
funciones, saqueada en sus recursos, y quebrada en sus finanzas que ve
llegar el siglo XXI postergada y postrada”
Mas aún teniendo en cuenta que hoy los recursos están enajenados;
el Banco Santa Cruz permanece en manos del mismo dueño del petróleo que
no está dispuesto a repartir una gota más de lo que pactó por sus
fabulosas ganancias; la minería saqueada; la pesca capturada por
corporaciones cuasi mafiosas que viven al margen de la economía
provincial y financian políticos y funcionarios; el sistema previsional
quebrado; y los fondos por regalías que constituían “los ahorros de
todos los santacruceños que jamás se van a utilizar en gastos
corrientes” hoy son solo un mal recuerdo de una promesa que nunca fue.
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