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miércoles, 5 de junio de 2013

Paradojas de un país excepcionalmente dotado.

 Las cuentas son claras, “Nadie se aleja de un negocio cuando le va bien y, tampoco ningún capital deja de acudir donde observa perspectivas propicias”.


Por: Aldo Norberto Bonaveri
@AldoBonaveri
@PregonAgro
Dios bendijo a Argentina con excepcionales bellezas naturales, algo que realmente nos enorgullece, pero que no precisamente esta es la máxima gracia que el creador concedió a nuestro país; un menú de climas predilectos y, la pródiga fertilidad de la vasta pampa húmeda, constituyen ventajas comparativas que poseen muy pocas regiones del planeta.
En las entrañas de la Cordillera de Los Andes yacen una multiplicidad y cantidad de minerales, los valles fecundos son escenario de rebosantes viñedos y, diversos cultivos constituyen la base de economías regionales con alto potencial. Una amplia gama de especies forrajeras crecen en las planicies alimentando a una ganadería, donde sobresalen bovinos de genética superior, de la que surgen las mejores carnes del mundo.
Por si esto fuera poco, Argentina no está afectada por grandes flagelos de la humanidad, aquí no existen guerras de etnias, intolerancias religiosas, problemas raciales o conflictos internacionales. En su historia solo en efímeras, distantes y contadas ocasiones se verificaron epidemias. Tampoco existe un déficit en recursos humanos; por el contrario, nuestro país consagró a 5 Premios Nobel y recientemente 1 pontífice.
Reflexionando al respecto, bien podemos aseverar que en nuestro país no deberían existir mayores problemas, no obstante quienes lo habitamos sabemos que los tenemos en cantidad y gravedad; en gran medida merced a la clase política que no ha estado a la altura de las circunstancias. Naturalmente que no todas las desventuras se le pueden adjudicar al actual gobierno, varios son los que tienen responsabilidades al respecto; empero también es cierto, que nunca como ahora se han malogrado tantas oportunidades, ello es así porqué jamás se nos presentaron tantas ocasiones propicias. Para los países productores de alimentos a partir del 2002 comenzó a escribirse una historia muy distinta; independientemente de las oscilaciones propias de los mercados, estos experimentaron un vuelco significativo que favorecen nítidamente los términos de intercambio, con porcentuales otrora inimaginables.
Naturalmente que tamaña ecuación trajo aparejado crecimiento, eso es indiscutible y los número están a la vista; claro está que los logros no son tantos ni tan significativos como lo expresa la presidenta o, quienes propagan el relato de la “década ganada”. Seguramente que no se puede comparar la situación actual con el abismo del 2001, las razones apuntadas y el contexto es muy distinto, al punto que no admite comparación. Pero también corresponde decir que se han desperdiciado oportunidades en temas centrales de la macroeconomía, haber descendido varios escalones en los aspectos institucionales, al tiempo que la corrupción imperante no tiene precedentes.
Las imprevisiones y faltas de políticas específicas nos llevaron a que no podamos salir del laberinto de subsidios, que en 2012 llegaron a la friolera suma de $ 105.000 millones de pesos; la pérdida del autoabastecimiento energético es un pecado capital de las administraciones K; de superavitario pasamos a ser importadores de fuste, con u$s 10.000 millones de déficit en 2011 y 2012 y, con una proyección que augura un incremento del 50% más para el año en curso.
El agro ha sido el gran sostén de la economía argentina en los últimos diez años, los altos tributos que el campo aportó al erario nacional, aun a regañadientes fueron absorbidos por la rentabilidad que brindaban los vientos favorables de las commodities. Las desorbitadas alícuotas de las retenciones permitieron el abultamiento sideral del gasto público improductivo, como así también el montaje de una cadena adicta de medios y pseudos periodistas.
En lo que va de este año, los desmanejos de la economía están haciendo estragos. La escasez de dólares, no pudo solucionarse con el cepo, ni con la limitación de importaciones; la inflación es inmanejable y lo peor es el encarecimiento de bienes en moneda norteamericana. No hay respuestas y, como tabla de salvación, apelaron a un blanqueo que tiene todas las características de “piedra libre” para el ingreso de capitales de dudosa procedencia.
A todo esto no hay síntomas de reacción, a la inversa, el tipo de cambio no refleja la realidad y las actividades productivas dejan de ser competitivas, por ende el país hoy no es competitivo. Los productos de las economías regionales no se pueden exportar por la misma causa; en tanto que pese al repunte del mercado internacional la lechería arrastra un estancamiento de 12 años; la ganadería está en proceso de regresar al punto crítico de 2010, que costó 10.000.000 de cabezas al rodeo nacional; ni hablar del trigo que tuvo la superficie de siembra más baja en 110 años.
La soja fue sin duda el baluarte del sector; para muchos era como “una fuente inagotable”, pero los números de hoy, se han reducido al máximo y, tal como marchan las variables internas se plantean interrogantes de mal presagio. Las altas utilidades se han esfumado.
Hay estudios recientes que demuestran lo exiguo de los márgenes: Estos demuestran que un emprendimiento de 400 hectáreas sembradas en campo alquilado con esta oleaginosa, podría arrojar utilidades promedio entre el 4 y el 5% ….. en PESOS. Lo que corrobora la razón por la que El Tejar, para citar al más emblemático de los pooles de siembra, pone proa a países limítrofes. Quienes estamos en el tema sabemos que esa empresa llegó en su momento de esplendor a cultivar 300.000 hectáreas, pero al mismo tiempo en la campaña pasada redujo esa superficie en un 35%.
El alto costo de los arrendamientos y la pesada carga impositiva fueron soportados, en tanto y en cuanto los precios internacionales no se licuaban, tal como viene ocurriendo en los últimos ciclos, con la distorsión del tipo de cambio; pero mientras hoy el productor descontando el derecho de exportación percibe un dólar de $ 3,40, muchos de los costos y especialmente los insumos, se moven influidos por el paralelo.
Por estos días las grandes empresas agropecuarias mudan sus inversiones al resto de los países miembros del MERCOSUR, e incluso a Bolivia y, especialmente a Uruguay, habida cuenta que las reglas de juego son bien distintas y sobre todo muy previsibles. Allí no hoy retenciones y, el dólar que se facturan los insumos es el mismo que cobra por la venta de su producción, y también semejante al que se adquieren las divisas, que por otra parte son de libre acceso. Por estos días el 40% de las siembras en Uruguay son realizadas por productores argentinos.
Otro peso pesado de los grupos de siembra, Los Grobos, ya cultiva más superficie en Brasil que en Argentina, orientación que el propio titular de la empresa, Gustavo Grobocopatel admite se irá acrecentando.
Quienes emigran para incentivar sus programas de siembras saben perfectamente que el potencial productivo es inferior en un 30 o 35%, respecto a los rindes en nuestro país, no obstante tal desoptimización se encuentra largamente compensada por el resto de las variables. Los números son más que elocuentes, por estos días la tasa de retorno previsible en Uruguay es entre el 8 y el 10% en dólares, en tanto en Brasil las estimaciones se ubican entre el 12 y el 15% en la divisa norteamericana
Las cuentas son claras, 

“Nadie se aleja de un negocio cuando le va bien y, tampoco ningún capital deja de acudir donde observa perspectivas propicias”. Paradojas de un país excepcionalmente dotado. 

FUENTE:  http://www.pregonagropecuario.com.ar

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