07/06 - Nadie cree que luego de un mes y medios
de efectuadas las denuncias, la justicia pueda encontrar algo en los
lugares en que supuestamente, se podrían hallar las pruebas. Hay
una especial necesidad (y apuro) en demostrar que Lázaro Báez es un
empresario impoluto, que todo lo hizo trabajando, que no tiene “caletas
de dinero sucio”, que jamás truchó una empresa, que lejos está de las
acusaciones de lavado de dinero y que nunca se le cruzó por la cabeza
evadir al fisco o manejar dinero sucio. Nadie cree que no sea
así, obviamente, a pesar del esfuerzo de algunos jueces y fiscales por
llegar tarde para no encontrarse con lo indeseable: las pruebas. Todo es una simulación y el objetivo es despejar el camino para el último gran asalto a la obra pública: las represas sobre el río Santa Cruz. (Por: Rubén Lasagno)
Lo que en otro país sería un escándalo de proporciones, en Argentina
genera solo expectativas y algún tipo de inquietud pasajera entre la
población. A nadie le llama la atención (o a muy pocos, parece) que
se comiencen a realizar allanamientos un mes y medio después de
realizadas las denuncias y cuando se batieron los parches en la opinión
pública con acciones distractivas para darle el tiempo suficiente a los
sospechados del delito de lavado de dinero, a que arrasen con todas las
pruebas físicas.
En esta Argentina de la simulación, donde el gobierno aparenta un
operativo de la AFIP para apretar a un periodista, donde el Congreso
aprueba dos leyes para condonarle las deudas a los amigos, una
legislatura que no duda en abrirle la puerta a un blanqueo de dinero
sucio, en medio de una investigación por lavado en la cual están
involucrados la familia presidencial, funcionarios y amigos con bienes a
cargo; en una Argentina donde diputados y senadores avalan la
politización de la Justicia para someterla al capricho oficial, o donde
nombran 21 conjueces, todos militantes K y de allí sale el sustituto de
la jueza subrogante de Río Gallegos; en esa Argentina de la simulación
permanente, todo es posible.
¿Cómo no sería posible, entonces, que después de un mes y medio en
que se hicieron las denuncias, el Juez Sebastián Casanello ordenara
“allanar” el Banco Santa Cruz y otras dos propiedades de Báez, para
“comprobar” si existen indicios de algún delito?. ¿Dónde
quedó el principio de la inmediatez y la sorpresa en las diligencias
judiciales, para evitar que las pruebas no se alteren o desaparezcan?
Todo es posible en nuestro país. Es absurdo, en esta argentina de la
simulación, pensar con buena fe, cuando se observa que la buena fe está
ausente detrás de cada medida gubernamental o de los jueces adictos.
A mi criterio, Casanello ha demorado lo suficiente las diligencias
judiciales para darle el tiempo necesario a Lázaro y su gente, para “limpiar”
desde las cajas de seguridad hasta los posibles lugares donde habría
guardado el efectivo y los papeles comprometedores, en esta vapuleada
acción delictiva de lavado de dinero. La “estrategia”, ante la catarata de pruebas insalvables que lo imputan, es aparentar “normalidad” sabiendo que cuando “la justicia K” llegue allí, se limitará a dejar asentado que en ese lugar, no pasa nada.
Por eso en una noche, abogados, escribanos y contadores de Báez se esforzaron por cambiar los Directorios de las empresas y simular normalidad en sociedades que por años estuvieron a cargo de familiares, socios o amigos del poder. Todo parece ser una gran simulación para apurar los tiempos y cerrar las causas. Está
claro que un empresario sospechado de corrupción o investigado por
lavado de dinero, no puede formar parte de una licitación millonaria
como la de las represas sobre el río Santa Cruz.
Todo lleva a pensar que la urgencia de “limpiar” la imagen de Báez, responde a otra gran necesidad del gobierno por hacer pie en esta megaobra y para ello, seguramente, no
dudará en seguir alargando los tiempos de la licitación, si es que el
amigo constructor aún no tienen “en orden sus papeles”; y hacia eso
vamos.
El problema de la presidenta, de Lázaro y de los jueces y fiscales corruptos, es que los rastros de tantos años son indelebles.
Y aún cuando la Fiscal se haga la desentendida mirando para otro lado,
el Juez se tome su tiempo para ordenar la investigación y los abogados
defensores del empresario se ufanen por tapar las pruebas con el sutil
maquillaje de la simulación, tantos años de impunidad y los
miles de millones de pesos que pasaron por los túneles de la corrupción,
han dejado tantas huellas que hace imposible cualquier esfuerzo por
ocultarlo. No resistiría la mínima investigación seria y concienzuda.
Creo que estamos asistiendo a una verdadera simulación de la
Justicia, todo detrás de una estrategia desesperada de ocultamiento y
aparente normalidad. Ahora, como nunca el kirchnerismo depende del
pueblo para sostener su impunidad, pues sabe que si cae, las
posibilidades de sobrevida, sin tener que caminar los Tribunales, son
escasas. Pero la necesidad de “limpiar” rápidamente al
empresario amigo tiene como supremo objetivo, allanar el camino para que
los capitales chinos de Synohidro no se espanten y persistan en
sostener el consorcio que hará las represas Condor Cliff-La Barrancosa.
Es que nadie en el gobierno (y menos Julio de Vido) esperaba este
escándalo, justo en el momento en que la adjudicación de la megaobra es
un hecho y la empresa que lo usufructuará se encuentra envuelta en
sospechosas maniobras de lavado de dinero.
Solo la impunidad que hay en esta Argentina de doble moral, haría
posible que, a pesar de todo, el amigo de la familia presidencial se
favorezca con esta licitación, donde todo el proceso licitatorio, para
estar en sintonía con el contexto, suena a otra gran simulación.
(Agencia OPI Santa Cruz)
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