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jueves, 31 de marzo de 2011

A dos años del fallecimiento del padre de la democracia, Dr. Raúl Alfonsín…

Muchos de nosotros formamos parte de una generación que creció concibiendo la democracia como modo de vida, ejerciendo ininterrumpidamente la libertad de elegir a nuestros gobernantes. Eso, se lo debemos a grandes dirigentes que superaron la individualidad que da el poder y se entregaron al pueblo, con sus ideas y sus convicciones. Hoy, 31 de marzo de 2.011, los radicales del país, y todo el pueblo argentino honramos la memoria y conmemoramos el segundo aniversario del fallecimiento del Padre de la Democracia, el Dr. Raúl Ricardo Alfonsín.

En 1983, y luego de una sangrienta dictadura en nuestro país, un dirigente de la Unión Cívica Radical, nacido en Chascomús, provincia de Buenos Aires, elegido por el pueblo a través del voto popular, asumió la responsabilidad más grande para un ciudadano argentino: ser Presidente de la Nación.

Así, Raúl Alfonsín iniciaba uno de los períodos más largos de democracia argentina que aún hoy vivimos todos los ciudadanos del territorio nacional. Alfonsín ejercía el poder como un compromiso cívico, no como ambición personal y desmedida. Enseñó a todo un pueblo que a través del diálogo y el consenso es posible la unión nacional. Tenía una gran preocupación: los jóvenes, trabajaba cada día por ellos, dialogaba con ellos, los invitaba a sumarse con el propósito de que valoraran la importancia de la participación política, hablaba de la democracia con devoción, explicaba las libertades, y sobretodo lo que podíamos hacer con ellas.

Hasta sus últimos días pensó en nosotros los argentinos, falleció tranquilo, en su casa con sus familiares tal como lo hubiera querido. Muchas de sus acciones fueron y serán criticadas sin embargo, sabemos que todas sus decisiones estuvieron basadas en su decencia personal, coherencia política, en su pasión por construir una democracia para todos, en su enorme vocación de servicio, siendo siempre un ser íntegro y franco.

Decía, "Siempre creí, y así lo dije en tantas oportunidades, que es la misión de los dirigentes y de los líderes plantear ideas y proyectos evitando la autoreferencialidad y el personalismo; orientar y abrir caminos, generar consensos, convocar al emprendimiento colectivo, sumar inteligencias y voluntades, asumir con responsabilidad la carga de las decisiones…”, ante tales palabras, cómo no tener la creencia absoluta, irracional y prepotente de que podemos cambiar las cosas.

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